El Centro de Filantropía de EAFIT llega en 2019 como parte de la Dirección de Desarrollo Institucional y Egresados para aportar al bien común, contribuir al cambio social y brindar las herramientas para que las personas puedan transformar sus proyectos de vida.
Karen Osorno Varela
Colaboradora
Andrés Felipe Lopera Gómez, el séptimo hijo de una familia oriunda del municipio de Donmatías, una localidad del norte de Antioquia, soñaba con ser músico mientras ayudaba a su padre con las labores de reciclaje en el pueblo. Cuando egresó del colegio buscó oportunidades en Medellín para cumplir su sueño profesional, una meta que se veía lejana luego de no acceder a una universidad pública donde se presentó y de corroborar el costo económico en instituciones privadas.
Sin embargo, en una región solidaria y generosa como la antioqueña, Andrés pudo encontrar acceso a una beca para desarrollar sus estudios en EAFIT y con su conocimiento poder convertirse en uno de los directores de orquesta más importantes del mundo. Hoy es director asociado de la Orquesta Sinfónica de Columbus, Ohio (Estados Unidos) y ha estado al frente de la Sinfónica de Colorado y de otras importantes agrupaciones en Colombia, Brasil y México.
"EAFIT es un bien común de esta sociedad, es patrimonio de los colombianos y por consiguiente su responsabilidad está en devolver los aprendizajes convertidos en beneficios que impactan de manera positiva a los ciudadanos”, Juan Luis Mejía Arango.
La de este eafitense es una historia que corrobora que la filantropía es uno de esos motores que jalona la transformación social y la razón por la que EAFIT, en su nuevo itinerario, le apunta a la construcción de una sociedad más justa, equitativa, sostenible e integral con la creación de una unidad enfocada en crear vínculos de confianza con personas y organizaciones para generar oportunidades de inclusión, y desarrollo científico y social a partir de la educación.
El Centro de Filantropía de EAFIT llega en 2019 como parte de la Dirección de Desarrollo Institucional y Egresados para aportar al bien común, contribuir al cambio social y brindar las herramientas para que las personas puedan transformar sus proyectos de vida.
“En el replanteamiento de nuestra hoja de ruta vemos imperativo seguir el ejemplo de casi todas las universidades del mundo, que buscan recursos que provengan de fuentes de ingreso distintas a las tradicionales para cumplir el desafío. EAFIT es un bien común de esta sociedad, es patrimonio de los colombianos y por consiguiente su responsabilidad está en devolver los aprendizajes convertidos en beneficios que impactan de manera positiva a los ciudadanos”, indica Juan Luis Mejía Arango, rector de la Institución.
Y es que ese deseo de servir a la sociedad y de retribuirle está inmerso en el ADN eafitense, no solo por ser el concepto que abandera su proyecto educativo, sino también porque su constitución como Universidad resultó precisamente de los esfuerzos de un grupo de empresarios visionarios que encontraron el respaldo de otras instituciones que creyeron en la apuesta. La Universidad de Syracuse (Estados Unidos) o la Fundación Whirpool son algunas de estas.
Amor a la humanidad
Convocar la filantropía y no la caridad es el resultado del análisis que se da luego de ver que en países como Myanmar (Birmania), en donde el ingreso per cápita es de cuatro dólares, el 88 por ciento de su población realiza aportes económicos o se presta bajo la modalidad de voluntariado para apoyar sus causas sociales. Los birmanos están en la lista de los países que han liderado durante los últimos cinco años el World Giving Index —indicador que mide el nivel de filantropía de las naciones—, seguido de Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Sri Lanka y Canadá. Colombia se ubicó, en la última medición, en la posición 80 entre 144 países clasificados.
Jorge Giraldo Ramírez, decano de la Escuela de Humanidades de EAFIT, explica que la filantropía tiene la característica de ofrecer apoyos impersonales a través de organizaciones que sirven al público, que buscan el bien común y que normalmente no espera ningún tipo de retribución. “Por su parte, la caridad es personalizada, busca resolver solo un problema específico y no va orientada a los principios filantrópicos. Un ejemplo de esto es entregar una limosna en la calle, es decir, dar una solución pasajera y no concreta”, agrega el Decano.
Los estudios muestran que en Estados Unidos el 80 por ciento de los recursos que ingresan a las universidades por el concepto de filantropía provienen de personas naturales, un aspecto que permite explicar, según el Rector, que no necesariamente quienes tienen más dinero son los llamados a vincularse, sino aquellas sociedades más solidarias. Incluso cuando se habla de filantropía no solo se entiende el valor económico, sino también el talento y el tiempo que una persona u organización puede aportar para ayudar a otros.
¿Cómo donar? El Centro de Filantropía cuenta con diferentes canales para facilitar el proceso de donación. Consulte en www.eafit.edu.co/filantropia.
“En las investigaciones previas a la apertura del centro encontramos que la primera razón por la que las personas donan radica en que hay convencimiento e identificación con una causa, porque quieren marcar diferencia, por satisfacción o vanidad personal, para tener memoria de un ser querido y, en último lugar, por un tema de impuestos”, analiza el Rector.
Para hablar de la región y de lo que motiva esta iniciativa se evidencia que en Medellín, por ejemplo, el mapa georreferencial muestra que hay lugares en donde la cobertura en educación solo abarca el siete por ciento, lo que quiere decir que jóvenes con talentos y grandes capacidades se quedan por fuera de las universidades sin poder cumplir sus sueños.
Como esta, dice Bernardo Vargas Gibsone, presidente de ISA e integrante del Comité de Filantropía de EAFIT, hay muchas razones por las que las universidades están llamadas a involucrar la filantropía en la conversación permanente con sus grupos de interés. “Muy pronto las instituciones de educación superior tendrán que fortalecer sus procesos de filantropía y EAFIT debe estar presente para garantizar su posición de liderazgo que ha ganado con esfuerzo y educación de calidad”, destaca.
María Clara Ceballos Arango, jefa del Centro de Filantropía, destaca iniciativas que se han construido desde EAFIT como el Programa Nivelatorio con Aportes de Empleados que, en 16 años de existencia, ha tocado la vida de 670 estudiantes y ha becado a 300 de ellos para que cursen pregrados en la Institución.
Los primeros convocados a la filantropía en EAFIT
El panorama colombiano muestra, según Carlos Ignacio Gallego Palacio, presidente del Grupo Nutresa e integrante del Consejo Superior de EAFIT, que en el país hay buenas intenciones y disposición para ayudar, pero faltan mecanismos para facilitarlas y hacerlas realidad. “En ese sentido, la elección de objetivos adecuados para dar respuesta a las expectativas y las necesidades de la sociedad, sumado a la transparencia en el uso de los recursos, harán del Centro de Filantropía de EAFIT un lugar que genera confianza para atraer a más personas que quieran realizar sus aportes”.
Por su parte, Isabel Cristina Gómez Yepes, directora de la Dirección de Desarrollo Institucional y Egresados, señala que quienes ya tuvieron la oportunidad de vivir la Universidad y descubrir que EAFIT es un lugar que teje historias y transforma vidas son los primeros llamados a ser protagonistas en esta misión que se enfoca en tres causas principales: estudiantes; ciencia, tecnología e innovación; y desafíos institucionales.
“Los egresados que han pasado por los espacios de la Universidad saben que la experiencia es integral y va mucho más allá de lo académico. Sabemos que en los eafitenses hay cultura de solidaridad y que si nos pensamos como un proyecto colectivo del que todos podemos hacer parte obtendremos resultados que redundan en el progreso del país”, apunta Isabel.
Camilo Andrés Marín Acosta, egresado del pregrado en Derecho de EAFIT; y Carolina Ariza Zapata, especialista en Responsabilidad Civil de la misma Institución, ya hacen parte de la iniciativa. Regresaron a la Universidad con la intención de otorgar a un estudiante una beca completa para el desarrollo de sus estudios, un gesto que canalizarán a través del Centro de Filantropía.
“La Universidad, dentro de la cultura antioqueña, ha sido considerada como símbolo de excelencia y nos quisimos vincular para crear oportunidades porque nuestra misión, más allá de lo profesional, es retributiva y qué mejor manera de manifestarla ante la sociedad a través de la educación”, cuenta el egresado.
De otro lado, Carolina resalta que eligieron vincularse con la Institución porque son conocedores del programa de acompañamiento a los beneficiarios desde lo académico, lo psicológico, lo vocacional y lo humano.
María Clara Ceballos Arango, jefa del Centro de Filantropía, destaca iniciativas que se han construido desde EAFIT como el Programa Nivelatorio con Aportes de Empleados que, en 16 años de existencia, ha tocado la vida de 670 estudiantes y ha becado a 300 de ellos para que cursen pregrados en la Institución.
A este se adhieren los proyectos de EAFIT Social, las contribuciones a las comunidades menos favorecidas gracias a los resultados de investigaciones y las triadas con el sector público y privado para beneficiar a estudiantes de colegios de la región. Estas son muestras de que el camino que ha recorrido la Universidad en este aspecto ahora podrá fortalecerse para seguir liderando propuestas en beneficio del desarrollo de la sociedad.
“En ese sentido, queremos darle fuerza al programa de becas de la Institución y lograr que un mayor número de alumnos tenga acceso a la educación superior de manera integral, apoyándolos con el tema de bilingüismo, internacionalización, alimentación, transporte y otros aspectos. En Ciencia, Tecnología e Innovación queremos apalancar proyectos de investigación de alto impacto social; y en la causa de Desafíos institucionales los aportes estarán encaminados a temas de cultura, deporte y obras de infraestructura, entre otros, que permiten que la experiencia de aprendizaje sea más enriquecedora”, especifica María Clara.
Así que este ejercicio no solo es un llamado a las grandes empresas o a personas adineradas —pues se puede donar desde 10 mil pesos—, se trata también de sumarse con ayudas en tiempo y talento que los donantes puedan poner a disposición de estas causas. “Sabemos que nunca sobrarán aliados y manos amigas que tengan el convencimiento, los deseos y el compromiso de querer mejorar el mundo”, concluye el Rector.