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Júlder Gómez Posada

Los investigadores te cuentan

“Me place cuando siento que estoy aprendiendo a hablar una nueva lengua, es decir, cuando puedo darle un nuevo sentido a las cosas”.


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Asesor del taller ¿Por qué existe la ciencia?​

¿Qué estudia un filósofo?
No todos estudian lo mismo y no todos contestan igual a esta pregunta. La manera en que yo lo hago es más o menos esta: nosotros trabajamos con conceptos que son razones para actuar y para describir de ciertos modos. 

A veces hay una especie de contradicción conceptual en la que la Filosofía o alguna forma de la Filosofía, al menos la que yo practico, intenta esclarecer los problemas; no para resolverlos sino para disolverlos.  

¿Qué te dedicas a investigar? 
Se investigan conceptos y eso significa el modo en que concebimos las cosas, la manera en que nuestras prácticas discursivas delimitan esas concepciones y el modo en que ellas se presentan en nuestras acciones.

¿Por qué decidiste ser filósofo? 
Yo empecé a leer unos libros que me encontré, por allá como en tercero o cuarto de bachillerato; yo no sabía que esos libros pertenecían a una disciplina. Me interesaron esas preguntas y ese modo de preguntar y me pareció que yo quería vivir así, leyendo esas cosas. 

¿Cuáles fueron esas primeras lecturas?   
Empecé con un librito llamado Así hablaba Zaratustra y con El Anticristo, ambos de Nietzsche. También con El discurso del método, de Descartes. Empecé a leer esos libros y la verdad no fui capaz de cerrarlos o soltarlos. 

¿Qué le dirías a un niño o joven que quiera ser filósofo?
Lo que yo pretendí en el taller (¿Por qué existe la ciencia?) fue darle a los niños razones para pensar que sus preguntas no son bobadas, para pensar que antes de exigir una respuesta merecen ser cultivadas: aprender a preguntar, mirar qué está preguntando uno. Más adelante llegará el momento de preguntarse si se quiere estudiar algo de carácter teórico o práctico, y si es de carácter teórico qué. 

A alguien que quiera estudiar Filosofía yo le sugeriría ser muy honesto, es fácil no serlo. Además, no olvidarse de dónde estamos, de que estamos en Medellín, en el año 2014 y que si la pregunta no es pertinente tal vez todavía no es una pregunta.

¿En qué materias del colegio te iba bien y en cuáles no tanto?
Yo tuve mucha suerte. Creo que en un colegio normal no me habría graduado. Estudié en el Lucrecio Jaramillo Vélez, que en aquella época tenía tres modalidades de bachillerato y una era Humanidades, la que escogí, y ahí veíamos Filosofía, Epistemología, Sociología y Economía. Lo que esto significa es que yo no vi Cálculo, Química o Física, no vi ninguna de las materias con las cuales creo que no habría podido graduarme. 

¿Qué es lo mejor de ser filósofo?
Yo estoy en una situación privilegiada porque estudio una cosa que de todos modos estudiaría. A mí me pagan por estudiar una cosa por la que si yo tuviera que pagar, pagaría. Lo que yo hago aquí en la Universidad es leer, escribir y hablar. Además tengo mucha libertad.  

¿Qué es lo más difícil de ser filósofo?
Es difícil ser suficientemente honesto. Para la Filosofía su historia es muy importante y es muy importante que uno lea con respeto y con cuidado los textos antiguos. Es muy fácil convertirse en un historiador de la Filosofía; es muy difícil volver a interactuar con la gente que está sentada ahí al frente después de leer a Aristóteles, pero ese es el reto: apropiarse de esa tradición, de ese modo de preguntar y traerlo a lo que es propio, es decir, a esta ciudad, a los estudiantes y hablar de lo que todos hablamos. 

¿Qué es lo más emocionante que has descubierto, encontrado o investigado?
Hay un señor de apellido Nozick que dice: “la palabra Filosofía significa amor a la sabiduría pero lo que a los filósofos realmente les gusta es pensar”. Es frustrante pero muy emocionante descubrir, cada tanto, que uno estaba completamente equivocado.

Me place cuando siento que estoy aprendiendo a hablar una nueva lengua, es decir, cuando puedo darle un nuevo sentido a las cosas. Uno entiende las cosas de otro modo. 

¿Cuál es tu herramienta o espacio de investigación favorito?
Es el diálogo, la conversación; la mayoría de veces solo. Cuando tengo suerte, con un amigo o con alguien que está más interesado en la “cosa” que en tener la razón. 

¿Qué libro nos recomiendas?
Siempre vuelvo a Aristóte​les, sobre todo a la Metafísica. 

¿A qué te dedicarías si no fueras filósofo?
No sé qué habría hecho. Yo quería ser futbolista y luego quería ser alguien en la vida y me parecía que podía ser abogado, porque los abogados son gente importante; pero, realmente, ahora no tengo otra opción que la Filosofía.