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Elizabeth Gilchrist Ramelli

Ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional, magíster en Biotecnología y doctora en Ciencias Agrarias.

«Creo que es importante hacer preguntas y generar en los demás esa curiosidad por responderlas​».

¿Había un juego en particular que te gustara cuando eras niña?

Me encantaba subirme a los árboles. Con mi hermano jugábamos al que trepara la rama más alta sin que se doblara y en el colegio jugaba cauchito y catapis; como era un colegio de niñas, se jugaba de a tres hasta que ya no pudiéramos saltar el cauchito.

¿Con quién compartías y pasabas la mayor parte del tiempo cuando eras niña?

Con mis cuatro hermanos, sobre todo con mis dos hermanos mayores porque mi hermanita menor era bebecita. También con las amiguitas del colegio, yo me mantenía en su casa o ellas en la mía, y jugábamos al costurero.

¿Recuerdas docentes que te hayan marcado significativamente?

Mi profesora de biología de cuarto y quinto de primaria. Ella era muy apasionada por los seres vivos, entonces por ahí me comenzó el amor por la naturaleza. En la universidad, Sonia Jaramillo, ella dirigió mi trabajo de grado y luego me ayudó con la maestría.

¿Cómo fue el proceso de elección de tu carrera universitaria?

Fue la combinación de muchas cosas. En mi hogar mi papá siempre nos inculcó la curiosidad por aprender, investigar y cuestionar. Además, nosotros nos manteníamos en mucho contacto con la naturaleza, vivíamos en una casa finca y estábamos todo el tiempo en el monte con los primos. Mi hermana ya era bióloga y yo no quería lo mismo; por eso estaba entre Zootecnia y Agronomía, pero pasé primero a Agronomía y con una beca, entonces ahí me quedé.

 Si en tus manos estuviera proponer un modelo educativo para las nuevas generaciones, ¿en qué consistiría?

Yo daría mucha libertad a mis estudiantes de escoger sus materias de interés. Los dejaría construir su carrera, pero con las normativas de la asistencia a clase, entrega de trabajos y demás; la idea sería brindarles más autonomía en su aprendizaje.

¿Hay algo que te obsesione?

Me obsesiona el tratamiento de las basuras, en mi casa me cogieron fobia. Tengo el tarro del compostaje, que aquí echen esto y aquí aquello, que aquí el reciclaje, aquí lo ordinario, que aquí el plástico. Además, también lo hago para darle ejemplo a mis estudiantes. Otras «obsesión» fuera de eso… Lleno el álbum de Jet, me gusta coleccionarlo.

¿En qué crees?

Creo en un dios todo poderoso, pero no sé cuál es ese dios ni sé qué tan poderoso sea. Es decir, tengo fe en algo, pero no sé en qué y rezo y todo, pero hace parte de la educación que recibí, soy creyente pero no practicante. Desde el punto científico comparto la teoría de la evolución y no creo en la vida eterna.

¿Hubo algún acontecimiento determinante que te llevara a descubrir tu vocación profesional?

Un día el profesor de Fisiología Vegetal me dijo que no iba a poder asistir y que necesitaba que yo lo reemplazara, y me tomó de sorpresa, pero me fue muy bien. Así empecé a saber que la docencia me gustaba. Luego, me dieron un curso y reemplacé al profesor, ya no en una sola clase, sino en un semestre entero y ahí encontré la oportunidad de compartir el conocimiento y de confirmar que la docencia era una de mis vocaciones. 

¿Cómo motivar a las personas a realizar investigaciones científicas? 

Creo que es importante hacer preguntas y generar en los demás esa curiosidad por responderlas. Si sabe de donde proviene esto, si sabe qué hacer con aquello, si conoce tal otro fenómeno, y así, cuando uno se da cuenta de que no sabe muchas cosas, le dan más ganas de conocer e investigar.​