En los últimos meses los indicadores generales del desempleo en Colombia muestran una tendencia de estabilización en un dígito, un comportamiento que, si bien aún no es el ideal, sí marca un camino hacia una reducción paulatina.
De acuerdo con la información oficial, entregada a junio de 2017 por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), la tasa de desempleo llegó al 8,7 por ciento en el país. Este es el quinto período consecutivo en el que el registro de desempleo se ubica en un dígito.
Sin embargo, pese a esta cifra alentadora para la economía, al decantar los datos y observar el comportamiento del desempleo por segmentos de población, aún quedan aspectos que se deben abordar para su solución en un trabajo integrado entre las administraciones nacional, regionales, locales, y el sector privado.
Uno de estos es el impacto que tiene el desempleo sobre la población más joven del país, personas que están entre los 14 y los 28 años.
Para entender el comportamiento del desempleo en esta población, la red Cómo Vamos cuenta con cifras de 2016, basadas en la Gran Encuesta Integrada del Dane y que revelan cómo, pese a un desempeño favorable para la tasa de desempleo general, entre los jóvenes las cifras de desocupación se ubican muy por encima, casi doblando el indicador de desocupación total.
Paula Andrea Hernández Montoya, profesional del programa Medellín Cómo Vamos, explica que este es un comportamiento que se presenta en gran parte de las ciudades del país. Medellín, Bogotá y Pereira, que hacen parte de la red Cómo Vamos, son ejemplo de la situación.
En la primera de las ciudades, mientras el desempleo medido para 2016 fue en promedio de 8 por ciento, al trasladar esta cifra a la población conformada por los jóvenes su resultado sube al 17 por ciento.
Y las estadísticas son aún más contundentes al entrar en el detalle del comportamiento dividido entre hombres y mujeres jóvenes. En el caso de ellos, mientras la población masculina general presentó un desempleo de 7 por ciento en promedio, entre los hombres jóvenes esta tasa llegó al 15 por ciento.
Y en las mujeres la diferencia fue aún más amplia. El porcentaje de desocupación general para ellas fue del 9 por ciento en Medellín, pero al hablar de mujeres menores de 28 años la tasa de desempleo aumenta al 21 por ciento.
En Bogotá y Pereira las proporciones y diferencias entre las cifras del desempleo general, la desocupación entre los jóvenes, y el comportamiento segmentado entre hombres y mujeres de 14 a 28 años es muy similar al registrado para Medellín (ver cuadros).
En el caso de ellos, mientras la población masculina general presentó un desempleo de 7 por ciento en promedio, entre los hombres jóvenes esta tasa llegó al 15 por ciento.
El círculo vicioso
Esta brecha que se presenta entre el empleo general y las posibilidades de ocupación que pueden encontrar las personas de menor edad tiene, de acuerdo con las teorías económicas y la evidencia que han encontrado los análisis de experiencias como la red Cómo Vamos y las mismas administraciones locales, varios orígenes.
Quizá la dificultad más importante que deben enfrentar los muchachos en el momento de salir a buscar un trabajo es el tema de su poca o nula experiencia laboral. Señala Paula Andrea Hernández que esto se convierte en una barrera que juega en doble sentido, en contra de las posibilidades de encontrar una vacante para emplearse. Primero porque al no tener experiencia es difícil para ellos ser contratados en cualquier puesto disponible; y, de esa manera, sin trabajo, no pueden adquirir la experiencia que se les exige. Es un círculo vicioso que impide un acceso al mercado laboral.
Pero, además, aquellos jóvenes que están empleados son, en muchos casos, los primeros en perder su trabajo cuando llegan los momentos de desaceleración o recesión en la economía. Los empleados más jóvenes son considerados, desde la teoría económica, más costosos, porque es necesario invertir más en su capacitación para que desarrollen el trabajo con los parámetros que requiere la organización que los contrata, y esa misma falta de experiencia en la actividad indicada puede generar procesos más lentos que se traducen en tiempos más largos y, de nuevo, aumento en los costos de producción.
Otro factor que a juicio de María Fernanda Galeano Rojo, secretaria de Desarrollo Económico de Medellín, impide a los jóvenes encontrar un trabajo es la falta de conexión entre las necesidades de las empresas y las capacidades o las fortalezas que pueden tener los potenciales aspirantes con base en su formación.
Y en línea con lo anterior, también el acceso a la información sobre oferta y demanda laboral se convierte en un obstáculo para que la población juvenil pueda contar con un empleo. Óscar Andrés Jiménez, director de investigaciones económicas de la Cámara de Comercio de Pereira y coordinador encargado de Pereira Cómo Vamos, señala que los aspirantes no saben muy bien dónde ni cómo buscar un empleo, entonces es difícil hacer coincidir la oferta y la demanda por esa misma falta de información. El desconocimiento del mercado crea una brecha entre las expectativas de inserción laboral y lo que el mercado realmente está ofreciendo.
Y en el caso de segmentos de la población que cuentan con un mayor nivel educativo y que tienen una aspiración salarial alta, se puede registrar un fenómeno voluntario de retraso para ingresar al mercado laboral y una búsqueda más prolongada de trabajo hasta tanto se encuentra una oferta acorde con los objetivos de remuneración deseados.
Quizá la dificultad más importante que deben enfrentar los muchachos en el momento de salir a buscar un trabajo es el tema de su poca o nula experiencia laboral.
Empleos, pero de baja calidad
Otro fenómeno que revela el análisis de Cómo Vamos, en Medellín, es que, si bien muchos jóvenes pueden conseguir un empleo, este no es un empleo de calidad, y se ubica en el grado de informalidad.
Explica Paula Andrea Hernández que esta situación se detecta a través del cotejo de los datos de quienes se reportan como empleados con el sistema de seguridad social.
Por ley toda persona que esté empleada debe realizar aportes de seguridad social al sistema contributivo. Sin embargo, agrega la especialista de Medellín Cómo Vamos, se descubre que muchos de los jóvenes que dicen estar empleados o bien no hacen ningún aporte al sistema, o se encuentran afiliados a través del régimen subsidiado.
Y aunque es un indicador que en los últimos seis años se ha reducido, sus cifras preocupan. Es así como el porcentaje de jóvenes ocupados, pero que no contaban con afiliación al sistema de seguridad social en el régimen contributivo pasó de 9.9 por ciento en 2010 a 2,9 por ciento en el año 2016. Y las personas entre 14 y 28 años que reportaron una ocupación, pero mantenían su afiliación al régimen subsidiado bajaron del 23,4 por ciento en 2010 a 19,8 por ciento el año pasado.
Otro fenómeno que revela el análisis de Cómo Vamos, en Medellín, es que, si bien muchos jóvenes pueden conseguir un empleo, este no es un empleo de calidad, y se ubica en el grado de informalidad.
Información, el primer paso
Ante las cifras y el panorama que refleja un fuerte impacto del desempleo sobre la población más joven, los analistas plantean estrategias para mitigar las consecuencias de estos niveles de desocupación.
Dos de las más importantes están relacionadas con la adecuada información. De un lado, que las entidades de educación técnica, tecnológica y profesional tengan los insumos de datos y conocimiento adecuado para desarrollar programas que sean pertinentes con las necesidades y la vocación de cada una de las ciudades.
Y, en segunda instancia, que los buscadores, los jóvenes que quieren ingresar al mercado del trabajo, tengan acceso de manera fácil a la oferta existente en sus ciudades y puedan contar con acompañamiento que les permita superar sus debilidades y orientar su elección hacia esos sectores que más demandan personal, luego de un proceso de formación adecuado con las necesidades de esas industrias.
Algo que corrobora Omar Oróstegui Restrepo, coordinador de Bogotá Cómo Vamos, quien explica que un ejemplo que muestra la necesidad de conectar oferta y demanda se da en el caso de esta ciudad. Hoy el sector de educación para el trabajo y otras instituciones tecnológicas y educación superior están desarrollando programas en las áreas de servicios, especialmente en hostelería y restaurantes, porque es un sector que está demandando personal capacitado.
Agrega que, de igual manera, toda política orientada a mejorar las condiciones del trabajo juvenil debe hacer parte también de una política pública sobre la juventud que, de manera integral, asuma todas las necesidades que tiene este grupo poblacional, y entre otras cosas, ataque los problemas de deserción escolar que presionan en buena medida el incremento en las tasas de desempleo, con más jóvenes que buscan qué hacer, en lugar de estar desarrollando su estudio.
Y en algo que son claras las fuentes consultadas es que cualquier trabajo que se adelante desde las administraciones locales para mejorar las condiciones del empleo juvenil, debe estar coordinado con las políticas macroeconómicas nacionales, ya que son estas las que finalmente pueden generar un cambio en las tendencias de este fenómeno.
Medellín apuesta a los talentos
Un elemento que presiona el incremento en el número de hombres y mujeres por debajo de los 28 años que salen a buscar trabajo es la deserción escolar, especialmente en los niveles de educación media.
Con este análisis en cuenta, la Alcaldía de Medellín, a través de la Secretaría de Desarrollo Económico, lanzó el programa Formando Talentos, y con el que busca que unos 3 mil jóvenes que así lo quieran puedan terminar su ciclo educativo en secundaria, y luego continuar con un proceso de formación para el trabajo, desarrollar una estrategia de acompañamiento para formar su emprendimiento, o continuar con un proceso de formación en la educación superior.
“El objetivo es que estos jóvenes vean que tiene un sentido, un propósito el terminar su colegio, ya sea porque seguirán en la educación superior, o porque se van a formar para ejercer más adelante un oficio o tener su propia empresa”, destaca María Fernanda Galeano, secretaria de Desarrollo Económico.
Otra de las estrategias que la capital antioqueña está implementando para mitigar los efectos del desempleo entre los jóvenes se orienta a explorar sectores económicos diferentes a los tradicionales, como fuente de generación de nuevos puestos. Uno de estos tiene que ver con las llamadas industrias creativas (diseño, publicidad, música, artes escénicas, e incluso actividades relacionadas con el deporte, entre otras). Así, se trabaja con la Fundación Rockefeller en la identificación de las áreas potenciales para la generación de valor y fortalecerlas para que se conviertan en empresas competitivas en el entorno económico local y nacional.
Programas que se unen a otros como Capital Semilla que brinda acompañamiento a 800 proyectos productivos; o Enplanta, programa orientado a mejorar la productividad empresarial. También la estrategia de desarrollo de proveedores o los planes de empresarismo rural y unidades productivas asociadas (Upas), entre otros, que buscan la creación, el fortalecimiento, el desarrollo empresarial y la incubación de nuevas ideas.