“Llegó diciembre con su alegría, mes de parrandas y animación”, dice la canción interpretada por Lucy Figueroa. La Navidad, cargada de luces, música y reuniones familiares, es una época que aviva intensamente las emociones. Estas semanas pueden despertar tanto sentimientos de bienestar y alegría como de estrés y nostalgia. La clave, según Juliana Andrea Lenis Muñoz, psicóloga de Desarrollo Estudiantil de EAFIT, está en entender que estas emociones son una respuesta natural a los estímulos sociales y culturales que rodean esta temporada festiva.
Un factor significativo que influye en esta época es la constante exposición a los elementos navideños: decoraciones, rituales y reuniones familiares que evocan recuerdos y experiencias pasadas, sin embargo, no todas las emociones son positivas. Las dinámicas familiares pueden generar conflictos o reactivar heridas emocionales, mientras que las expectativas sociales y económicas pueden derivar en estrés y frustración, especialmente ante la presión de cumplir con ideales inalcanzables.
La psicóloga destaca que los excesos, ya sean en gastos, comida o actividades sociales, tienden a ser una reacción compensatoria a las expectativas creadas. Este comportamiento puede ocasionar afectaciones físicas y psicológicas, desde alteraciones en el sueño y la alimentación hasta sentimientos de insatisfacción y culpa. Reconocer estas dinámicas permite anticipar y gestionar mejor las emociones asociadas.
“Al ser una época que demanda mayor nivel de actividad social, se empieza a comer y a gastar más. Todo esto genera ciertas emociones como el estrés y la angustia. Esa percepción de expansión en lo económico y en lo social lleva a pensar que ‘tengo que dar más’, y ‘tengo que estar en esa lógica’. Todo esto favorece la respuesta emocional”, explica Juliana.
Así mismo, el consumo excesivo de alcohol también provoca dificultades, ya que es un depresor del sistema nervioso central. Esto puede causar lagunas en la memoria, caídas y alteraciones metabólicas. Diana Carolina Gómez Restrepo, jefa de Servicio Médico y Seguridad y Salud en el Trabajo de EAFIT, recomienda “planificar las comidas, proponer varias opciones gastronómicas saludables, controlar las cantidades y practicar el autocontrol, pues comer en exceso o consumir grandes cantidades de azúcares y grasas puede ocasionar una descompensación metabólica, lo que eleva el azúcar en la sangre, causa problemas de presión arterial, enfermedades coronarias, dificultades para dormir y afecta el estado de ánimo, generando ansiedad o angustia”.
Otros asuntos que pueden afectar en esta época son las situaciones que se presentaron a lo largo del año. Al ser un momento donde se suelen hacer balances de cierre, reflexión e introspección, es probable que se activen algunas emociones y que aparezcan otras nuevas asociadas.
“En esta época aparecen recuerdos positivos y negativos para quienes han experimentado pérdidas o cambios significativos. La Navidad puede intensificar mucho los sentimientos de tristeza y de nostalgia. Además, la época navideña es de excesos, entonces hay una cultura consumista asociada que fomenta esa búsqueda de gratificación inmediata”, afirma Daniela Betancur Rodríguez, psicóloga de la Área de Educación Virtual de la Universidad de Antioquia .
Además de tener el autocontrol, también podemos ayudar a quienes están en situaciones emocionales complejas o que tengan tendencia a los excesos. El primer paso para prestar ayuda es el diálogo y la concertación antes de las celebraciones para llegar a acuerdos.
Según la psicóloga Juliana, se pueden usar estrategias como no incluir licor en las festividades, si es el caso de una persona que se sobrepasa en este sentido. “Si se trata de alguien que esté pasando por una situación difícil, como un duelo o algo emocionalmente fuerte, hay que acompañarlos, estar pendientes a través de llamadas, mensajes, invitarlos a actividades, pero tener en cuenta que esté dentro de nuestras posibilidades, sin prometer lo que no podemos cumplir”. Se recomienda, además, no pretender obligar a las personas a hacer algo que no quieran hacer, como participar en las festividades. Se trata de darles la opción de no hacerlo, “ya vendrán otras navidades y otros momentos en los que quieran compartir”, concluye.
¿Cómo nivelar las emociones para no llegar a los excesos?
Para evitar caer en los excesos, Juliana Andrea Lenis sugiere practicar el autoconocimiento. Identificar cómo ha sido el año y en qué estado emocional, económico y social se encuentra cada persona, permite ajustar expectativas y tomar decisiones más realistas. Por ejemplo, en lugar de gastar más de lo posible en regalos, se puede optar por manifestaciones de afecto que no impliquen grandes inversiones económicas.
“Si económicamente no estoy en buenas condiciones, tampoco debo exigirme estar en una situación diferente a la actual. Puedo llegar a acuerdos con las personas y colaborar de otra forma, o manifestarme de una manera distinta, desde mis posibilidades personales. Si tengo una habilidad manual o artística, puedo aprovechar eso en estos espacios. Un regalo no necesariamente debe ser un bien material, es una demostración de afecto que se puede expresar de muchas maneras”, destaca Juliana.
Otro aspecto clave es aceptar que la Navidad no tiene el poder mágico de transformar relaciones o estados de ánimo de forma inmediata. Los cambios personales y las dinámicas familiares requieren tiempo y esfuerzos continuos. Forzarse a sentirse feliz o tratar de cumplir con expectativas ajenas solo incrementa la presión emocional.
“Es fundamental que las rutinas no cambien de forma abrupta en esta época. Mantener un sueño adecuado, una alimentación equilibrada y no abandonar la actividad física contribuyen al bienestar emocional y físico. También es esencial aceptar que no todas las navidades serán perfectas ni iguales a las anteriores. Los tiempos cambian, las etapas emocionales varían, y las personas que nos acompañan pueden no ser las mismas. Permitirnos sentir tanto emociones positivas como negativas es parte de la experiencia humana”, señala Daniela.
También se recomienda evitar tomar decisiones trascendentales bajo el efecto de las emociones navideñas. Estas decisiones, influenciadas por el entusiasmo del momento, pueden carecer de la reflexión necesaria para ser sostenibles a largo plazo. Una pausa para pensar con calma asegura que estas elecciones estén alineadas con los verdaderos deseos y capacidades de cada uno.
Finalmente, las psicólogas invitan a ver la Navidad como una oportunidad para cuidar tanto de uno mismo como de los demás. Esto implica establecer límites claros y realistas, y estar atentos a las necesidades emocionales de los seres queridos. Dialogar y llegar a acuerdos en familia, como reducir el consumo de licor o redefinir la importancia de los regalos, puede marcar una gran diferencia.
Tips para tener en cuenta en la Navidad a la hora de manejar los excesos y las emociones
1. Reconocer el estado emocional actual: antes de tomar cualquier decisión es fundamental reconocer las emociones. Esto permite poner límites y tomar decisiones más alineadas el bienestar de cada cual.
2. No forzarse más allá de las posibilidades: durante las festividades, no hay que exigirse más de lo que realmente se puede dar o disfrutar. No todas las experiencias navideñas tienen que ser perfectas o cumplir con ciertas expectativas. Hay que ser flexibles con lo que se puede vivir en ese momento.
3. Negociar con uno mismo: aceptar que es difícil no caer en excesos, pero intentar encontrar un equilibrio. Se pueden negociar los límites personales en cuanto a comida, actividades o comportamientos. Reflexionar sobre hasta dónde se está dispuesto a llegar para no sentirte mal posteriormente.
4. Evitar conductas compensatorias: las conductas compensatorias, como hacer ejercicio extremo para "compensar" lo que se consumió en exceso pueden tener efectos negativos a corto o largo plazo. Es mejor reconocer las posibilidades y no caer en la trampa de tratar de "arreglar" lo que se hizo mal.
5. Ser realista con las expectativas: aceptar que la Navidad no va a ser mágica solo por tener decoraciones o seguir ciertas tradiciones. Es importante ser realista con lo que se puede y no se puede permitir, sin esperar un cambio drástico solo por la época.
6. Evitar decisiones trascendentales bajo el impacto de las emociones: las emociones intensas que a menudo se viven en Navidad pueden nublar el juicio. No tomar decisiones importantes como reconciliaciones apresuradas o cambios radicales, sin antes reflexionar cuando se esté más tranquilo. Las decisiones tomadas impulsivamente pueden no ser sostenibles a largo plazo.
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Alejandro Gómez Valencia
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