Con el propósito de comprender en mayor profundidad la informalidad económica en el país, investigadores de EAFIT, la Universidad del Norte y el Observatorio de Políticas Públicas (POLIS) de la Universidad Icesi desarrollaron el proyecto Prácticas Empresariales en la Economía Informal. Esta iniciativa, enmarcada en la convocatoria de proyectos de investigación de la Alianza 4U —integrada por las universidades EAFIT, Cesa, Uninorte e Icesi—, analizó el fenómeno en tres regiones de Colombia: Andina (Medellín), Pacífica (Cali) y Caribe (Barranquilla y Cartagena), identificando tanto patrones comunes como diferencias significativas entre las ciudades.
La realidad de los trabajadores informales en Medellín se caracteriza por una alta permanencia en esta condición: el 45.51 % de los encuestados lleva más de 20 años en la informalidad; mientras que el factor predominante en Cali es que más del 30 % de los trabajadores informales sobrepasa los 50 años.
Otro de los hallazgos más relevantes del estudio es que la economía informal no puede entenderse como un sector homogéneo. Factores como la migración, la etnicidad y el género influyen en la forma en que los vendedores informales gestionan sus negocios y enfrentan las barreras del día a día. “Se evidenció que la informalidad puede tener distintos matices según el contexto, reflejados principalmente en las prácticas organizativas, las regulaciones locales y las redes de apoyo disponibles”, explica Norida Vanegas-Chinchilla, investigadora principal del proyecto y profesora de EAFIT.
En Medellín, por ejemplo, el 51.93 % de los encuestados afirmó trabajar en grupos organizados, mientras que en Cali este porcentaje apenas alcanza el 5 %. Esta diferencia muestra que en algunos territorios la asociatividad es una estrategia clave para enfrentar la inseguridad y las dificultades económicas, mientras que, en otros, la falta de organización dificulta la interlocución con el sector público y el acceso a beneficios colectivos.
Otro desafío destacado en la investigación es el acceso al crédito. En todas las ciudades estudiadas, se evidenció que muchos trabajadores informales recurren a mecanismos de financiamiento informal debido a la falta de acceso a la banca tradicional. Esta situación genera un ciclo de endeudamiento que compromete la estabilidad económica y agrava la precariedad laboral. Frente a este panorama, la educación financiera y la creación de alternativas de crédito accesibles se identificaron como estrategias clave para mejorar las condiciones de este sector.
El estudio también subraya la importancia de diseñar políticas públicas con un enfoque interseccional que reconozca las diferencias regionales y las particularidades de los trabajadores informales. Solo a través de estrategias adaptadas a cada contexto, junto con el fortalecimiento de la asociatividad y la inclusión financiera, será posible avanzar hacia un desarrollo más equitativo y sostenible, mejorando la calidad de vida de quienes dependen de la economía informal para subsistir.
Contrastes entre ciudades
Las principales razones de los habitantes de Medellín que optan por este tipo de trabajo incluyen el desempleo (44.54 %), la independencia económica (26.47 %) y las oportunidades de mercado (34.03 %). A pesar de las condiciones precarias en las que operan, estos trabajadores han desarrollado redes comunitarias que les permiten mitigar algunos de los riesgos asociados a la informalidad, como la inestabilidad financiera y la falta de protección social.
En Cartagena, la situación de los mototrabajadores representa un caso particular dentro de la economía informal. La discriminación y la falta de oportunidades en el mercado laboral formal han llevado a muchos jóvenes y adultos a desempeñarse en esta actividad como una estrategia de supervivencia, sin embargo, enfrentan múltiples desafíos, entre estos la estigmatización, la inseguridad y la dependencia de mecanismos de financiamiento informal, como los préstamos "gota a gota". En este contexto, la organización colectiva ha sido clave para mejorar sus condiciones laborales y fortalecer su protección ante los riesgos que enfrentan diariamente.
Por su parte, en Barranquilla la economía informal es heterogénea, con distintos grupos de emprendedores que enfrentan dificultades específicas. Factores como el género, el nivel educativo y el tamaño del hogar influyen en las oportunidades y barreras que experimentan. “A pesar de la presión económica y el impacto de factores externos, como la amenaza de violencia y extorsión, su resiliencia es notable. La mayoría confía en su capacidad para superar adversidades, en gran parte gracias a redes de apoyo y al aprendizaje derivado de experiencias pasadas”, señala Jana Schmutzler de Uribe, profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad del Norte e investigadora del proyecto.
En Cali, la investigación mostró que la economía informal es, en muchos casos, la única opción viable para una población envejecida sin acceso a pensiones ni seguridad social, lo que subraya la necesidad de políticas públicas que aborden la vulnerabilidad de este grupo. “Lo preocupante es que la mayoría no cotiza seguridad social, y los migrantes han encontrado en la informalidad un mecanismo de generación de ingresos. Además, la vulnerabilidad de los vendedores trasciende a su núcleo familiar: el 76 % de las mujeres encuestadas afirma que sus hijos menores de edad las acompañan al trabajo. Las ventas informales en el espacio público representan una alternativa ante las barreras de acceso al mercado laboral formal y se convierten en un mecanismo de generación de ingresos”, afirma Valeria Trofimoff López, líder de la División de Narrativas Académicas y Comunicación Basada en Datos de POLIS Icesi.
Para las investigadoras, la importancia de trabajar en alianza fue otro de los aspectos clave del estudio. La colaboración entre la Universidad EAFIT, la Universidad Icesi y la Universidad del Norte, en el marco de la Alianza 4U, permitió combinar metodologías cuantitativas y cualitativas para obtener un panorama más amplio y detallado de la economía informal en diferentes regiones. Además, la participación de estudiantes de pregrado, maestría y doctorado fortaleció la formación investigativa en este campo y promovió la apropiación social del conocimiento. Asimismo, el estudio facilitó la vinculación con actores clave en diversas regiones, como asociaciones de trabajadores informales y organismos internacionales, fortaleciendo así la articulación entre la academia y los sectores involucrados en esta problemática.
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Alejandro Gómez Valencia
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