Cristina Isabel Quintero Londoño
Coordinadora de Contenidos
Laboratorio para la Innovación y el Aprendizaje de EAFIT
Alumnos activos, que se involucren en su proceso de aprendizaje, que protagonicen una experiencia de vida. Eso encarnan Evelyn y Humberto, dos eafitenses que buscan en la Universidad alcanzar su sueño personal y familiar de ser profesionales, ideal que en la Institución cobra aún más sentido con la materialización del modelo de educación que se denomina “centrado en el estudiante”.
Y es que consolidar dicho modelo ha exigido, por parte de EAFIT, transformaciones en las dimensiones físicas, tecnológicas y metodológicas para la búsqueda de mejoras en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Este, también, precisa cada vez más una redefinición de los papeles de alumno y profesor, como principales actores del proceso que permita la formación de seres íntegros y líderes del futuro.
En este sentido, ¿cuál es el papel del estudiante de EAFIT en este modelo que la Universidad declara?, ¿qué implica para él?, ¿es todo eafitense un alumno activo?
Humberto Calle Gómez encaja, en muchos aspectos, en esa posible definición. Tiene 22 años y cursa paralelamente dos pregrados: Ciencias Políticas y Economía. Pero esto no para allí. Adicionalmente es monitor, ha hecho parte de semilleros de investigación, ha apoyado a algunos profesores en diferentes iniciativas y, de un tiempo para acá, se integró a las dinámicas de representación estudiantil. De hecho, durante las elecciones de representantes de EAFIT, en 2017, llegó como suplente al Consejo Académico.
Sobre las actividades que realiza, más allá de asistir a clase, el alumno indica que existe una gran parte de la Universidad que sí es estudiante activa y que la vive a plenitud.
El enfoque está en trascender la elección de una pura formación académica para enriquecerla con mejores competencias.
Sin embargo, comenta, hay gente que, por el contrario, es ‘estudiante de cátedra’, es decir, viene y se va. “Me parece que estamos en esa construcción, en ese cambio de chip, de desarrollar un sentido de pertenencia más profundo para que sean más activos”.
Y aunque el desarrollo de este concepto es clave, no es el único factor al que la Institución le apunta. La Universidad, en este caso, busca formar, a la par de buenos profesionales, excelentes ciudadanos. Por esto, alinea sus estrategias y sus directrices para formarlos como seres íntegros, responsables, audaces y tolerantes, tal como lo plasman los Valores Institucionales de EAFIT.
El enfoque está en trascender la elección de una pura formación académica para enriquecerla con mejores competencias. Se espera que cada estudiante de EAFIT –desde quienes ingresan a la Universidad de los Niños, Idiomas, Educación Continua o Saberes de Vida, hasta quienes cursan un pregrado o un posgrado– encuentren que cada currículo o cada clase está diseñada para ser una experiencia significativa que marca sus vidas. Este es un reto enorme para la Institución en el que ya se tienen avances importantes.
Claudia María Zea Restrepo, vicerrectora de Aprendizaje, identifica cuatro factores que requieren mayor énfasis para crear una cultura de aprendizaje activo en los estudiantes: el diseño curricular de los programas pensados para el aprendizaje, la formación de los docentes para el diseño de currículos que no estén centrados en el contenido sino en las metodologías, la disponibilidad de los ecosistemas de aprendizaje para contar con recursos y herramientas que posibiliten la realización de las actividades que se plantean, y que el currículo sea intencionado frente a cómo se aprende a aprender.
La Universidad es un espacio para aprender conocimientos específicos de un área del saber, pero también es un ambiente para aprender cómo hacer, cómo vivir y, sobre todo, cómo ser en el mundo actual.
Ser ciudadano, profesional y ser humano
¿Cómo debe ser el proceso de aprendizaje de un estudiante activo? El aprendizaje es un proceso permanente y continuo, y, en ese sentido, la Universidad es un espacio para aprender conocimientos específicos de un área del saber, pero también es un ambiente para aprender cómo hacer, cómo vivir y, sobre todo, cómo ser en el mundo actual. El hecho es que en la vida no hay un periodo para La Universidad es un espacio para aprender conocimientos específicos de un área del saber, pero también es un ambiente para aprender cómo hacer, cómo vivir y, sobre todo, cómo ser en el mundo actual. estudiar, y otro para ser y actuar. Todo ocurre unificadamente.
Esa visión sistémica del ser implica que un estudiante debe tener una formación integral. Es decir, aquella en donde además de los saberes específicos también se forme como ciudadano, profesional y ser humano. Y para cada uno de esos aspectos existen capacidades que debe poseer o desarrollar para vivir, trabajar y ser parte de la sociedad del siglo XXI.
Por ejemplo, las competencias del siglo XXI que propone la Alianza Académica Mundial (ATC21s) se dividen en cuatro categorías: maneras de pensar, herramientas para trabajar, maneras de trabajar y maneras de vivir en el mundo. Y cada una de estas se expresa en capacidades que se pueden desarrollar.
Así, un estudiante activo tendrá conciencia de la necesidad de mejorar no solamente sus competencias técnicas y cognitivas (también llamadas competencias duras), sino las competencias no cognitivas (o competencias blandas), entre las que se cuentan la autonomía, el liderazgo, la integridad, la autorregulación, la responsabilidad personal y social, la pasión, la motivación intrínseca y la gestión del tiempo, entre muchas otras.
Estudiantes activos en diversidad, individualidad y contexto
Al estudiante activo se le atribuyen ciertas características o atributos que lo definen como un alumno con mayores interacciones, crítico, espontáneo, decidido y autónomo, pero también con capacidad para ser responsable y comprometido. Un estudiante activo se empodera, de tal forma que sea quien elija y planifique las actividades que quiere desarrollar en su paso por la Universidad.
Desde su ingreso al pregrado, Evelin Zuluaga Giraldo, estudiante de Ingeniería de Diseño de Producto, ha demostrado una capacidad de planeación y fijación de metas. Explica que al principio estuvo muy interesada en entender las dinámicas académicas. “Luego ingresé a la Organización Estudiantil y fui directora de Gestión Humana del comité de mi carrera A3OE. Actualmente, soy directora financiera del Comité de Psicología. Decidí abrir un poquito más ese espectro e involucrarme con otros pregrados y escuelas”.
Pero no todo es curricular. Evelyn también ha tenido la oportunidad de viajar a representar a la Universidad en distintos lugares con el grupo de baile folclórico y es tallerista del Centro de Integridad. “Les ofrezco a los estudiantes de primer semestre, desde hace año y medio, el taller de salud, en la cátedra de integridad académica”. Lo anterior muestra que la actitud de autonomía y responsabilidad no solo aplica a la academia sino en los ámbitos personal, social e intelectual.
Frente a la pregunta de por qué algunos estudiantes pueden ser percibidos como pasivos por sus docentes, e incluso pares, Evelyn propone una explicación relacionada con el conocimiento de la cultura y las dinámicas universitarias. “Hay mucha gente que, si bien es brillante y podría tener la oportunidad de explorar estos espacios, los desconoce porque no se dan la oportunidad de mirar lo que la Universidad ofrece”.
La propuesta de la nueva Vicerrectoría de Aprendizaje de EAFIT inicia por tener un currículo intencional sobre cómo se aprende a aprender, que se introduzca a través de otros currículos y así desarrolle progresivamente esa competencia en los estudiantes.
De otro lado, Ulises Cuéllar Bermúdez, jefe del Departamento de Desarrollo Estudiantil, llama la atención sobre la importancia de revisar las individualidades y el contexto de cada estudiante. En particular, destaca que desde los grupos estudiantiles se conforman escenarios que, por su naturaleza, constitución, políticas y estrategias, ofrecen las condiciones para generar diversidad de actividades.
Distintas maneras deaprender
En palabras de Ulises es difícil generalizar porque la actividad también depende de las condiciones específicas. “Uno no podría decir que todos los estudiantes son activos ni todos son pasivos. En el proceso de aprendizaje hay un sujeto que aprende y que aprende de maneras diferentes, pero también hay un sujeto que enseña y que propicia las condiciones de la actividad y de la inactividad”.
En el reconocimiento de esa individualidad aparece la necesidad de tomar en cuenta los estilos de aprendizaje de los estudiantes, pues está demostrado, a partir de investigaciones realizadas por David Kolb, entre otros, que los adultos tienen distintas maneras de aprender que dependen de cómo se percibe la realidad y de cómo se procesa. Esto lo confirma Evelyn cuando manifiesta que “habrá compañeros de clase que les funciona leer el texto guía, a otros les puede funcionar que alguien más les dé una cátedra. En mi caso, soy una persona muy visual, prefiero que me muestren una gráfica, un mapa conceptual o, si es algo complejo, tengo que escucharlo muchas veces”.
Dadas las distintas maneras en que un individuo aprende, los esfuerzos institucionales están encaminados a que cada estudiante se encuentre en la mejor situación para hacerlo. Ulises corrobora que se trabaja en esa vía, “un poco en conseguir herramientas que nos permitan encontrar esos estilos de aprendizaje para que el estudiante tenga la posibilidad de identificarlo, pero también de poderlo combinar con los métodos de estudio que le aseguren un mejor desempeño”.
De hecho, el Reporte Horizon, publicación que identifica y describe las tendencias y tecnologías emergentes que tendrán un impacto significativo en la educación superior en los próximos años, presenta como una de las tendencias la recopilación, el análisis y el uso o visualización de datos sobre los estudiantes y sus contextos, con el fin de comprender y optimizar el aprendizaje. Tener información sobre los componentes social, cognitivo y afectivo del aprendizaje facilitará, en gran medida, la labor del docente.
Foto: Róbinson Henao
La motivación intrínseca y la responsabilidad individual
La motivación es clave cuando se habla de aprendizaje activo. ¿Cómo lograr que los estudiantes lleguen más motivados al aula? Es importante reflexionar sobre la responsabilidad individual para asumir su proceso de aprendizaje, pues hay factores internos o intrínsecos que afectan o mejoran la disposición para aprender.
De acuerdo con el jefe de Desarrollo Estudiantil todas las personas cuentan con herramientas para activarse o motivarse de manera intrínseca, y esto tiene relación con saber lo que se quiere lograr. Ulises lo denomina encontrarse con el deseo. “Cada sujeto tiene una búsqueda y es él el que sabe qué es lo que quiere y qué es lo que necesita. Por eso se trata de buscar el rasgo más diferenciador de nosotros y ahí es donde está la potencialidad, y el docente debe señalarlo en el estudiante de una manera que pueda vibrar con eso”.
La relación docente-estudiante no está desprovista de una carga afectiva y personal frente al proceso educativo, y aquí se requiere de sabiduría y de una habilidad de lectura, y de saber reconocer e interpretar el momento de la clase, del estudiante y viceversa. “Hay un sujeto que propicia las condiciones, pero también debe haber un sujeto que quiera estar en esas condiciones, que a veces es difícil”.
La responsabilidad individual de cada estudiante para asumir su proceso de aprendizaje comienza desde que toma la decisión de elegir un programa y, con igual importancia, necesita tener claridad sobre el modelo educativo de la Universidad por la que opta. Mónica Zuluaga López, coordinadora de Aprendizaje del Laboratorio para la Innovación y el Aprendizaje, explica que esto cobra más relevancia cuando lo declara un modelo pedagógico centrado en el estudiante, en su proceso de aprendizaje y eso, implícitamente, hace que ese estudiante necesite ser un aprendiz activo.
Claudia Zea formula que si en el modelo educativo se expresa, el estudiante sabe que tiene unas acciones, unos compromisos, una actitud y unas iniciativas que requieren de que sea activo. “Estoy firmando un 'contrato' pedagógico en el que me comprometo a ser ese estudiante. Ahí empieza su responsabilidad. Y la nuestra está en dar todas las condiciones sobre cómo lo motivo, cómo lo conecto, cómo lo acompaño en ese descubrimiento, cómo evalúo ese proceso, cómo aseguro ese aprendizaje y cómo creo todas las condiciones de excelencia para que sea una real experiencia de aprendizaje activo para él y su experiencia de vida”.
Se puede aprender a aprender
Hablar de un aprendizaje individual permanente requiere también el desarrollo de capacidad para aprender a aprender. Es decir, tener una serie de estrategias para aproximarse activamente al conocimiento.
Mónica dice que ser activo es un hábito que se puede apropiar a la propia vida, porque ser un aprendiz activo y ser un sujeto activo en general, en gran parte, es un tema actitudinal. Es la capacidad de metacognición de la que con frecuencia se habla. Significa que el estudiante no solamente aprende sobre las distintas temáticas que conllevan las asignaturas, sino que aprende a hacerse nuevas preguntas continuamente, renovando su capacidad de aproximarse a los temas.
De acuerdo con la profesional, esta capacidad se cultiva progresivamente o paulatinamente. No hay en una carrera un punto específico, curricularmente, para aprender a ser activo, sino que es un proceso transversal durante todo el trasegar del estudiante.
Esta capacidad supone que el ser humano es capaz de continuar aprendiendo a lo largo de la vida, de una manera autónoma y de acuerdo con unos objetivos trazados. Así, si un estudiante toma conciencia, control y gestión de su aprendizaje podrá capitalizar cualquier tipo de acción formativa que realice de manera formal, no formal o informal durante el desarrollo de su proceso vital. Mónica enfatiza en la importancia de convertirse en una persona curiosa que quiere saber más. “No considero que haya un pretexto lo suficientemente de peso para decir ‘yo no soy y no puedo ser un aprendiz activo’”.
Frente a cómo aprender a aprender, la propuesta de la nueva Vicerrectoría de Aprendizaje de EAFIT inicia por tener un currículo intencional sobre cómo se aprende a aprender, que se introduzca a través de otros currículos y así desarrolle progresivamente esa competencia en los estudiantes. Una opción para viabilizar este proyecto podría ser el uso de medios digitales.
En conclusión, ser un estudiante activo no es algo que se es o no se es, sino, por el contrario, algo que se construye. En esto tiene que ver el apoyo institucional al proceso de enseñanza y aprendizaje, el contexto, la relación docente-estudiante y la diversidad de estilos de aprendizaje. Pero, sobre todo, el deseo y la motivación propia para ser autónomo y no solo aprender, sino continuar aprendiendo a lo largo de la vida.