Quienes se han dedicado a estudiarlo y cuidarlo lo llaman Calliandra Medellinensis, aunque popularmente se le conoce más por el nombre de Carbonero Antioqueño. Es una de las pocas especies arbóreas nativas de la región reconocidas internacionalmente y se encuentra en peligro de extinción. Quienes quisieran ver uno tendrían que buscarlo en el Parque Bolívar o en barrios como Villa Hermosa, Boston, San Germán, Los Colores, El Poblado, Aranjuez y el Cerro El Volador, pero, para ir más a la fija, ahora también pueden ver uno en la sede del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de EAFIT, ubicada en el barrio La Aguacatala, Carrera 48B no. 10sur-132.
Desde el 9 de diciembre en las zonas verdes de este espacio está sembrado un ejemplar del carbonero, gracias a que el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe de Medellín donó uno de los 40 ejemplares que actualmente se reproducen en el vivero municipal como parte de una estrategia de repoblamiento. El regalo se enmarca en la conmemoración de los 10 años de investigación y formación de Urbam, que para celebrar la efeméride decidió convertir su sede en una casa manigua.
Para Alejandro Echeverri Restrepo, jefe de Urbam, el propósito de estas siembras y la intervención en las zonas duras de la casa es generar jardines que incrementen la biodiversidad en los entornos urbanos. "Esto era un lugar para parquear carros y lo cambiamos por un jardín funcional para sembrar estas especies tan importantes como la Calliandra Medellinensis. Es un hito en la celebración de los 10 años y lo que estamos preguntando con esta acción es ‘¿cómo vamos a reverdecer y enriquecer la ciudad a partir de la conciencia y la acción en cada uno de los lugares donde vivimos nosotros?’", manifestó.
El árbol fue descubierto en 1927 por Rafael Toro, fundador del herbario Medel de la Universidad Nacional. Los especímenes recolectados en la ciudad permitieron que en el año 1936 los investigadores norteamericanos Nathaniel Lord Britton y Joseph Nelson Rose lo nombrarán Calliandra Medellinensis, por la belleza de sus estambres y en referencia al lugar donde fue observado.
De acuerdo con la descripción de los botánicos, su néctar suele atraer a insectos y aves, puede vivir hasta 60 años y los más grandes llegan a medir unos seis metros. Según el Sistema de Árbol Urbano de Medellín y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (SMA), en la región solamente se han identificado 68 de estos individuos arbóreos, 47 en Medellín.
"Siendo una especie nativa, además amenazada, es bien importante para el Jardín Botánico no solo la conservación sino su propagación. La dificultad que hay con esta planta es que sus semillas no siempre son viables. Esto implica que tengamos que hacer su propagación a través de esquejes y otras estrategias. Esto es un proceso de mucho cuidado", mencionó Claudia Lucía García Orjuela, directora del Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe, presente en la siembra.
Desde el año 2019, el Jardín viene realizando la domesticación, crecimiento y desarrollo de las 40 plántulas de Calliandra Medellinensis en su vivero de producción, dedicado exclusivamente a las especies nativas para el repoblamiento. Expertos botánicos en palinología -estudio del polen y las esporas- que han investigado las posibles causas de la disminución del arbusto, señala que la falta de un polinizador natural, la contaminación ambiental o la presencia de algún patógeno podrían influir.
La Casa Manigua
El concepto de permacultura que es aplicado en la Casa Manigua de Urbam, es una forma de convivir con la naturaleza garantizando el sostenimiento de los hábitats. De acuerdo con los urbanistas, esto permite a diseñar territorios funcionales y en armonía con la vida.
"Nosotros lo que pensamos con la Casa Manigua es que el paisaje, además de ornamental, debe tener alta funcionalidad ecológica y algún uso comestible. Tenemos plantas que son de un valor histórico muy profundo, por ejemplo, los bores (Alocasia macrorrhiza) que han sido las primeras plantas domesticadas por el ser humano para la producción de carbohidratos y hacían parte de nuestra dieta", cuenta Carla Bajonero Bedoya, directora de Musa del Trópico y especialista en agroecología y diseño de sistemas ecológicos, quien Junto a Madretierra Permacultura y Urbam participó en el diseño del jardín funcional.
Precisamente, la Calliandra Medellinensis, que se incorpora al jardín, está acompañado de otras especies de flora como bore verde y morado, bijao, jengibre, papaya, ají, guayacán blanco, entre otras plantas del ecosistema urbano que también son hospederas de mariposas o atraen insectos y aves.
"Una ciudad más sensible al agua y a la biodiversidad. Una ciudad para las monarcas, los colibríes, no solo los humanos sino también para los seres que nos acompañan en este ecosistema. Este es un muy buen ejemplo de lo que para Urbam es muy importante: el paisaje no solo es naturaleza, es territorio y representación", dijo Juan Sebastián Bustamante Fernández, coordinador de Proyectos del Centro de Estudios, también presente en el acto de siembra del Carbonero Antioqueño, hoy bajo la mirada de entidades como la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín que buscan identificar más ejemplares que permitan su conservación.
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