Históricamente, la sociedad ha establecido unas divisiones en el trabajo para hombres y mujeres. Las labores domésticas fueron asignadas predominantemente a las mujeres, situación que ha afectado y continúa afectando la calidad de vida de esta población en sus demás esferas.
El trabajo doméstico y cuidado no remunerado es aquel que se realiza sin pago alguno. Contempla el trabajo doméstico y sus actividades, y labores de cuidado de niños y niñas, adultos mayores, personas con discapacidad o enfermas (ONU Mujeres, 2015).
Actualmente, la producción del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados equivale al 20% del PIB colombiano; lo que significa que si este trabajo se pagara sería el sector más importante de la economía, según el DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística).
Una investigación realizada por la docente e investigadora Catalina Gómez Toro, de la Universidad EAFIT, mostró, en conjunto con datos del DANE, cuánto sería el valor económico del TDCNR comparado con el valor agregado de los grupos de actividades más representativos de la economía colombiana, llegando a un total de $185.722 millones de pesos, estando por encima de la industria manufacturera e inmobiliaria, y algunos subsectores del comercio, la salud y la educación.
Punto de partida para reconocer el trabajo doméstico y cuidado no remunerado
En el año 2010 se creó La Ley 1413, por medio del decreto 240, que regula la inclusión de la economía del cuidado en el Sistema de Cuentas Nacionales con el objeto de medir la contribución de la mujer en el desarrollo económico y social del país, y como herramienta para la definición de políticas públicas (DANE, 2022).
En el marco del cumplimiento de esta ley, el DANE creó la Cuenta Satélite de Economía del Cuidado (CSEC), desde la que se identificaron, entre las labores no remuneradas las siguientes categorías: suministro de alimentos; mantenimiento de vestuario; limpieza, mantenimiento y reparación en el hogar; compra y administración; cuidado y apoyo a personas del hogar y el voluntariado.
La identificación de estas funcionalidades del trabajo no remunerado ha sido fundamental para evaluar, en términos económicos, los indicadores de estas labores, tener el sustento para actuar sobre la problemática y entender sus variaciones y características.
Desventajas para la mujer desde la economía
Juan Camilo Chaparro, Doctor en Economía aplicada de la Universidad de Minessota y docente de la Escuela de Economía y Gobierno de la Universidad EAFIT, explicó frente al tema que, si hombres y mujeres en Colombia tuvieran una mayor equidad en el acceso a empleo, las distribuciones de las tareas no remuneradas en el hogar serían más equitativas, pero el mercado del trabajo penaliza fuertemente a las mujeres.
Otro de los datos que priorizó el docente frente al panorama actual de esta brecha de desigualdad en el empleo es que “está ocurriendo una paradoja en Colombia y es que, en la actualidad, las mujeres están logrando en promedio tener más educación que los hombres, pero debido a las barreras de acceso al trabajo formal que tienen, estamos desaprovechando ese potencial”, sostuvo.
Soluciones y propuestas en marcha
Uno de los proyectos a los que pertenece la Universidad EAFIT es la Alianza Empresarial por la Equidad de Género, una iniciativa regional conformada por once organizaciones públicas y privadas. Entre sus acciones está la generación de conocimiento y actualmente se encuentra realizando una investigación para la identificación de buenas prácticas y estrategias de equilibrio de vida laboral, personal y familiar de la mujer.
Carolina Lopera Tobón, Abogada y Magíster en Ciencias Políticas y docente de la Universidad EAFIT, y quien hace parte de esta Alianza Empresarial, nombró algunas de las acciones que se están proponiendo desde el sector privado.
“Las empresas están planteando estrategias como la flexibilidad laboral, enfocada en modalidades como el teletrabajo y el análisis sobre cómo se puede aumentar la licencia de paternidad, para que en esos momentos iniciales del cuidado de niños y niñas los hombres se involucren cada vez más”, dijo la docente.
“También existen estrategias muy específicas, por ejemplo, la política de igualdad de género planteó que una de las maneras para reducir el trabajo doméstico era la entrega de algunos electrodomésticos que hacen más sencillas ciertas tareas. Un ejemplo son las lavadoras, ya que lavar la ropa es una de las tareas que más tiempo requiere”, añadió.
Como parte de esta transformación, el docente Juan Camilo Chaparro también se pronunció frente a la responsabilidad del hombre en el reconocimiento de la problemática: “Los hombres hemos sido tan privilegiados históricamente que damos por hecho muchas cosas que no lo son. Hace solo una generación, por ejemplo, solo los hombres teníamos la posibilidad de estudiar. El deber es corregir esa inequidad histórica”.
Finalmente, y como parte del reconocimiento de la conmemoración del trabajo doméstico no remunerado, los profesionales de la Universidad EAFIT hacen un llamado a las personas a actuar no sólo desde las decisiones de las políticas públicas y privadas, sino a hacer un trabajo desde lo cotidiano, lo que nos rodea, que contribuya a eliminar los sesgos que han sido sostenidos generacionalmente.
Recomendados para entender sobre el tema de las brechas de género y el trabajo y cuidado no remunerado en Colombia.
Obra: Mucho camello, poco empleo. Por qué el trabajo de las mujeres en Colombia es escaso, desvalorado y mal remunerado. Autoras: Laura Porras-Santanilla y Natalia Ramírez-Bustamante.
Proyecto Quanta- Cuidado y Género. Iniciativa desarrollada por la Pontificia Universidad Javeriana en colaboración con la Universidad de los Andes y el DANE. Por medio de un análisis multidisciplinar busca contribuir al debate público para el diseño de políticas que prioricen la inversión en servicios de cuidado y promuevan la equidad de género en Colombia.
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Alejandro Gómez Valencia
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