Alejandro Gómez Valencia
Periodista Área de Información y Prensa EAFIT
¿Qué es la economía naranja y cuál es su relevancia? Lo más concreto en cuanto a economía naranja son los números, números como los del Gobierno Nacional de Colombia que indican que, a datos del año 2018, ese sector representa el 3,4 por ciento del producto interno bruto del país.
Mabiland pisa el escenario. El voz a voz, las redes sociales, su primera canción en radio nacional, amigos y relaciones filiales aportan para congregar a su alrededor a un grupo de seguidores de esa voz potente, camaleónica e imantada de esta mujer chocoana de 22 años que, gracias a la Beca de Creación de la Alcaldía de Medellín, grabó 1995, un disco de neo soul con el que gira por bares, festivales y encuentros culturales como al que fue invitada por la Corporación El Perpetuo Socorro.
York) y de Granville Island (Vancouver), en Medellín se empezó a gestar hace dos años un lugar donde se reunieran actores de la industria creativa. Se decidió que fuera El Perpetuo Socorro, en el barrio del mismo nombre (cercano al Hospital General), para buscar la renovación urbana de ese sector con contenido. Hoy es una iniciativa pública privada en la que participan actores como la Alcaldía de Medellín, la caja de compensación familiar Comfama y la empresa de vestuario Mattelsa.
En los encuentros que organizan para todo el público, y con entrada sin costo, participan arquitectos, chefs, artistas visuales y escénicos, artesanos, cineastas, diseñadores industriales, gráficos y de modas, publicistas, músicos y todos los que hagan parte de la industria creativa. Así lo explica Érika Jaramillo Cadavid, directora de la Corporación Perpetuo Socorro, quien considera que este proyecto se incluye dentro del sistema de economía naranja de la ciudad, ya que establece una relación simbiótica entre creadores y la renovación urbana que da como resultado un ejercicio de la economía creativa.
¿Pero qué es la economía naranja y cuál es su relevancia? Lo más concreto en cuanto a economía naranja son los números, números como los del Gobierno Nacional de Colombia que indican que, a datos del año 2018, ese sector representa el 3,4 por ciento del producto interno bruto del país, más de lo que pesan sectores como el cafetero y el minero. En cuanto a la conceptualización, la economía naranja podría ser menos concreta.
El término está relacionado con el color del chacra que representa la creatividad y agrupa una polisemia en el sector de la economía en el que se involucran las industrias creativas y las culturales. Esa es la consideración de María Paola Podestá Correa, profesora de la Escuela de Administración de EAFIT que tiene entre sus áreas de interés este tipo de industrias. La docente, si tuviera que hacer una definición sencilla del término, diría que la economía naranja “es un intercambio de bienes y servicios de naturaleza creativa y cultural que involucra a sectores como el deporte, el editorial (libros, revistas, material impreso y en línea), el diseño (de medios interactivos, joyas, moda, etc.), las artes visuales y escénicas (como actos en vivo), y el patrimonio (carnavales, galerías, museos, festivales, arquitectura, entre otras expresiones). Sectores en los que los intercambios de esos bienes y servicios tengan como insumo la creatividad y la cultura”.
Es un intercambio de bienes y servicios de naturaleza creativa y cultural que involucra a sectores como el deporte, el editorial (libros, revistas, material impreso y en línea), el diseño (de medios interactivos, joyas, moda, etc.), las artes visuales y escénicas (como actos en vivo), y el patrimonio (carnavales, galerías, museos, festivales, arquitectura, entre otras expresiones).
En realidad, se trata de algo que ya existía y economía naranja es la manera contemporánea de nombrarlo. Eso es lo que opina Alfons Martinell Sempere, experto que ofrece cátedra sobre este asunto en diferentes universidades iberoamericanas y que tiene entre su experiencia el cargo de director honorífico de la Cátedra Unesco: Políticas Culturales y Cooperación. “Es un concepto que presta atención a una economía que se genera a partir de intangibles o de la creatividad, se podría hablar de economía creativa o de derechos de autor, de muchas cosas. No es un concepto sólido en el sentido de que esté racionalizado, limitado, porque cada uno entiende por economía naranja cosas diferentes”.
Un concepto político
Se trata también, en palabras de Martinell, de un concepto político porque atienden a un sector de la economía trascendental para garantizar la sostenibilidad de las sociedades actuales. ¿Qué agrega esta economía a un mundo mejor? Se pregunta el profesor en relación con el aporte que se puede hacer desde este sector para cumplir la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que propuso la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Parte de su respuesta es que para erradicar la pobreza, cuidar el medio ambiente, y mejorar la calidad y el acceso a la educación es necesario mejorar la creatividad y la expresión cultural, proteger las identidades culturales, y propiciar el respeto a la diversidad, fines que se pueden beneficiar de derivados de la economía naranja.
Es un asunto que está claro en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, pues algunas metas hablan específicamente de “un llamado a la educación para promover una cultura de paz y no violencia, una apreciación de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible” (meta 4.7), “exige un mayor esfuerzo para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural del mundo (meta 11.4) y establecen que “el fortalecimiento del comercio de bienes y servicios culturales impulsa los mercados locales y nacionales, lo que a su vez brinda oportunidades de empleo para el trabajo decente y promueve la producción local” (metas 8.4 y 8.5.).
El Gobierno Nacional de Colombia parece estar enfocado en la última meta mencionada, según lo ha reiterado Iván Duque Márquez, presidente del país, en diferentes intervenciones. En septiembre de 2018, en la reunión que tuvo con sus colegas de la Alianza del Pacífico en Nueva York, el mandatario habló de la oportunidad que representa la economía naranja para Colombia y la región. “Mi meta es que en Colombia logremos en un período de 10 años pasar del 3.4 por ciento al 7 por ciento del PIB. Mi objetivo es que ese millón de empleos que tenemos directos e indirectos se conviertan en millón y medio en los próximos cinco años y lleguemos a los dos millones de empleos en la próxima década”, declaró.
Para lograr su propósito el presidente tiene entre sus instrumentos la Ley Naranja, que promovió cuando era senador para impulsar las industrias creativas, las que se consideran “como aquellas que generan valor en razón de sus bienes y servicios, los cuales se fundamentan en la propiedad intelectual”. No obstante, desde sectores culturales del país advierten de una contradicción entre los intereses de la Ley y los efectos del incremento de impuestos en bienes y servicios culturales como en los libros, las obras de arte, los conciertos y los espectáculos que está contemplado en la Ley de Financiamiento, propuesta por el Ministerio de Hacienda y que al cierre de esta edición continuaba siendo debatida.
Lograr esas metas de generación de empleo a través de la economía naranja implica unos desafíos en los que está involucrada la educación. María Paola Podestá menciona algunos entre los que está la formalización en este tipo de industrias, pues eso aportaría a hacerlas crecer y proyectarlas.
La profesora María Paola Podestá le ve luces a la meta del Gobierno de incrementar el empleo a través de estas industrias, pues cree que ofrecen posibilidades para lograrlo en todos los estratos y géneros, porque tiene como insumo un bien ilimitado: “En el contexto económico de factores de producción como la tierra y el capital de trabajo entra a ver uno que la creatividad es inagotable. Y entre más se crea, más capacidad se tiene de crear. Ese insumo que no se acaba hay que ponerlo en unos parámetros que se conviertan en bienes y servicios que los demás compren y vendan”.
Lograr esas metas de generación de empleo a través de la economía naranja implica unos desafíos en los que está involucrada la educación. María Paola menciona algunos entre los que está la formalización en este tipo de industrias, pues eso aportaría a hacerlas crecer y proyectarlas. Si –dice como ejemplo– se formaliza una productora de cine, se tendrían mayores posibilidades de insertarla en mercados extranjeros y conseguir mayor inversión.
“Eso implica que las personas dedicadas a las industrias creativas y culturales tengan una formación más allá de los oficios, también de cualificar en los aspectos del mercado, pues el ciclo de vida de un producto es crucial en las industrias creativas y culturales, de un libro, una película, un diseño. La distribución y los canales son diferentes”, explica la docente.
Están implicados también aspectos relacionados con la propiedad intelectual, pues a la par de la necesidad de proteger los derechos de creación y explotación, también está el interés de los artistas de que sus trabajos se reconozcan en todas partes y las instituciones educativas tienen un papel importante desde el punto de vista del respeto por la creación y sus formas de expresión. Esas instituciones también tienen un rol principal en la tarea de conciliar el proceso lógico y secuencial de la administración con el estado mental que implica la creatividad.
Ese último aspecto es clave en el éxito de iniciativas que se crean en ese sector y eso lo sabe bien María Paola quien creó —junto a dos compañeros de EAFIT— a Guapo Inc., una spin off que comunica mensajes a través de productos creativos y culturales hechos a la medida de las necesidades de sus clientes. Son capaces de lograr objetivos de mercado, transformaciones organizacionales, ayudar a que las compañías se transformen y montar espectáculos propios con las técnicas de las artes. Entre sus clientes están la empresa de transporte público Transmilenio, que los contrató para comunicar en el ámbito interno temas de valores institucionales. En los seis años de historia de Guapo la acogida de sus servicios ha ido en continuo ascenso y parece que esa tendencia se mantendrá.
Así como Guapo tiene una tendencia favorable, Érika Jaramillo, de El Perpetuo Socorro, confía en que la salud de la industria creativa tendrá muy buenos pronósticos. “Estamos seguros de que el futuro del desarrollo económico de Medellín estará basado en las industrias creativas. La ciudad tiene un talento natural, tiene ventajas competitivas en el sector por la misma vocación y el reto es agremiar, consolidar, apoyar y entregar un área para que se desarrolle esta industria, que es la industria de las ideas”, concluye.