Bibiana Moná Giraldo
Periodista del Área de Información y Prensa de EAFIT
¡¿Y es que EAFIT tiene un pregrado en Derecho?! Eso decían los empresarios de la región y funcionarios del sector público cuando recibían la visita de José David Posada Botero, docente de este programa eafitense y asesor de prácticas profesionales de los estudiantes de esta escuela. El profesor llegaba a las citas para contar que a partir del primer semestre de 2003 saldrían los primeros 20 alumnos a enfrentarse al mundo laboral.
En noviembre de 2002, y luego de un examen final que terminó a las 8:00 p.m., el profesor fue abordado por 12 alumnos que preguntaban qué sucedería con ellos, pues desde septiembre ya se habían situado ocho estudiantes en práctica. Y sin ningún temor el año terminó muy bien para este nuevo pregrado, pues el 24 de diciembre a las 12:00 del día fue ubicado el último de estos eafitenses en una de las empresas de la región, un hito que hoy, después de dos décadas de existencia de este programa, marcó el punto de inicio de un camino lleno de éxitos, reconocimientos y grandes impactos que logran los egresados a los lugares a donde arriban.
“Cuando llegué a EAFIT la Escuela de Derecho era pequeña y el programa era anual. Solo había un grupo de 27 muchachos. En estos 20 años de existencia se ha logrado un proceso ¡ de construcción conjunta interesante, pues hoy nuestros egresados son muy bien valorados en los diferentes espacios y sectores en los que puede ejercer un abogado”, señala el profesor Posada Botero, quien es asesor de prácticas profesionales desde hace 17 años.
Hoy, con dos décadas, el programa eafitense cuenta con más de 100 alumnos por semestre, personas que se preparan para enfrentarse a los desafíos que imponen sectores como el público, de la rama judicial, organizaciones empresariales y otros contextos en donde se requiere de sus conocimientos.
Así es como este pregrado se va perfilando como uno de los mejores del país, pues no solo hablan de su calidad los altos resultados en las pruebas Saber Pro –donde ha estado en los cinco primeros lugares– o la acreditación del programa por parte del Ministerio de Educación Nacional, sino también sus cerca de 900 egresados que están hoy en instancias de decisión locales y nacionales como la Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional, el Consejo de Estado, la Jurisdicción Especial para la Paz y el Ministerio de Relaciones Exteriores, embajadas y consulados, entre otras; así como oficinas de abogados, ONG y empresas privadas, sin contar con la presencia de estos graduados en organismos internacionales como la Misión de Colombia en la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados America nos (OEA), por solo nombrar algunos lugares donde se ha ido reconociendo el desempeño de estos profesionales.
“Yo volvería a estudiar Derecho en EAFIT porque es un programa que no solo tiene un cuerpo docente muy cualificado, comprometido con su labor y jurídicamente bien preparado, sino que son personas que están siempre pendientes de la formación del estudiante. En mi caso particular, fue vital el acercamiento que los profesores hicieron desde la teoría a las realidades globales del objeto de estudio”, expresa Carolina Ariza Zapata, graduada en 2006 y una de las abogadas socias de la empresa Ariza & Marín.
Cuando nació el pregrado estaba Juan Felipe Gaviria como rector de EAFIT. A él le llegó la propuesta, en 1998, de ofrecerle a la ciudad y al país un espacio académico diferente a lo tradicional.
Ella, quien realizó su maestría en Derecho Público en la Universidad de París I PanthéonSorbonne (en Francia), considera que la formación que recibió en el pregrado fue más que suficiente para alcanzar el éxito profesional, pues sus conocimientos en el desarrollo de su posgrado estuvieron a la altura de alumnos provenientes de otras universidades reconocidas en el ámbito mundial. “Yo nunca sentí que estuviera atrasada, aun cuando estaba aprendiendo sobre conceptos de un ordenamiento jurídico diferente al colombiano y más cuando se tiene la creencia de que el estudio en el exterior siempre es mejor que el nuestro”, comenta la eafitense.
Su opinión la comparte Hugo Alberto Castaño Zapata, quien fue decano de la Escuela de Derecho entre 2004 y 2016, y quien añade que un egresado de este pregrado enfrenta el medio con altos niveles de crítica y de análisis, donde sus conocimientos teóricos trascienden la educación básica propia de esta área para establecer conexiones con realidades y otros saberes que enriquecen y amplían su campo de acción, algo que se ha ganado el reconocimiento de las empresas.
Una Universidad más universal
Y todo lo anterior es producto de una decisión de EAFIT hace dos décadas: la de convertirse en una universidad más universal, proyecto que no solo implicó darle cabida a las humanidades, a través del surgimiento de áreas de conocimiento distintas a las administrativas e ingenieriles, o instaurar un nuevo espacio para la Biblioteca, o extender su visión de lo intelectual a las artes, sino, además, tener una concepción de la Institución como un campus enriquecido y diverso, que le apuesta desde entonces al pluralismo ideológico.
“Cuando nació el pregrado estaba Juan Felipe Gaviria como rector de EAFIT. A él le llegó la propuesta, en 1998, de ofrecerle a la ciudad y al país un espacio académico diferente a lo tradicional. Por eso, el Derecho en EAFIT se ha concentrado en formar al estudiantado en teorías generales de su injerencia, aplicables en diversas áreas del conocimiento como lo administrativo, lo económico, lo social. Y esto brinda una fortaleza a los estudiantes eafitenses”, dice Hugo Castaño, en la actualidad secretario general de la Universidad.
“La Escuela de Derecho representa una de las varias manifestaciones de esa decisión de ser universidad y eso ha transformado el entorno desde entonces, pues la formación de profesionales en el área de lo jurídico, con altos niveles de calidad, se ve reflejada no solo en la buena acogida que tienen nuestros egresados, y en el éxito y el buen desempeño profesional que ostentan, sino en el aporte social que hacen”, asegura Camilo Piedrahita Vargas, decano de esta dependencia.
El directivo resalta lo importante que es para esta Escuela atender los problemas y las necesidades de la sociedad –incluso dentro de la misma comunidad universitaria– a través de la presencia del Consultorio Jurídico y su Centro de Conciliación, del apoyo a personas en situación de discapacidad, de la labor social que se ejerce en zonas vulnerables de la ciudad o en entidades carcelarias donde el aporte es considerable.
Y eso sin contar con el nivel académico e investigativo que se refleja en la producción intelectual que hace el pregrado de manera constante, y en donde es de primera línea el trabajo de docentes en temas relacionados con el fin del conflicto armado en Colombia, la justicia especial para la paz, entre otros temas de coyuntura nacional.
“En la construcción de la Escuela y del pregrado se han formado buenos equipos de trabajo y hay algo en lo que coincide el cuerpo docente de esta unidad académica y es en que el profesor debe entender cómo es el proceso de formación de los alumnos y hacer una labor de acompañamiento, y reconocer que ellos son personas que van hacia la construcción de país con alto sentido de lo social, de lo público y del mundo empresarial, pero, además, que requieren de altas capacidades éticas y humanas para el desempeño de su labor al egresar”, infiere el profesor Posada Botero.
Y lo mismo piensa Camilo al afirmar que hoy el pregrado en Derecho y la Escuela están fortalecidos. “Hemos consolidado un cuerpo profesoral de calidad, con unos niveles de formación muy altos donde el 90 por ciento alcanza el título de doctorado; hemos ‘echado a rodar’ una investigación académica constante que se evidencia en publicaciones indexadas y en proyectos que tienen un impacto muy importante vinculado a las necesidades de la sociedad”.
Y si la opinión viene de quien ha egresado, para Carolina Ariza son sumatoria de ese camino de fortalecimiento la estructura del programa, la calidad de los profesores, el acompañamiento casi personalizado, y la forma como hoy profesores y egresados son amigos en el colegaje.
“Uno de los elementos diferenciadores del pregrado es la gente, porque en la formación de abogados es fundamental el sentido humano y allí es que cobra importancia quiénes son los profesores, que no pueden ser solamente los mejores profesionales, sino las mejores personas”, aduce el Decano.
De hecho, esta es una vocación que se traslada de docentes a estudiantes y de generación en generación, pues uno de los aspectos que llama la atención es el número de alumnos que optan por hacer sus prácticas profesionales en sectores como el judicial, en el que no existe remuneración, pero en donde el nivel de aprendizaje es altamente valorado.
¿Y el futuro?
Hoy más que nunca se ven de cerca los grandes retos que tiene la Universidad de cara a las nuevas formas de aprendizaje. La tecnología, el cambio demográfico, la necesidad de formar en competencias, la apuesta por tener una visión más global, el acceso de todas las generaciones a la educación y no menos importante el ideal de ser coherentes con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y con las metas que se ha trazado la humanidad son parte de la agenda institucional en la que participan docentes, directivos, investigadores y los mismos estudiantes.
“Este es, como lo dice Juan Luis Mejía Arango, rector de esta Institución, ‘un vuelo que tiene que cambiar sus turbinas’ y de eso se trata: de estar en medio del vuelo, viendo cómo el pregrado se consolida cada vez más en la región, en el país y en el mundo, pero atentos a los cambios vertiginosos de la sociedad”, subraya el Decano.
Y no es solo para el Derecho como área del saber. El profesor Hugo Castaño agrega que el reto es para todas las disciplinas, pues el mundo está cambiando y lo mejor que se puede ser es previsivo y estar preparados para que las diversas carreras de EAFIT continúen beneficiando a la sociedad y se dejen permear por esas nuevas pedagogías, aquellas que harán que la ecuación se haga a la inversa y que antes de ir a tocar las puertas del mundo -como en aquel fin de año en 2002- sean estas las que estén abiertas para programas como este, que siendo joven, tiene la experiencia y la sabiduría que solo otorga el hacer las cosas bien. “La verdad, yo de este pregrado y de la Escuela solo tengo alegrías, satisfacciones y logros para contar”, puntualiza el Decano.