Muchas cosas tienen que pasar para que suceda una sola. Antes de que Mahiro Miyashita decidiera viajar de Japón a Colombia para realizar una pasantía, tuvo que leer Cien años de soledad para luego enamorarse de la literatura latinoamericana. Lo que motivó a Ángel Camarrillo Fonseca para viajar a Medellín desde México, fue la decisión de aprovechar una de las oportunidades que ofrece su universidad: una alianza con EAFIT, en Colombia, que le permitiría complementar su plan de estudios y nutrirse de otras culturas.
Estas son solo dos de las 105 historias de jóvenes estudiantes que coinciden en el mismo espacio al mismo tiempo: hoy, todos hacen parte del grupo de foráneos que inician un semestre académico en EAFIT. 63 provienen de otros países y 42 de diversas regiones de Colombia.
Los intercambios de EAFIT son un asunto de vieja data, es algo que comenzó a finales de la década de los años 90 y que se ha fortalecido con el paso de los años, posicionando a la Institución como un referente en temas de intercambios estudiantiles en Colombia. Según Cristina Robledo Ardila, jefa de Internacionalización de la U, “hoy tenemos un programa muy consolidado, que tiene una continuidad semestre a semestre con muchos aliados internacionales y donde los estudiantes nos buscan, no por el atractivo que tiene la ciudad en la actualidad, sino porque EAFIT es reconocida por su calidad y su posicionamiento en el ámbito internacional lo que hace que recibamos estudiantes de universidades muy buenas”.
Mahiro, que viene de Tokyo University of Foreign Studies (TUFS) decidió hacer un intercambio en Literatura pues al interés por las letras japonesas le siguió el gusto por las latinoamericanas: “Yo quería trabajar o estudiar a Latinoamérica, pero no sabía a cuál país. Como me interesaba el realismo mágico y en Japón no hay muchos estudios para la literatura latinoamericana, entonces decidí venir a Colombia”. Las cosas le terminaron de cuadrar cuando supo que su universidad tiene un convenio con EAFIT.
Ángel, que estudia mercadotecnia en el Tecnológico de Monterrey, aprovechará el intercambio para completar su formación con materias de varios pregrados que no puede ver en su universidad. “Matriculé marketing político, producción de contenidos audiovisual, diseño avanzado de experiencia de marca, experiencia de usuario y una más de arquitectura de información”, dice.
42 foráneos colombianos
Pero el atractivo no solo resulta para los extranjeros, pues la cifra de estudiantes nacionales que quieren cursar un semestre en EAFIT no es menor. Sebastián Caicedo Neira, estudiante de Finanzas de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, es uno de los 42 colombianos que cursarán un semestre de intercambio. “Me gustó demasiado el pénsum y también el campus. Y la Institución es una muy buena universidad a nivel nacional. Este semestre me inscribí a microeconomía, cálculo integral, álgebra lineal, y fundamentos de programación. Siento que esto me aporta en mi vida profesional y personal, porque podré hacer alguna conexión que ayude en un futuro”, explica.
Estudiando Negocios Internacionales en la Universidad del Norte de Barranquilla, Valeria Bonilla Lanza se enteró de la relevancia de la Escuela de Administración de EAFIT, “entonces por eso me motivé a venir acá. Desde lo académico siempre me pareció bastante importante, ya que estar en una de las mejores universidades del país obviamente me ayudará a instruirme mucho mejor”.
Los 281 convenios que tiene EAFIT comprenden 204 instituciones en 33 países. 138 de esos convenios pueden ser utilizados por los estudiantes para intercambio. Para el caso nacional, hay diversos convenios.
“Tal vez uno de las más relevantes es el Sígueme, del que hacen parte muchas universidades y bajo el cual un estudiante puede hacer su semestre en una institución que haga parte del convenio en el país, pagando sus costos de matrícula local y sus materias son reconocidas posteriormente. Otro convenio que venimos promoviendo muy activamente a nivel nacional es el 4U mobility. 4U es nuestra gran alianza de la que hacen parte CESA, ICESI, Uninorte y EAFIT y que nos ofrece la posibilidad de que nuestros estudiantes realicen uno o hasta dos semestres en alguna de estas universidades, donde no solamente hay una excelente calidad académica sino también unos ecosistemas de región muy interesantes para explorar”, explica la jefa de internacionalización de EAFIT.
Más importante que el número de convenios que pueda tener EAFIT con otras instituciones del mundo, es la calidad de estos aliados, pues lo que se busca es ofrecer a los eafitenses opciones de muy buena calidad en el exterior, pero también se pretende que los que lleguen vengan de universidades excelentes. Cristina Robledo agrega que, a la hora de realizar una alianza de este tipo, “nos fijamos en la afinidad, pues el tema de los valores institucionales de un aliado potencial es clave. Estamos muy enfocados en crear relaciones que generen valor y que no solamente generen oportunidades de intercambio, sino que también puedan ser fuente de pares para investigación de nuestros profesores, que puedan ser sujetos de actividades para internacionalización del currículo, que tengan un potencial de ir más allá y sobre todo esa afinidad en la visión estratégica de la educación como propósito y de generar valor para las dos partes”.
Los freemovers
Además de los estudiantes que llegan por convenio, hay otros que lo hacen bajo una categoría que se llama Freemovers, y son los que se enteran de la Universidad por algún medio y deciden pagar un semestre de experiencia en EAFIT. Es el caso de Ana Catalina Sosa Hülsse, una joven colombo-alemana que quiso tener su primera experiencia universitaria en EAFIT. “En Alemania es muy usual tomarse un año para hacer algo y originalmente mi idea era viajar. Este semestre voy a ver algunas materias de matemáticas y un laboratorio de cultura que me recomendaron mucho”. Ana llegó a Colombia seis meses atrás, y luego de una experiencia bastante enriquecedora decidió prolongar su estancia un semestre más.
Sean freemovers o por convenio, nacionales o extranjeros, muchos coinciden en la impresión que les causa el campus y el conjunto armónico que logran la arquitectura con la vegetación. Lo que más impactó a Mahiro fue ver ardillas revoloteando en los árboles, “fue increíble porque en Tokio casi no hay naturaleza, las vi por primera vez en mi vida. Este campus es increíble pues puedo conectar con la naturaleza”.
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Alejandro Gómez Valencia
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