La imprenta es una técnica de reproducción de textos e imágenes inventada por el alemán Johannes Gutenberg a mediados del siglo XV. Sus antecedentes se remontan a la época de los sumerios (años 3.500 a 2.000 Antes de Cristo), con tallados en piedras y el uso de sellos cilíndricos y de arcilla blanda. En la cultura china también se realizaron reproducciones de signos y frases cortas con tinta presionada sobre bloques de madera (xilografía); y los monjes budistas (año 893) impregnaron tallas de color en sedas y trapos.
Arcillas con formas en negativo y bases de diferentes tipos de metal, hicieron posible los avances de esta técnica. Tras varios experimentos, el holandés Laurens Coster fue el primero en utilizar libros móviles hechos de madera. Luego Gutenberg creó el método universal moderno de imprenta con moldes de letras en plomo fundido y planchas de cobre, avance que permitió la creación de 48 ejemplares de una biblia de 42 líneas.
Posteriormente se desarrollaron nuevas técnicas como la tricromía (reproducción en diferentes colores basada en los tonos primarios: amarillo, azul y rojo) y la estereotipia (perfeccionamiento de grabados de formas en relieve), hasta la creación de un proceso de impresión en plano (litografía), con placas de piedra caliza en su superficies humedecidas con agua.
En el siglo XX, el británico Charles Babbage (considerado en la actualidad como uno de los padres de la informática), desarrolló los algoritmos y planos funcionales de las impresoras modernas. La primera máquina automática de imprenta litográfica fue creada en 1822. Con este adelanto se reemplazó la composición manual de los tipos de plomo para la reproducción de fotografías, y cambiaron los tipos de pigmentos (de la pintura a las tintas negras y moradas, hasta las de tipo biodegradable que son utilizadas en la actualidad).
Varios tipos de imprenta surgieron con estos avances: impresiones con máquinas de puntos y de diferentes velocidades (cuya reproducción se da con el golpe de una aguja o una rueda de caracteres con una cinta de tinta), máquinas láser y de chorro de tinta (con cartuchos de uno o varios colores). Y con estos perfeccionamientos, el uso de la imprenta se globalizó cada vez más en espacios industriales y domésticos: casas editoriales y litográficas, periódicos, agencias de publicidad y hogares.
Esta invención ha representado grandes desarrollos para la divulgación del conocimiento. Millares de textos de diferentes tipos se han popularizado en escuelas, bibliotecas y librerías, lo que ha permitido la conservación de conocimientos y culturas. Como concluye Claudia Ivonne Giraldo, coordinadora de Procesos Editoriales de la Universidad EAFIT, sin la imprenta, "estaríamos reproduciendo los libros a mano, como hacían los copistas medievales, por medio de tablillas talladas sobre papeles hechos a mano. Y, lo más grave, el mundo se habría 'desarrollado' poco en lo más fundamental: los adelantos en la medicina, la ciencia, las ciencias humanas y sociales, en la tecnología y el arte".
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