Las olas de contagio por covid-19 son tan inminentes como cada uno de nosotros queramos. Lo dice María Eugenia Puerta Yepes, profesora e investigadora del Departamento de Ciencias Matemáticas de EAFIT, quien desde que comenzó la pandemia crea modelos matemáticos para ayudar a los gobiernos y las organizaciones a tomar decisiones para contener la propagación del coronavirus, tal como lo hizo en la reciente cosecha cafetera en Antioquia.
A la profesora María Eugenia los números hace varias semanas le vienen diciendo lo que está tomando fuerza en los últimos días, que una tercera ola de contagios está próxima, pero los números y el sentido común también le dicen que los picos de la pandemia y sus efectos se pueden contener.
Los números que consulta la docente son los de la plataforma MathCOVID que ella creó, junto a un grupo de investigadores y con el apoyo de MinCiencias, para visualizar y analizar datos con modelos matemáticos que permitan entender las relaciones entre la pandemia, el sector de la salud, la sociedad y la economía.
Con la plataforma de modelado matemático la docente simula el nivel de las medidas que toman los gobiernos (toques de queda, por ejemplo), el grado de desplazamiento de la población, la cantidad de personas con las que tiene contacto un individuo, entre otras variables. En la plataforma los indicadores se pueden modificar para prever lo que podría ocurrir en los próximos días, semanas y meses en cuanto a la pandemia.
Con esas variables, además, en MathCOVID se puede observar la correlación entre el desmonte de algunas medidas de contención a finales de enero de 2021 con el aumento de casos de las semanas siguientes. Pero para María Eugenia Puerta no se trata de quedarnos paralizados, se trata de reactivar, pero en las condiciones de cuidado que permitan proteger la vida.
“Esas olas de contagios no son agentes externos que vienen y nos golpean, las creamos nosotros con nuestro comportamiento”, dice la investigadora para hacer énfasis en que esos episodios dependen del comportamiento de cada individuo y para explicar que las olas de otros países no se replican en Colombia, lo que ocurre es que no aprendemos de los errores de esos países.
¿Cómo contener los picos?
La docente es reiterativa en que se necesita más pedagogía y aplicar lo que ya está demostrado que funciona: las medidas de asepsia obligatorias (uso de tapabocas, distanciamiento social, preferir las reuniones en espacios abiertos); ser disciplinados con el rastreo de los casos y detener las cadenas de contagio (informar a las personas con las que tenemos contacto si tenemos síntomas o somos positivos); y no bajar la guardia en los momentos de bajo número de infectados.
“Ante una pandemia se debe actuar con cautela y paciencia, entender que la pedagogía es un proceso que requiere de mucho tiempo”, expresa María Eugenia. Los estudios del comportamiento tienen mucho qué aportar en esa pedagogía de comprender la importancia del comportamiento individual para el bienestar de la sociedad.
Eso lo tiene claro Mariantonia Lemos Hoyos, psicóloga y coordinadora de la maestría en Ciencias del Comportamiento de EAFIT. El mensaje de la investigadora es que en la medida en que cada ciudadano mantiene los comportamientos de seguridad —como el distanciamiento físico, lavarse las manos con frecuencia o no tocarse la cara— está cuidando también a las otras personas.
Otras recomendaciones que comparten los expertos es evitar situaciones que pongan en riesgo la salud del entorno familiar, desmitificar el uso de las vacunas, permanecer en casa el mayor tiempo posible, y practicar de forma habitual el autocuidado en el hogar y en espacios públicos. La premisa es que cada persona trate de no convertirse en un potencial foco de transmisión.
Para lograr ese objetivo ayuda lo que Santiago Silva Jaramillo, docente del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas, llama el repertorio de cuidado que hemos aprendido durante el último año.
“Ese repertorio de cuidado incluye dos aspectos fundamentales. El primero es la comprensión de lo importante que es el mutuocuidado, lo importante de las decisiones individuales para las consecuencias colectivas. El segundo es que hay acciones específicas para cuidarnos nosotros y a las personas que están cerca, particularmente el uso correcto del tapabocas, la distancia física, el lavado de mano, evitar aglomeraciones y el reporte temprano de síntomas”, explica el profesor Santiago.
Lo sustancial de ese repertorio, puntualiza el docente, es que no lo olvidemos “porque ha demostrado que ayuda a que esto que ha sido terrible no sea peor y a que el futuro sea un poco mejor de lo que ha sido el último año”.
El llamado a mantener presente el reportorio de cuidado debe ser potente pues, tal como dice Mariantonia Lemos, el tiempo de la pandemia ha causado en muchas personas un fenómeno de habituación que le resta importancia a la situación, hace que la mente esté menos atenta a los comportamientos seguros y por eso son necesarias las señales externas que los recuerden.
"Seguimos hablando de la configuración de los espacios para que las sillas estén separadas lo suficiente y no tengamos que sentarnos juntos, que tengamos lavamanos o antibacteriales al alcance. Quizás cuando estemos en familia que alguien esté pendiente y nos recuerde cuando alzamos la mano para tocarnos la cara. Así empezamos a ser más conscientes de estos pequeños actos involuntarios que debemos dejar de hacer en la medida que aún estamos conviviendo con el virus", dice Mariantonia Lemos.
En términos generales se trata de que todos tengamos presente que las acciones individuales también afectan a la sociedad, que el autocuidado y acceder a la vacunación en el momento indicado son parte del fortalecimiento de la cultura ciudadana frente a la erradicación del virus. La pandemia continúa y, en ese sentido, fortalecer la pedagogía sobre los comportamientos de protección no deben abandonarse en ningún momento.
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Alejandro Gómez Valencia
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