El más adulto de los milenials tiene hoy unos 39 años y, según Beatriz Arroyave Toro, directora corporativa de Desarrollo Humano de Postobón, son ellos los que están ocupando los cargos de gerencias altas y medias de las empresas en la actualidad. Sin embargo, como parte de ese mismo ciclo, y como lo hicieron en su momento los Baby Boomers, la Generación X, o los mismos milenials, una nueva camada de profesionales está comenzando a llegar a las compañías para aportar sus conocimientos y experiencias: los centennials, y con ellos nuevos retos, aprendizajes y, sobre todo, oportunidades de crecimiento.
Se trata de una generación que comparte muchas de las características e imaginarios de sus antecesores pero que, en ellos, se acentúan aún más. Así lo demostró, por ejemplo, un estudio que realizó la Dirección de Mercadeo Institucional de EAFIT con el apoyo de la agencia de investigación Etnológica, y en el que se pudieron identificar algunos de sus rasgos.
“Algunas clasificaciones de Estados Unidos ubican a los centennials —o Generación Zeta— como las personas nacidas desde el 2001 o en adelante, mientras que la de Australia sostiene que son los nacidos desde 1995. Si nos basamos en esta última, los más viejos de esta generación tienen aproximadamente 24 años y ya están ingresando al mercado laboral con unas características que pueden ser tanto positivas como negativas”, expresa Eduardo Cárdenas Echeverri, director de investigación de Etnológica.
Según este académico, uno de esos elementos es la relación tan fuerte que tienen con la tecnología, pues al ser nativos digitales esto puede traducirse como una habilidad en el trabajo.
“Otra característica es un cuestionamiento constante de lo que hacen. Los centennials no solo siguen instrucciones, sino que necesitan saber el porqué, el para qué, o la razón de ser de esa tarea dentro de todo un sistema. Y son muy críticos frente a las cosas que sienten que no aportan valor”, agrega el antropólogo.
Adicionalmente, afirma que son personas que legitiman la autoridad con respecto al conocimiento y no la antigüedad; y que tienen muy presente el dogma del emprendimiento —también heredado de los milenials—, por lo que difícilmente se proyectan durante largo tiempo en una compañía.
Frente a los rasgos o características más desafiantes, Eduardo se refiere, especialmente, a su poca paciencia y tolerancia a la frustración, debido a los discursos del éxito y la felicidad con los que crecieron muchos de ellos.
Al respecto, la directora corporativa de Desarrollo Humano de Postobón señala que si bien no se puede generalizar a toda una generación en este grupo, pues hay que tener en cuenta las individualidades y formas de ver el mundo, sí coincide con la afirmación de Eduardo al mencionar que la vida laboral muchas veces impone límites, procesos y maneras de hacer las cosas que no coinciden con las aspiraciones de los más jóvenes.
“Entonces cuando llegan a contextos sociales como las empresas se pueden sentir frustrados cuando hay que seguir procesos al pie de la letra, y no de una manera tan creativa”, complementa.
Por otra parte, la directiva valora “que tienen el mundo en la cabeza, que no tragan entero, que están más preparados, y que tienen la mente abierta y las ideas a flor de piel”, como elementos que pueden ser de mucho valor si se genera un diálogo entre ambas realidades: la de la empresa y la de los centenials.
Son muchas más las ventajas con esta nueva generación de profesionales
Para Beatriz Arroyave, las empresas necesitan de todas las generaciones, tanto de los mayores que dan estrategia como de los más jóvenes que traen nuevas formas y maneras de hacer las cosas. Y es en ese punto donde tanto la directora de Desarrollo Humano como el director de Investigación de Etnológica coinciden en la importancia de un diálogo en doble vía.
Para Eduardo Cárdenas, por ejemplo, los centenials tienen que hacer un esfuerzo por entender las compañías, adaptarse a las formas de pensar y relacionarse con el trabajo, aumentar su toleración ante la frustración, entender que los resultados no son inmediatos, y saber leer y respetar las relaciones de autoridad.
“Pero las empresas también tienen que entender las características y dinámicas de esta generación, que el reconocimiento que buscan no es únicamente económico y que valoran aspectos como el trabajo desde casa o la presencia de mascotas en el ámbito laboral, cosas que pueden ser difíciles de aceptar en un comienzo”, menciona.
Finalmente, el antropólogo llama la atención sobre el hecho de que un buen entendimiento entre ambas partes puede significar un mayor número de oportunidades de crecimiento.
“Los centenials llevan una conexión con el mundo en el que han crecido que es muy fuerte y natural. Ellos fluyen con esa realidad y son una fuente de primera mano, y traen la información de lo que está pasando en la calle, en el mercado, en la mente de otros jóvenes, y lo traducen en ideas innovadoras y con conciencia social y ambiental”, concluye.