¿Qué era lo que más disfrutabas hacer cuando eras niño?
Estar en el campo. Me gustaban mucho las quebraditas, los renacuajos en los riachuelitos. Sí, disfrutaba mucho estar en el campo y recuerdo mucho a San Luis.
¿Qué querías ser cuándo eras niño?
Quería ser veterinario, esa fue una de mis grandes pasiones. También me gustaban mucho los animales y quería trabajar con ellos. Creo que es un sueño muy cliché; pero, bueno, ¡ese era!
¿En qué materias del colegio te iba mejor?
En bachillerato me iba bien en Química, pero también me iba bien en Literatura. Entonces siempre me han gustado un poquito algunas cosas de las ciencias naturales y otras de las ciencias sociales.
¿Por qué decidiste estudiar Ingeniería de Procesos?
Porque tuve esa afinidad con la Química, por un lado, pero también por una influencia grande de mi hermano mayor que había trabajado con ingenieros de procesos —él es ingeniero de producción— y me dijo que le parecía una carrera muy bacana, la estuve mirando y decidí inclinarme más por ese lado.
¿Qué estudia un ingeniero de procesos?
Estudia los procesos de transformación de la materia, o sea, cómo obtenemos unos recursos, unas materias primas y transformamos todo eso para construir productos —incluso hasta servicios— que satisfagan alguna necesidad o algún deseo que tenemos los seres humanos, o que también sea útil a la sociedad. Nos encargamos de tomar y procesar recursos, ojalá de una manera ambientalmente amigable, y de que esos productos sean útiles para el bienestar de la sociedad.
¿En qué trabaja un ingeniero de procesos?
Puede trabajar en muchas cosas; puede trabajar en una fábrica, la parte industrial es muy clásica para el ingeniero de procesos. Pero los ingenieros de procesos cuentan con una visión holística o sistémica de las cosas, una visión que comprende toda una transformación, y eso es aplicable a otros sectores. Por eso, hay ingenieros de procesos en diversos ámbitos laborales, como el administrativo.
¿Qué investigas?
Yo ahora me dedico a investigar asuntos de Educación para el Desarrollo Sostenible. Empecé mirando los procesos de transformación de la materia para hacerlos ambientalmente amigable, pues siempre me interesó mucho la parte ambiental; y terminé casi que por casualidad trabajando en el Departamento de Ingeniería de Procesos en la Universidad EAFIT, pero encargándome de asuntos de cultura ambiental. Digamos que desde ahí volví a conectarme con temas de humanidades o de las ciencias sociales, como la educación, que también había trabajado un poco en la maestría que hice (una maestría en Ciencias de Sostenibilidad). Entonces me dedico a investigar en este momento cómo podemos educar para que tengamos una sociedad más sostenible, o sea: una sociedad más justa y en armonía con la naturaleza.
¿Qué es lo más emocionante de ser ingeniero de procesos?
Que me ha ayudado a comprender la forma en la que funciona el mundo, todo lo que nos entrega la naturaleza y qué tan importante es saber transformar todos esos servicios que nos presta la naturaleza para satisfacer las necesidades humanas de una manera amigable con el ambiente.
¿Qué le diría a un niño o una niña que quiera estudiar Ingeniería de Procesos?
Que ánimo que es una carrera muy interesante, es una carrera donde se aprende y se estudia mucho. Se aprende no solo los conceptos sino también la disciplina y poder dedicarse a estas cosas es muy emocionante.
¿Qué libro o película recomiendas?
A quienes quieran estudiar Ingeniería de Procesos y les interese la sostenibilidad les recomiendo leer el libro que se llama De la cuna a la cuna de Michael Braungart y William McDonough. Creo que ese sería un libro que recomendaría mucho, o La historia de las cosas de Annie Leonard.
¿Cómo sería un modelo educativo que promueva la sostenibilidad?
Es precisamente lo que estoy tratando de hacer en mi doctorado. En resumen, tendría que ser un modelo muy democrático, muy equitativo, que realmente garantice que todo el mundo tenga acceso a una educación de calidad, que garantice que la educación no sea un asunto de lujos o de privilegios. Pero también es importante que esa calidad no se mida solamente por los conocimientos en algunas áreas, sino también por cómo realmente nos ayuda a cultivarnos como seres humanos.
Yo creo en la educación como una fuerza democratizadora, una fuerza liberadora, algo que nos tiene que ayudar a encontrarnos a nosotros mismos. Suene como suene, pero creo que las teorías educativas serias tienen que contemplar también los deseos, las cualidades y las características de cada individuo, y que deberían ayudarnos a todos a conocernos un poquito mejor para saber cuál es ese rol que nosotros tenemos en la sociedad. Sería además un modelo educativo que nos ayude a conectarnos mejor con la naturaleza. ¡Y a ver que nosotros también somos naturaleza! O sea, nuestro entorno es naturaleza, pero nosotros también somos obra de ella; y a la vez somos sus artífices, porque la transformamos. Un modelo educativo que nos logre contextualizar mejor en un plano más amplio que simplemente lo humano, es muy necesario.