En 2016 el escándalo saltó a los titulares de diarios y noticieros de todo el mundo. El Departamento de Justicia de Estados Unidos había realizado una investigación sobre la constructora brasileña Odebrecht, y había comprobado que, durante los 20 años anteriores, la multinacional pagó sobornos en 12 países para obtener beneficios en contrataciones públicas.
La situación salpicó a políticos, empresarios y funcionarios de toda Latinoamérica e, incluso, de lugares tan distantes como Angola y Mozambique, y se convirtió en el escándalo de corrupción más grande -hasta ahora- en el sector de la infraestructura.
Pero, además de los impactos que esta problemática generó en materia de gobernabilidad, confianza, transparencia, costo social o acciones judiciales, ¿se pudo determinar cuál fue la verdadera magnitud de estos sobornos y los aprendizajes que dejó para el campo de la economía?
Ese fue el interrogante que dio pie a la plenaria Infraestructure and corruption. New evidence and policies from Latinamerica, en la que Eduardo Engel, expresidente de Espacio Público y profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Chile, compartió sus hallazgos tras varios años dedicados a la investigación de este caso.
El primer acercamiento lo hizo a nivel global: “en el mundo se pagan, cada año, entre 1.5 y dos trillones de dólares en sobornos en materia de infraestructura, lo que representa un 2% del Producto Interno Bruto Global y afecta hasta en un 30% a este sector. Sin embargo, esta es solo una pequeña parte, porque la corrupción en infraestructura se puede presentar en diferentes estados que incluyen desde la selección y el planeamiento, hasta las licitaciones y postlicitaciones”, explicó.
Y en el caso particular de Odebrecht, este dejó aprendizajes importantes para la academia, especialmente en la forma como la multinacional con sede en Brasil innovó en materia de sobornos, creando una división dedicada, tiempo completo, al pago de estos.
Otro de los elementos diferenciadores de este caso es que los sobornos no solo se hicieron para obtener condiciones favorables en los contratos, sino también en las renegociaciones, “lo que resultó en el aumento de los costos proyectados y, por ende, en la constante búsqueda de rescates financieros que impulsaran a los contratistas implicados”, señaló Engel.
Lo anterior también evidenció que tanto los sobornos como las ganancias obtenidas en estos proyectos fueron mucho menores que los costos que implicaron las constantes renegociaciones, lo que debe llevar a las economías globales a plantearse posibles reformas y frentes de acción para evitar que este método de corrupción se vuelva común en el sector de infraestructura.
Por ahora Eduardo Engel propone algunas acciones como publicar las modificaciones a los contratos, abrir las licitaciones competitivas para trabajos adicionales y realizar seguimientos a las renegociaciones con el apoyo de juntas u organismos independientes.
La plenaria del académico chileno hizo parte de la programación del tercer día de actividades del Congreso de la International Economic Association (IEA), que también incluyó otras sesiones sobre soluciones regionales para desafíos globales, salud, educación y bienestar, y experimentación e innovación en el mundo económico. El Evento irá hasta el viernes 15 de diciembre en la Universidad EAFIT.