¿Qué tareas deben delegarse a la inteligencia artificial (IA) y cuáles deben permanecer en manos humanas para expandir la capacidad de aprendizaje? Bajo el lema IA y educación: preservar la autonomía en un mundo automatizado, la UNESCO celebra el Día Internacional de la Educación 2025, que desde 2018 tiene lugar cada 24 de enero. Este llamado invita a reflexionar sobre cómo los sistemas educativos pueden adaptarse a los avances tecnológicos sin comprometer su misión formativa, fomentando una conciencia crítica y ética.
Con motivo de esta fecha, Claudia Restrepo Montoya, rectora de EAFIT, destaca la importancia de combinar la inteligencia artificial con la inteligencia artesanal. “Finalmente somos nosotros, los humanos, quienes, a través de nuestras preguntas e interacciones, alimentamos una inteligencia artificial que nos humanice y que sea una gran potenciadora de aprendizaje”, afirma.
La Rectora subraya además la necesidad de que los educadores adopten una postura abierta y flexible frente a estas herramientas, reconociendo su potencial para optimizar la enseñanza y la gestión del tiempo. Según la directiva, "no temerle" a la inteligencia artificial implica repensar métodos de evaluación y fomentar una interacción más audaz entre docentes y estudiantes.
Por su parte, Paola Podestá Correa, vicerrectora de Aprendizaje de la Institución, enfatiza que, aunque la incorporación de tecnología en la educación no es un fenómeno nuevo, la velocidad con la que la IA avanza representa un desafío único. Para las universidades, esto requiere adaptarse rápidamente a una generación que, a pesar de su inmersión en lo digital, no siempre posee las competencias tecnológicas necesarias al ingresar a la educación superior.
“El papel de las universidades es estar despiertos y permanentemente expuestos al nuevo conocimiento, a los avances y a comprender cómo se usa la IA. Además, conversar entre nosotros para compartir mejores prácticas”, explica la vicerrectora. En el caso de EAFIT, destaca la labor realizada a través de la Alianza 4U, donde diferentes universidades han trabajado juntas en un manifiesto que define lineamientos generales y establece una postura conjunta frente a la IA.
En cuanto a otros retos, José Alejandro Betancur Álvarez, director de Nodo, el centro de formación en nuevas tecnologías de EAFIT, señala que la educación universitaria enfrenta el desafío de adaptar los currículos para articular competencias digitales con el pensamiento crítico y el rigor académico. Este equilibrio demanda formar estudiantes capaces de usar herramientas de IA de manera adecuada, mientras desarrollan habilidades metacognitivas que les permitan decidir cuándo apoyarse en estas tecnologías y cuándo priorizar su capacidad analítica.
Según el directivo, preservar la autonomía humana implica “fortalecer el pensamiento crítico y la capacidad de tomar decisiones independientes, entendiendo las herramientas de IA como auxiliares y no como sustitutos del juicio humano. Desarrollar una comprensión profunda de los fundamentos éticos y filosóficos que guían la toma de decisiones humanas y fomentar la creatividad y la innovación como aspectos distintivamente humanos que no pueden ser replicados por la automatización”.
La inteligencia artificial: una aliada para la educación superior
De acuerdo con la nota conceptual publicada por la UNESCO en el Día Internacional de la Educación 2025, la inteligencia artificial está transformando múltiples áreas de la educación superior, desde la enseñanza hasta los procesos de admisión y certificación: “Las herramientas de IA contribuyen a recopilar y analizar grandes conjuntos de datos educativos para orientar la asignación de recursos e influir en decisiones tan variadas como la asignación de docentes, la planificación de calendarios académicos, la orientación profesional y psicológica, y la proyección de deserción escolar”, afirma el documento.
Una de las mayores potencialidades de la IA en la educación es su capacidad para fortalecer modelos como el aprendizaje experiencial, según señala Paola Podestá. Simulaciones, retos interactivos y herramientas basadas en IA pueden enriquecer el proceso formativo, proporcionando a los estudiantes experiencias más inmersivas y personalizadas. Todo esto requiere un esfuerzo continuo por parte de las universidades para mantenerse actualizadas y garantizar que los docentes estén preparados para aprovechar estas tecnologías de manera efectiva.
En esto coincide José Alejandro Betancur, quien señala un apoyo positivo de la IA a la educación con la “personalización del aprendizaje mediante sistemas adaptativos que identifiquen las necesidades individuales de cada estudiante; la automatización de tareas administrativas y de evaluación básica, permitiendo que los docentes se enfoquen en aspectos más complejos de la enseñanza; la creación de recursos educativos más dinámicos e interactivos que faciliten la comprensión de conceptos complejos; y el análisis de datos educativos para identificar patrones de aprendizaje y áreas de mejora en tiempo real”.
El lema de este año para el Día Internacional de la Educación es, en esencia, un recordatorio de que la IA debe ser una aliada, no un sustituto, en el proceso educativo. Su papel como herramienta en constante evolución debe ir acompañado de una supervisión cuidadosa y de una reflexión continua sobre su impacto en la formación de las futuras generaciones.
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Alejandro Gómez Valencia
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