Adriana Cooper
Colaboradora
En la pasada Feria del Libro de Bogotá se presentó un libro inusual para jóvenes: Los irlandeses, escrito por Jairo Buitrago y con ilustraciones de Santiago Guevara. Su historia cuenta que “en los tiempos más aciagos y violentos de las guerras de independencia en la Nueva Granada, un joven soldado llanero encargado de cuidar los caballos destinados a las batallas se extravía solo en un páramo hostil y desconocido. En medio de la desesperación y el hambre, logra encontrar a un grupo de mercenarios irlandeses pertenecientes a la Legión Británica que se ha rezagado”.
Después de conocer la historia, el lector se sorprende al escuchar sobre este grupo de hombres que llegó desde Irlanda para intentar ganar una batalla contra los españoles en una geografía como la andina. Quizás lo que más sorprende de este relato es la presencia de ese grupo de extranjeros que escasamente se menciona en los libros de historia de aquel tiempo.
En los años posteriores a la Independencia llegaron extranjeros a Colombia en cantidades menores. Algunos exploradores, viajeros, ingenieros, expertos en fotografía o en construcción de edificios. Vinieron por la curiosidad que generó el trópico, los deseos de aventura o la agitación interna que generó alguna tragedia personal. Trajeron con ellos el saber del viejo mundo y pasaron a la historia justo por eso. También llegaron otros menos conocidos y cuyo rastro fue imperceptible porque vinieron en cantidades menores. Pero no fue sino hasta el siglo XX cuando empezó a incrementarse el número de inmigrantes que llegaron al país hasta convertirse en lo que es hoy: un fenómeno creciente que interesa a expertos y preocupa a las autoridades. Y cuando se habla de preocupaciones la referencia es a un caso específico: la llegada de personas provenientes de Venezuela.
De acuerdo con cifras de la Personería obtenidas a través de un censo que empezó en abril y y finalizó en junio de 2018 en Medellín, con el fin de darles una mejor atención, en esta ciudad hay 14.500 venezolanos registrados de forma oficial. Los encargados dicen que por cada persona que aparece en las listas, generalmente hay otras tres o cuatro más que aún no lo están, ya que cada uno viene con familiares o cercanos. En todo el país, la cifra de registrados superó los 203.000.
Y aunque aún no hay una cifra oficial consolidada hasta la fecha, en 2017 entraron a Colombia alrededor de 796.000 personas provenientes de ese país, según cifras de Migración Colombia, organismo del Ministerio de Relaciones Exteriores. La mayoría llegó de estados como Táchira, Zulia, Barinas, Carabobo y Lara, y un gran número son migrantes en tránsito, es decir, utiliza a Colombia de puente para pasar a otro país.
Las migraciones más importantes hansido la árabe, a la Costa Atlántica y a la capital del país; la alemana en los santanderes y en Barranquilla; la venezolana (desde la dictadura de Juan Vicente Gómez y luego en la de Pérez Jiménez), y la italiana en la Costa.
“Me parece algo irónico que continuamente pidamos mejor trato para los colombianos que residen en el extranjero cuando, a la misma vez, algunas personas no están de acuerdo con brindar dicho trato a los extranjeros que llegan a Colombia”: Sandra Santamaría.
¿Poco para ofrecer?
De acuerdo con el profesor José Guillermo ‘Memo’ Ánjel, de la Universidad Pontificia Bolivariana, si se mira la historia de Colombia, se ve que las migraciones más importantes han sido la árabe, a la Costa Atlántica y a la capital del país; la alemana en los santanderes y en Barranquilla; la venezolana (desde la dictadura de Juan Vicente Gómez y luego en la de Pérez Jiménez), y la italiana en la Costa. A propósito de esta última, dice que incluso hay refranes como este: más perdido que un italiano en Mompox. A estas se suma también la migración judía, especialmente a Cali, Barranquilla y Bogotá.
Según el docente, es importante anotar que los venezolanos pasan al país cada vez que hay una dictadura. Por eso no suena extraño que, como refieren algunos medios de comunicación, Nicolás Maduro, actual presidente de Venezuela, naciera en Cúcuta: su familia huía de Pérez Jiménez. En América Latina, los países con mayor inmigración han sido Argentina, Brasil, México y Venezuela. En Colombia, la inmigración fue detenida mucho tiempo por Luis López de Mesa, ministro de Relaciones Exteriores (1938). En cuanto a las grandes migraciones de salida, los colombianos tienen tres países de destino: Venezuela, Estados Unidos y España.
Ánjel también agrega que “Colombia es un país de paso. Esto implica que llegan muchos, pero no se quedan. Es el caso de los cubanos, de muchos venezolanos o de los que vienen de África, etc. Debido a la laxitud de las autoridades, a la corrupción en las fronteras, a la porosidad (fronteras muy grandes y descuidadas) y a la situación estratégica de Colombia, el país permite salidas al norte y al sur”.
Sandra Milena Santamaría Álvarez, docente del Departamento de Negocios Internacionales de EAFIT, opina que Colombia ha sido tradicionalmente un país exportador de personas. Así, son más las personas que salen del país que las que entran en un período determinado. En los últimos años, la mayoría de los colombianos han migrado a los Estados Unidos (tradicionalmente el principal destino de los emigrantes nacionales), a España, y luego a Venezuela y otros a países como Canadá, Inglaterra, Ecuador, Panamá, etc. En cuanto a la inmigración (provenientes de otros lugares), el orden de los países no ha cambiado mucho en los últimos años, aunque sí las cantidades (ahora vienen más personas). Generalmente, quienes inmigran en Colombia provienen de Venezuela, Estados Unidos, España, Perú, Argentina, México, Italia, Alemania, etc. De esto dan fe cifras de las Naciones Unidas.
Respecto a la migración masiva que se vive actualmente en Colombia, explica que este no es un fenómeno único aquí. Sucede tanto en los países desarrollados como en aquellos que están en vía. Y menciona que muchas de las personas que actualmente regresan tienen la doble nacionalidad (lo que también genera problemas con las estadísticas) o sus padres son colombianos. Sumado a esto está el hecho de que Colombia no tenga una política de migración integral que permita hacerle frente a esta situación, tanto para los colombianos que residen fuera de sus fronteras, como para los extranjeros que llegan al país.
Agrega que socialmente el tema de la migración es complicado por muchas razones. Entre estas está el temor a aquel ‘foráneo’ que es distinto, y porque es un tema sensible que se convierte en asunto político para ganar votos en épocas de elecciones.
Me parece algo irónico que continuamente pidamos mejor trato para los colombianos que residen en el extranjero cuando, a la misma vez, algunas personas no están de acuerdo con brindar dicho trato a los extranjeros que llegan a Colombia, expresa la profesora Santamaría.
También añade que, aunque las cifras demuestran que se tienen más inmigrantes que en el pasado, aún son más los colombianos que buscan residenciarse en otras naciones que los que llegan a Colombia. Igualmente, considera que no se debe estigmatizar ni generar xenofobia en el país. Aunque es cierto que la situación actual que viven muchos migrantes que llegan a la nación no es fácil, lastimosamente algunos aprovechan las circunstancias para hacer negocios con ellas, ya sea como “mulas” (para llevarlos a otros lugares o países) o en otras actividades ilícitas (prostitución, trata de personas, etc.).
Luis Fernando Vargas Alzate, también profesor del Departamento de Negocios Internacionales de EAFIT, dice que si se mira con detenimiento la llegada a Colombia de extranjeros en este momento, se observa que vienen personas con muchas nacionalidades y expectativas. Las universidades reciben cada vez más personas provenientes del exterior y también vienen otras con el propósito de trabajar en el sector productivo.
La magnitud de la población colombiana refugiada (o en situación similar a los refugiados) en el ámbito mundial aumentó a partir del año 2007 cuando la agencia de Naciones Unidas reportó un incremento de más 7.5 veces respecto a sus registros del año anterior.
La violencia: ¿el motor de salida?
Cuando se mira de cerca el fenómeno de la migración, también se analiza la situación de aquellos que han abandonado el país. Actualmente el Centro de Memoria Histórica, con sede en Bogotá, adelanta un estudio para establecer las condiciones de una población silenciosa de la que aún no se tiene mucho registro: las personas que han salido del país ante la violencia que se vive en sus territorios.
De acuerdo con documentos presentados por ese centro, “el exilio colombiano es una problemática masiva y generalizada que se ha manifestado en la evolución del conflicto armado a través de diferentes modalidades, escalas y en diversos contextos geopolíticos donde ha migrado la población. En la historia contemporánea del país, los exilios se han producido de manera acelerada, principalmente a finales del siglo XX, específicamente a mediados de la década de los años noventa”. Como consecuencia de lo anterior, y con base en análisis y documentos, se considera que representa el tercer tipo de hecho con mayor número de personas afectadas después del desplazamiento forzado interno y los homicidios.
De acuerdo con cifras publicadas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), en la última década se registraron entre 300 y 600 mil personas colombianas refugiadas en otros países. La mayoría de ellos se han dirigido a Ecuador, Panamá y Venezuela. Otros han llegado a Norteamérica, Europa y, en menor medida, a Oceanía. La magnitud de la población colombiana refugiada (o en situación similar a los refugiados) en el ámbito mundial aumentó a partir del año 2007 cuando la agencia de Naciones Unidas reportó un incremento de más 7.5 veces respecto a sus registros del año anterior.
Los investigadores del Centro de Memoria agregan que, a pesar de su magnitud, la cifra de colombianos que han salido del país no está incluida en los reportes oficiales y Colombia es el país latinoamericano con el mayor número de personas que no han sido reconocidas en sus naciones de acogida. Esto ha convertido el exilio en un fenómeno de alguna forma invisible porque no es medible ni predecible.
Lo que sí se tiene claro es que en muchos casos, por desconocimiento de sus derechos o por la lejanía de las zonas en las que se asientan, los exiliados no inician los procesos formales de solicitud de protección internacional y esto los lleva a permanecer durante meses, o incluso años, en una situación irregular ante las autoridades nacionales. En otros casos, a pesar de iniciar los procesos de solicitud de asilo, las exigencias y demoras de las autoridades pueden llevar a que muchas veces la protección internacional se convierta en un objetivo inalcanzable. Esto lleva a que sea necesario explorar otras alternativas para regularizar esa situación migratoria.
Sobre la salida de personas del país, el profesor Luis Fernando Vargas ratifica que más que un destino para las personas, Colombia es un país de paso. Y agrega que se ha caracterizado más por la emigración hacia otros lugares que por la inmigración. Y recuerda que a partir de los años cincuenta y finales de los sesenta del siglo anterior, muchos profesionales calificados se dirigieron hacia Estados Unidos y otras personas escogieron a Venezuela como lugar de llegada debido al llamado boom petrolero.
Ya en los setenta, Gran Bretaña se convirtió en un destino atractivo para profesionales y personas no calificadas para laborar en áreas comerciales, debido a leyes tramitadas por el Parlamento Británico. Al terminar el siglo y debido a la violencia interna y a la apertura económica que tuvo un impacto negativo para varios sectores, las élites colombianas escogieron a España como lugar de llegada. Y agrega que la salida masiva del país no se ve tanto actualmente porque muchas condiciones han cambiado para bien, y la gente no ve la necesidad de hacerlo.
Añade que si se miran los movimientos de población dentro del país, se nota que estos han disminuido en las áreas rurales debido a que en estas hay mayor tranquilidad. Sin embargo, considera que la migración del campo a la ciudad es un hecho “inevitable” y que no es exclusiva de Colombia.
Después de hablar con los expertos, revisar las cifras de las autoridades y caminar por las calles de Medellín donde se escuchan varios acentos y se ve la lucha de los foráneos por crear una vida nueva, queda claro que la llegada de extranjeros al país es un fenómeno que ocurrirá de forma permanente. Y para rato.