Alos cinco años Chaplin se transformó en un actor cómico. Según su relato, su madre —una actriz cómica que poseía un pelo tan largo que solía sentarse cómodamente en este— lo llevaba a sus espectáculos, pues no tenía suficiente dinero para contratar los servicios de una niñera. Una noche, mientras el pequeño Chaplin esperaba entre bastidores, escuchó que a su madre se le quebraba la voz durante su número musical. Azorada, ella abandonó el escenario en medio de insultos y burlas. El director de escena, quien había visto a Chaplin representar una danza ante sus amiguitos, decidió utilizar al niño para que sustituyera el acto musical de su madre. El niño cantó y bailó acompañado de la orquesta, pacificando las vociferaciones y las burlas de los asistentes. El niño se permitió en su show hasta un requiebre de voz imitando a su madre en su acto musical malogrado. Una lluvia de monedas y aplausos fue arrojada sobre el escenario. Esa fue la primera aparición de Chaplin, y la última de su madre.
Ya retirada, su madre sobrevivió malamente con sus dos hijos, Sidney y Charlie, cociendo y recurriendo a la caridad de las instituciones de beneficencia. Para ayudar a su pobre familia, Chaplin vendió periódicos y flores, callejeó por Londres buscando alimento, fue recadero, botones, limpiador de oficinas, recepcionista, impresor, soplador de vidrios, vendedor de ropa vieja, fabricante de juguetes, maestro de baile y aserrador.
A los ocho años inició su carrera de actor cómico en teatros de variedades, en el music-hall, en cafetuchos o en circos. Desde los 12 años, con breves periodos de paro, se convirtió en actor de tiempo completo.
En la escuela entretenía a condiscípulos y profesores con sus actuaciones teatrales. A los ocho años inició su carrera de actor cómico en teatros de variedades, en el music-hall, en cafetuchos o en circos. Desde los 12 años, con breves periodos de paro, se convirtió en actor de tiempo completo, interpretando el papel de vagabundo —pobre o millonario—, gato, personaje dickensiano, viejo encorvado o botones de Sherlock Holmes. Pensaba, por entonces, que el teatro era una de las tantas formas de ganarse la vida. Por aquellos años, Chaplin no asociaba el actuar con el arte, simplemente era una de las tantas formas de ganarse la vida. Con el tiempo, en su oficio de cómico de tablado, buscaba también ser un actor de carácter.
Después de vivir casi 20 años del oficio de actor en Inglaterra, pensaba que había llegado al límite como artista, así que aspiraba a otros aires: soñaba con vivir en Estados Unidos —o como él llamaba, América—.
En 1914, después de una gira por Estados Unidos con el grupo londinense Fred Karno, la compañía Keystone Comedy Film invitó a Chaplin a participar en la producción de cortos cómicos. Chaplin despreciaba estas películas, pues eran, según el actor, una mezcla de confusiones y ordinarieces. Para los directores de estas producciones, el elemento culmen de cada película cómica eran las escenas de persecución. Chaplin odiaba esas escenas, en las que todos se perseguían. Para él, esta agitación colectiva destruía la personalidad del actor. Como principio, consideraba, aunque conocía poco de cine, que la personalidad debía ser lo principal en una escenificación teatral y, por lo tanto, en el cine. Las comedias de cine mudo, además de algunos cómicos de music-hall o variedades, requería de antiguos payasos y boxeadores que hacían los skeches principales; importaba poco los actores con carácter o con una personalidad definida.
Aunque Chaplin gustaba afirmar que desde su primera película ya era el personaje futuro, fue en la segunda película Kids Auto Races In Venice (1914), donde apareció el Chaplin iconográfico que el cine toma como la figura más memorable del cine del siglo XX.
Primera escena
En su primera escena cinematográfica, Chaplin eligió unos pantalones anchos, una chaqueta estrecha, un sombrero de hongo, zapatos grandes y bastón. Se trataba de la película Making a Living (1914). Era la historia de un estafador, ladrón y mujeriego, mezcla de caballero y vagabundo, con ropas andrajosas, que trataba de engañar a todos. Todavía no era el célebre Charlot, pero el personaje ya tenía algunos de sus gestos y movimientos. Aunque Chaplin gustaba afirmar que desde su primera película ya era el personaje futuro, fue en la segunda película Kids Auto Races In Venice (1914), donde apareció el Chaplin iconográfico que el cine toma como la figura más memorable del cine del siglo XX.
Después de interpretar a su personaje, de la mano de directores como Mack Sennett, Henry Lehrman, George Nichols, o en codirección con Mabel Normand, apareció como director y actor principal en Laughing Gas (1914). Un poco la misma historia de sus filmes: Charlot, un ayudante de dentista, sustituye al verdadero profesional, creando enredos, peleas y caos en el consultorio.
Charlot, reconocido desde entonces por cualquier espectador de cine, podía interpretar, de una película a otra, el personaje de un vagabundo que se transformaba en policía, bombero, carterista, camarero, pintor, borracho, soldado, obrero industrial, barbero, dictador, buscador de oro, etcétera. La mayoría de sus personajes hacían parte, como el mismo se auto calificaba, de los “inadaptados”.
Los personajes poseían una moral excéntrica —en el mejor de los casos—, o perversa, como en una de sus últimas películas, Monsieur Verdoux (1947), en la cual el célebre cómico interpretaba a un dulce y delicado psicópata. Sus películas, que han sido admiradas por niños, reyes, intelectuales, religiosos, amas de casa o caballeros ingleses, reflejan conductas poco edificantes socialmente como la estafa, el robo, la ebriedad, el acoso a mujeres, la provocación gamberra o el asesinato. Tampoco faltaban, claro está, sentimientos como la bondad, la lealtad, la compasión, el amor y la solidaridad.
Más allá de la estrecha moral, Chaplin fue como actor, director y guionista, un innovador. Durante la edad de oro de la comedia del cine mudo, junto con Buster Keaton, Chaplin superó los simples gags de bofetones, persecuciones y guerra de pasteles propios del género. Creó un personaje y situaciones que superaban la repetición de la industria naciente del cine. Algunos poetas como Jean Cocteau consideraban que Chaplin hacía algo más que un mero entrenamiento: sus películas poseían una poesía visual. Eso no excluía que Chaplin hiciera un cálculo comercial de cada una de sus películas. En los prestrenos, ya fuera con público de teatro populares o con periodistas o colegas, calculaba el éxito de sus películas por las carcajadas que esperaba. Además, como artista tenía el control sobre sus películas, tanto como propietario como creador.
Su lucha consistió en permanecer fiel a sus ideas, con total libertad, en los muchos de los géneros que participó, ya fuera en la comedia (Pay Day, 1920; The Gold Rush, 1925), el melodrama (A Woman of Paris, 1923), la comedia sentimental (City Lights, 1931), la sátira política (The Great Dictator, 1940) o la sátira social (Modern Times, 1936).
A pesar de la aprobación masiva de sus películas, también se le acusó de sentimental, complaciente con el público y narcisista.
Más allá de la estrecha moral, Chaplin fue como actor, director y guionista, un innovador. Durante la edad de oro de la comedia del cine mudo, junto con Buster Keaton, Chaplin superó los simples gags de bofetones, persecuciones y guerra de pasteles propios del género.
Rebelde y provocador
Sin embargo, sus películas eran algo más que ejercicios sentimentales y egocéntricos; con todas sus imperfecciones, en cada película había un interés por la experiencia humana en su espectro amplio, expresada en forma artística. Igualmente, era un rebelde y provocador. El millonario que logró fortuna interpretando a un vagabundo, era a su modo un rebelde que defendía la prostitución, el socialismo, la libertad sexual, la libre expresión del artista o, más allá de cualquier nacionalismo, ser un ciudadano del mundo.
Estas posiciones públicas, en sus manifiestos y en sus películas, generó una reacción de hostilidad por parte de la gran prensa, los políticos y las élites estadounidenses, a partir de la década del cuarenta. Edgar Hoover, director del FBI, creó un expediente contra el célebre cómico y director. Se le acusó de diversos delitos, incluyendo actos inmorales y simpatías comunistas. Sus películas y sus gags dejaron de hacer reír, y se convirtieron en evidencia de desvíos morales y políticos ante la Legion of Defency o el Committee on Un-American Activities. El Rey de América era visto como un inmoral y un enemigo contra la sociedad norteamericana. Algunas organizaciones católicas boicotearon su película, Monsieur Verdoux, no solo por inmoral, sino por ser producto de un “comunista”. Chaplin achacaba la hostilidad contra él de una parte de la sociedad estadounidense, no por motivos políticos o por sus supuestas bacanales con mujeres desnudas, si no por su inconformismo social.
En 1952, Chaplin viaja a Europa con su familia, y mientras está en el exterior, el Gobierno de Estados Unidos, por presión de Edgar Hoover, le niega la entrada al país; para un nuevo ingreso debe presentarse al Comité Investigador de Inmigración para responder por acusaciones sobre su activismo político y conductas de depravación moral. Se le acusó de traición a Estados Unidos. Charles Chaplin renunció en ese año, en forma oficial, a su residencia estadounidense y decide vivir con su familia en Suiza.
Esta experiencia amarga es llevada al cine, en una película que filma en Inglaterra, A King in New York (1956), que solo se estrena en 1967 en Estados Unidos.
A pesar de manifestarse feliz de estar con su familia, cada vez se le dificulta más hacer películas. Diez años después, estrena A Countess from Hong Kong (1966). Así contara con la presencia de Marlon Brando y Sophia Loren, la película fue un fracaso de taquilla y crítica.
Los últimos 10 años de la vida de Chaplin son de enfermedades y reconocimientos. A medida que se agrava su demencia senil, su prestigio como uno de los autores fundamentales del cine se consolida. Chaplin ya era la imagen más célebre de la historia del cine. Para algunos era el cine mismo.
Desde su muerte, el 25 de diciembre de 1977, su prestigio como director, actor y compositor ha crecido, así se resalten sus imperfecciones, sus sentimentalismos, su egocentrismo o sus ambiciones comerciales. Charlot se ha convertido en parte vital de una experiencia cultural y estética.
A Chaplin lo recordó EAFIT con 14 filmes
A 40 años de la muerte del actor inglés Charles Chaplin, ícono del cine mudo en los albores del siglo XX, sus películas –hoy considerados clásicos del cine– aún son vistas y disfrutadas por los cinéfilos del mundo.
Como homenaje póstumo, tras su fallecimiento el 25 de diciembre de 1977, el Cineclub EAFIT proyectó este semestre una selección de 14 producciones que dan cuenta de la trayectoria artística de este reconocido personaje cómico de la pantalla grande.
“Las nuevas generaciones, ante una película en blanco y negro, muda, hecha hace 90 años, es probable que ni siquiera la consideren. Entonces lo que queremos es tratar de volver a que Chaplin esté en el pensamiento de las nuevas generaciones de cinéfilos y sorprenderlos con lo que allí van a encontrar”, expresó Juan Carlos González, director del Cineclub EAFIT y crítico en revistas especializadas como Arcadia y Kinetoscopio.