Nathalia Franco Pérez
Colaborador
“Para educar hay que dar ejemplo, decían nuestros mayores; y en eso tenían razón”. Así comienza la introducción del estudio Academia y ciudadanía, profesores cumpliendo y violando normas, que publicó recientemente el centro de pensamiento Dejusticia y fue liderado por los investigadores Mauricio García Villegas, Nicolás Torres Echeverry, Andrea Ramírez Pisco y Juan Camilo Cárdenas Campo. El estudio obedece a un proyecto para conocer el tema de integridad académica entre docentes universitarios, impulsado por la Gobernación de Antioquia –en la administración de Sergio Fajardo– y, específicamente, por Rubén Fernández, quien estuvo a cargo del programa Antioquia Legal.
En el estudio participaron 605 profesores de nueve universidades de Antioquia: Universidad Nacional sede Medellín, Universidad de Medellín, Universidad Católica de Oriente, Universidad Cooperativa de Colombia, Institución Universitaria de Envigado, Colegio Mayor de Antioquia, Ceipa, Corporación Universitaria Lasallista y Universidad EAFIT. La muestra es representativa, en la medida en que los resultados obtenidos correspondieron al 96 por ciento de la muestra calculada originalmente.
Mauricio García Villegas, abogado y doctor en Ciencia Política de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), columnista de El Espectador y profesor de la Universidad Nacional, se refiere a los resultados de la investigación.
Para comprender mejor la naturaleza del estudio, ¿cómo podríamos definir integridad académica en un docente?
Es el respeto de las normas que rodean su actividad como docente. Esas normas pueden ser de muchos tipos: legales, reglamentarias, morales, consuetudinarias, etc. No hay que hacer un curso especial, o tener una preparación particular, para conocer esas normas. Todos los docentes, por la simple naturaleza de su oficio y por la vida profesional que llevan, las conocen y la grandísima mayoría las practica. Eso no significa que le den la importancia que merecen a todas estas. Hay docentes que saben que una norma como la del plagio existe, pero minimizan su importancia. Y es en esto en lo que probablemente hay que insistir más: en la importancia de algunas de esas normas, como aquella que prohibe el plagio y en la gravedad que tiene su violación.
"Queríamos mostrar, como efectivamente quedó demostrado, que hay una fuerte correlación entre inclumplir normas de cultura ciudadana e incumplir normas de integridad académica. Esto es importante porque muestra que el sentido ético y el comportamiento cívico van de la mano".
Como se explica en el estudio Academia y ciudadanía, profesores cumpliendo y violando normas, la investigación sobre fraude académico en estudiantes es amplia y se inicia en los años setenta del siglo pasado en varias regiones del mundo. Sin embargo, el abordaje del fenómeno entre docentes es relativamente reciente. ¿Por qué ha sucedido de esta manera?
Esto se puede deber al aumento de las prácticas contrarias a la integridad académica, lo cual, a su turno, puede estar asociado con la masificación de la educación y la generalización de los medios electrónicos en la producción académica. También es posible, en parte por lo anterior, que exista más conciencia hoy (no la suficiente, creo yo) sobre la importancia y gravedad de este tema.
¿Qué razones tuvieron para combinar los temas de integridad académica y cultura ciudadana en el estudio?
Queríamos mostrar, como efectivamente quedó demostrado, que hay una fuerte correlación entre inclumplir normas de cultura ciudadana e incumplir normas de integridad académica. Esto es importante porque muestra que el sentido ético y el comportamiento cívico van de la mano. También demuestra la importancia que tiene la universidad para la formación de ciudadanos.
Por lo delicado del tema, la metodología resultaba fundamental en la planeación del cuestionario. ¿Qué aspectos resaltaría de las decisiones que se tomaron en ese sentido?
Sí, investigaciones como esta son difíciles, pues las personas suelen responder lo que es socialmente correcto y no lo que piensan o hacen. Por eso hicimos un largo estudio preliminar sobre cómo se ha enfrentado este problema en este tipo de encuestas y, con base en esa bibliografía, diseñamos un cuestionario relativamente complejo (con preguntas de control y muy heterogéneas) e hicimos una prueba piloto en la Universidad de los Andes para probar que sí funcionaba y que no había resultados contraevidentes.
De las conductas que transgreden la integridad académica y la cultura ciudadana admitidas por los docentes (teniendo en cuenta el último año), ¿cuáles sorprendieron y por qué?
El plagio y la conducta conocida como carrusel de las publicaciones (incluir personas que no participaron como coautoras en una publicación bajo el entendido de que esas personas hacen lo mismo con esos coautores en otra publicación) son, a pesar de su gravedad, muy frecuentes en nuestro medio. Esta última conducta (la del carrusel) es una manifestación evidente de corrupción en el mundo académico. Puede haber razones ligadas a la presión que hoy tienen los profesores para publicar, pero eso no justifica semejante conducta, que debería ser sancionada con mucha más severidad de lo que se suele hacer en nuestro medio.
El estudio también confirma la tendencia de los seres humanos a creer que son mejores –en muchos aspectos de la vida– que los demás, no siendo la integridad académica y la cultura ciudadana la excepción. ¿Qué interpretación se le puede dar a este fenómeno?
Sí, esto ha sido comprobado por muchas investigaciones. Las personas suelen pensar que son mejores, más cumplidoras, más obedientes que los demás. Y mientras más lejano es alguien (más indiferente, menos cercano) más mala imagen se tiene de esa persona. Esto está ligado a los altos índices de desconfianza que existen en nuestra sociedad.
Los profesores de las universidades acreditadas incurren en un porcentaje significativo (10 por ciento) en menos faltas a la integridad académica que los docentes de las instituciones de educación superior no acreditadas, mientras que no se percibe una diferencia significativa entre las universidades públicas y las privadas. ¿A qué consideras que corresponde esa tendencia?
Aquí también hay una correlación muy importante entre calidad y honestidad. Este hallazgo debería servir para promover la calidad en la educación en todos sus niveles. La buena educación no solo sirve para formar mejores profesionales, sino para formar personas más honestas y más cívicas. Es lamentable que estos temas despierten tan poco interés entre nuestros gobernantes y en la opinión pública en general.
A partir de los resultados de este y de otros estudios que se han realizado sobre integridad académica, ¿cómo cree que influye la integridad académica de los docentes en la integridad académica de los estudiantes?
El comportamiento ético se aprende de muchas maneras. Pero lo fundamental es el buen ejemplo. Nada es tan importante como eso para los niños, los jóvenes e, incluso, los adultos. Las personas se comportan como ven que los demás, y sobre todo los líderes de su entorno, se comportan. Por eso es que los profesores deshonestos tienen un impacto nefasto en toda la sociedad.
Según el estudio, a mayor gravedad otorgada a una conducta, menos probabilidades existen de incurrir en esta. Entonces, uno podría pensar que una vía para disminuir el fraude académico podría ser concientizar a los docentes de la naturaleza y los efectos de esas acciones. En ese sentido, ¿de estos enfoques cuál cree que daría un mejor resultado: en la virtud (perspectiva aristotélica), en el deber (perspectiva kantiana), en la consecuencia (perspectiva utilitarista) o en el diálogo (perspectiva discursiva)?
Esta pregunta es compleja e implicaría una discusión muy larga. Todos estos enfoques se han discutido por siglos. Mi impresión es que es muy difícil optar por uno de estos en abstracto. Depende de la situación en la que uno se encuentre. Un kantiano, que siempre sigue reglas sin importar las consecuencias que esto traiga, puede ser criticable en ciertas ocasiones. El utilitarismo (algo es bueno si beneficia a la mayoría) es, por su parte, muy peligroso. Yo tiendo a tener un aprecio especial por el diálogo y la virtud, aunque me parece que esto hay que discutirlo en relación con casos concretos.
¿Cuáles serían sus apreciaciones finales después de interpretar y analizar los datos?
Que el tema de la integridad académica es de una gran importancia y que las universidades deberían preocuparse mucho más (como lo hace EAFIT) por este tema que, repito, tiene alcances mucho más allá del ámbito universitario.