Jonathan Montoya Correa
Área de Información y Prensa de EAFIT
Para los cerca de 56 mil egresados de la Institución, el campus de EAFIT está ligado indiscutiblemente a una parte importante de sus vidas, y pensar en su paso por la Universidad sin evocar algún recuerdo en este lugar sería casi imposible.
Fue en la Universidad Parque o en sus espacios de Bogotá y Pereira, en sus pasillos, espacios de aprendizaje, laboratorios, plazoletas y cafeterías, donde no solo adquirieron las bases personales y técnicas para su desempeño en la vida profesional, sino también donde corrieron para alcanzar a tiempo ese parcial para el que llevaban preparándose toda la semana; donde estudiaron hasta altas horas de la noche para cumplir con el plazo de una entrega; donde compartieron con los otros compañeros de algún grupo estudiantil; y, en definitiva, ese espacio en el que rieron, lloraron, se enamoraron, hicieron nuevos amigos y forjaron un vínculo que, sin importar la fecha de graduación, todavía hoy perdura.
Y, aunque en esta ocasión no hubo un lugar físico para recorrer debido a las condiciones actuales derivadas de la pandemia por covid-19, eso no fue una excusa y, al contrario, la Universidad migró sus instalaciones a la virtualidad y permitió que los graduados, en la mañana del sábado 24 de octubre de 2020, vivieran la experiencia de retornar de nuevo a su campus, a través de Alcampus Virtual 2020, actividad que tuvo varios componentes desde el bienestar, la academia, los reencuentros, la cultura y la posibilidad de recorrer el campus desde la virtualidad. Y todo en desarrollo de la conmemoración de los 60 años de EAFIT.
El encuentro fue organizado por la Rectoría, la Dirección de Desarrollo Institucional y Egresados, y el Departamento de Comunicación. No importó el lugar, ni la ropa, ni el modo de transporte. En esta ocasión lo único que se necesitó fue un computador con cámara e internet para poder disfrutar esta jornada que convocó a los egresados de todas las generaciones para participar de sus diferentes componentes.
Desde su casa en California (Estados Unidos), la ingeniera física Luz María Martínez Sierra, por ejemplo, se conectó desde muy temprano para ver la evolución de su Universidad y, de paso, participar como panelista en uno de sus espacios académicos. Así mismo, con su hija a su lado, Carlos Suárez Berrío, de Ingeniería de Sistemas, también se dispuso a pasar la mañana junto a la Institución, pues estaba particularmente interesado en reunirse con sus excompañeros de pregrado. Y María Eugenia Jaramillo Amaya participó activamente en los foros de comentarios de todos los espacios virtuales.
Ellos fueron algunos de los participantes que aceptaron esta cita, a la que el rector Juan Luis Mejía Arango, durante su saludo, se refirió como “un espacio diferente para seguir celebrando, como comunidad universitaria, los 60 años de la institución”. Y agregó: “la Universidad ha hecho un gran esfuerzo para continuar su vida académica en estos tiempos. Hemos proyectado el campus físico en la nube y migrado todos nuestros servicios a este escenario. Alcampus se suma ahora a esta gestión”.
Seis escuelas, seis conversaciones y un universo de saberes en los Diálogos Alcampus
Uno de los momentos más importantes de la edición virtual de este encuentro fueron los Diálogos Alcampus, en los que se dieron cita las seis escuelas eafitenses y que fueron la oportunidad para que estas unidades de la Institución se conectaran desde sus saberes con la realidad que se vive en el mundo, no solo por cuenta de la pandemia, sino por el futuro de algunas áreas del conocimiento mediante conversaciones cercanas. Así, la gestión de las empresas en la crisis, el impacto de la ingeniería, las ciencias básicas, el futuro del trabajo, la transformación digital de la justicia y estudios del comportamiento fueron temas que reconocidos expertos trataron en este componente. Acá, algunos apartes de estas conversaciones.
Retos y aprendizajes sobre la gestión de empresas durante la crisis
Escuela de Administración
La pregunta fue: ¿cómo preparar a una empresa para resistir un momento de crisis? Esta inquietud convocó a Josefina Agudelo Trujillo, presidenta de TCC e integrante del Consejo Superior de EAFIT; y a Carlos Ignacio Gallego Palacio, presidente del grupo Nutresa y también integrante del máximo estamento de la Institución. El evento fue moderado por la docente eafitense María Andrea de Villa Correa y se centró en analizar las transformaciones que vivieron las compañías a raíz de la pandemia.
Frente a los retos más importantes de las organizaciones, ambos directivos destacaron que la pandemia requirió entender primero qué estaba ocurriendo para luego abordar dos temas fundamentales: las personas y la financiación. Como lo analizó Carlos Ignacio Gallego, esta crisis ha generado “un gran reto de continuidad de negocio porque las personas son las que hacen realidad los planes empresariales. Al afectar primero al ser humano, (la pandemia) afecta también todas las dimensiones de la empresa”.
Es así como en el caso de TCC, y según Josefina Agudelo, no tuvieron “un cierre total porque la logística mueve productos básicos”, lo que les permitió seguir operando entre un 35 y un 40 por ciento. El desafío, no obstante, fue poner el cuidado de los empleados y los clientes primero, de manera que se pudieran realizar las labores sin ningún tipo de temor.
En el caso de Nutresa, se creó desde el 5 de marzo un centro de comando para acelerar la toma de decisiones en tres frentes prioritarios: el cuidado de la salud de las personas; la garantía de alimentos en los países en los que la empresa tiene presencia; y la alianza con diferentes actores nacionales, locales, públicos y privados “para ayudar en la protección de la población más vulnerable”.
Si uno cambia cada vez que hay una crisis, no se permitiría la consolidación de los procesos, Carlos Ignacio Gallego.
En opinión de ambos, además, se necesitó definir prioridades que luego permitieran mantener el mayor número de empleos posibles, a la vez que se ajustaban y se creaban procesos-productos que facilitaran un mayor rendimiento y que fueran acordes con los cambios en la demanda de los consumidores.
Retos como estos implican unos cambios importantes. No obstante, los ponentes enfatizaron en que no se trata de construir nuevas estrategias desde cero. Más bien es un asunto de revisar y ajustar los planes al corto plazo, porque, como lo dijo Carlos Gallego, “si uno cambia cada vez que hay una crisis, no se permitiría la consolidación de los procesos”. Tanto él como Josefina Agudelo concluyeron que lo que realmente ha cambiado en sus empresas es la materialidad relacionada a las estrategias, sobre todo después de que preocupaciones empresariales como el talento humano, la eficiencia, la innovación o la transformación digital adquirieran mayor relevancia.
El encuentro cerró con dos preguntas de los egresados referidas a la cultura organizacional y a los pequeños empresarios. El directivo de Nutresa respondió a la primera inquietud asegurando que, gracias a la pandemia, las empresas se están preocupando aún más por generar tanto valor económico, como social y medioambiental. Frente a la segunda pregunta, la presidenta de TCC especificó que “necesitamos muchos empresarios de todos los tamaños para que este país salga adelante”.
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La ingeniería y su impacto: el rol de la ingeniería en las políticas públicas y las estrategias empresariales
Escuela de Ingeniería
Desde el sector de la construcción, la generación y distribución de energía, así como en la movilidad urbana, la ingeniería sigue aportando al desarrollo mientras vive su propia transformación. La visión y los aportes de los panelistas del encuentro refrescaron la mirada sobre esta profesión, gracias a los aportes de Luz María Correa Vargas, presidenta de Construcciones El Cóndor e integrante del Consejo Superior de EAFIT; Ricardo Sierra Fernández, líder de Celsia; y Tomás Elejalde Escobar, gerente del Metro de Medellín, quienes dialogaron bajo la moderación de Ricardo Taborda Ríos, decano de la Escuela de Ingeniería, y la presencia de Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT.
Los tres panelistas, desde cada una de sus empresas, coincidieron en que la ingeniería está afrontando un importante proceso de transformación por los adelantos en el entorno digital y los cambios culturales que se reflejan en los procesos de contratación de las obras y en el interior de las empresas. Estuvieron de acuerdo, también, en que la ingeniería hace contribuciones vitales al desarrollo de las regiones, como la competitividad que aportan las obras, los beneficios en la movilidad urbana y las energías renovables.
En Colombia la ingeniería adoptó numerosas especialidades, según las áreas del conocimiento predominadas por las empresas que, a lo largo de los años, se han desarrollado.
Algunas de los datos destacados que aportaron los invitados al diálogo son que el recorrido entre Medellín y Buenaventura pasará de 15 a 10 horas cuando esté terminado el corredor de Pacífico uno, dos y tres. Que, gracias a la ingeniería local y con la participación de universidades como EAFIT, ha sido posible generar una flota de vehículos para el Metro por casi la mitad del valor del que se tendría que pagar por esta. Que esta empresa de transporte espera operar a partir de 2021 con energías limpias renovables. Y que Celsia tiene entre sus planes aportar a una red de carga para vehículos eléctricos en autopistas del país para que sea más fácil recorrerlo en esta alternativa de transporte.
Durante el diálogo también se habló que en Colombia la ingeniería adoptó numerosas especialidades, según las áreas del conocimiento predominadas por las empresas que, a lo largo de los años, se han desarrollado. Hoy en día, esta disciplina se ha fortalecido al lograr un poder transformador, con innovación y con amplio acervo de conocimiento para aplicar nuevas tecnologías como recurso clave, teniendo en cuenta el entorno, el medio ambiente y las comunidades para que haya una relación armónica entre esos grupos de interés y la empresa, como lo especificó Luz María Correa.
Ese poder de la ingeniería, que está en constante crecimiento, construye país porque además de aportar al desarrollo de Colombia por medio de ingresos económicos, ofrece accesos de ofertas laborales y a más oportunidades en la educación. “Tenemos este poder transformador, pero lo logramos si se acompaña y se integra con otras ramas del saber. Con las ciencias sociales, especialmente”, recalcó Tomás Elejalde.
Otro mediador que identifican para que el desarrollo de nuevas tecnologías o el poder transformador de la ingeniería siga constante en la nación es la relación entre universidad y empresa. Por medio de los proyectos que se han llevado a cabo con EAFIT, las empresas se han embarcado a procesos con nuevas estrategias eficaces que no tenían previstas, gracias al dinamismo y a la creatividad que esta alianza ofrece generando una conciencia de carácter evolutivo y haciendo entender cómo la visión política, económica y social interactúan con la tecnología inherente a los factores de producción.
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Estudios del comportamiento, transformación digital y cultural
Escuela de Humanidades
Hace menos de dos años, el Consejo Superior de EAFIT aprobó la incursión de la U en los estudios del comportamiento, una disciplina que, si bien no es nueva en la Institución, si lo es en su enfoque, puesto que se convierte en un escenario para que distintos saberes de la academia puedan dialogar en paridad de condiciones.
Por eso no resultó extraño que durante la conversación Estudios del comportamiento, transformación digital y cultura, se encontraran en un mismo sitio una gerente, un asesor político y un decano. Allí se reunieron Claudia Restrepo Montoya, responsable de Personas y Familias de Comfama y rectora designada de EAFIT desde enero de 2021; Federico Hoyos Salazar, asesor político de la Presidencia de la República; y Adolfo Eslava Gómez, decano encargado de la Escuela de Humanidades, para conversar sobre esta temática, en la que el coraje, la compasión, la conversación y la confianza adquieren gran relevancia.
“La compasión nos acerca a la ética y a la reflexión sobre la norma, pues nos permite imaginarnos en la situación del otro y actuar empáticamente de acuerdo con esto”.
"Nosotros como eafitenses, inclusive cuando estudiábamos Administración, en muchas ocasiones analizábamos lo que se denominaba el comportamiento del mercado y el comportamiento de las personas. Y era algo muy utilitarista de alguna manera, era un análisis menos esencial de la importancia de la razón, de las emociones y del comportamiento dentro de lo que somos como seres humanos. Pero hoy, cuando hablamos de la esencia nos remitimos a algo más humanista y es a tratar de comprender mucho mejor, por ejemplo, por qué los seres humanos que somos racionales a veces actuamos de forma irracional".
La pregunta del porqué se actúa como se hace en la actualidad es lo que subyace en los estudios del comportamiento y, tal como lo expresó Federico Hoyos, puede ser muy útil para favorecer el cambio cultural en las personas. Es allí donde entra la academia, puesto que esta tiene el deber ético de transmitir conocimiento práctico para generar “un impacto tangible, real y transformacional” del comportamiento social.
Comportamiento que debe ser orientado al bien común y en el que la compasión y la conversación tienen un papel preponderante, en la medida en que posibilitan el diálogo entre actores diversos que desean construir juntos. Como bien señaló la exgerente del Metro, “la compasión nos acerca a la ética y a la reflexión sobre la norma, pues nos permite imaginarnos en la situación del otro y actuar empáticamente de acuerdo con esto”.
Una compasión que requiere de coraje, puesto que implica tener conversaciones incómodas con aquellos otros con los que no se está de acuerdo. En opinión de Federico, estos mismos diálogos requieren, además, de una comunicación clara y coherente que permita establecer lazos de confianza entre actores distintos. Será este diálogo con el otro lo que permitirá resolver los problemas que hoy afectan a nuestra sociedad.
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Transformación digital de la justicia y competitividad
Escuela de Derecho
Oportunidades para el mejoramiento del sistema judicial y resolución de conflictos, y retos del acceso a la tecnología y de las barreras de la justicia para la ciudadanía fueron los temas principales que se discutieron en esta conversación, moderada por Camilo Piedrahíta Vargas, decano de la Escuela de Derecho.
Participaron Guillermo Otálora Lozano, profesor de la Universidad de los Andes; y María Adelaida Ceballos Bedoya, candidata a doctora en Derecho en McGill University. En el encuentro se permitió ahondar en esta temática desde la experiencia y la visión de lo que significará la transformación digital para la justicia y el acceso a esta. Allí se resaltó como dicha transformación requiere de un cambio cultural y mental de la justicia en sus integrantes y en la ciudadanía, así como de un entendimiento del uso de la tecnología y el impacto social que podría llegar a tener.
A su vez, se hizo mención de algunas variables y causas que inciden en los porcentajes de acceso a la justicia, y cómo esta se ve dificultada antes, durante y al tener una conciliación dentro de un proceso o decisión judicial. Algunos de los factores más relevantes son: falta de conocimiento por parte de los usuarios frente a los procesos jurídicos, mala asistencia jurídica, desconfianza y falta de empatía, costos y lenguaje complejo, entre otros. Sin embargo, se destacó que la inclusión de la tecnología aportaría a la resolución de estas barreras.
Guillermo Otálora hizo mención a cómo la falta de datos dentro de la justicia hace que los factores ya mencionados se vean aún más complejizados, pero ve en el uso de la tecnología una herramienta para la digitalización de los mismos y con esto la posibilidad de conocer cuál es el estado de la administración judicial del país. También reflexionó acerca de cómo el salto al trabajo remoto no ha significado una digitalización de la justicia, pues los problemas de la presencialidad continúan en la virtualidad y ha hecho posible previsualizar aquellos cambios que se pueden ir realizando de manera incremental, reconociendo los vacíos que se debieron llenar desde antes.
Por su parte, María Adelaida Ceballos mencionó cómo la captura de estos datos afectaría de manera positiva la toma de decisiones de políticas públicas. “La producción de mejores datos y estadísticas sobre la justicia puede ayudar a contribuir a mejorar el trabajo de los jueces porque todo se encuentra mejor organizado. Pero esa transparencia se traduce en más beneficios, como en la rendición de cuentas a los ciudadanos y a los entes de control”.
Ambos panelistas coincidieron en que la transformación digital requiere que los profesionales en derecho adquieran nuevas habilidades y competencias, ya que las disciplinas están en constaste movimiento y se necesita una adopción de la tecnología, así como de su entendimiento para lograr un cambio en la forma en cómo se trabaja. Además, se refirieron a la importancia que se tiene de pensar en el ciudadano. Colombia, por ejemplo, es un país en el que la brecha digital impacta y es necesario que los usuarios comprendan este cambio cultural en la justicia, la adopten y tengan la certeza de que la tecnología no será una barrera para acceder a esta, pero es importante entender que la conectividad no lo resolverá todo y se deben afrontar los factores mencionados inicialmente.
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El futuro del trabajo: ¿Qué se vive y cómo prepararnos?
Escuela de Economías y Finanzas
El espacio, moderado por César Tamayo Tobón, decano de esta unidad, y en el que participaron Laura Ripani, especialista líder en mercados Laborales del BID; y Juana Francisca Llano, presidente de Suramericana, permitió hacer un recorrido por el escenario económico de Latinoamérica y el Caribe antes del covid-19, el impacto que esta contingencia sanitaria le planteó a la región, y las principales transformaciones que ya se están presentando.
Laura Ripani aportó un análisis enfocado en el futuro del trabajo en la época del covid-19, en América Latina y el Caribe, pasando por los impactos en el empleo, el futuro del trabajo después de la pandemia y cómo apoyar la recuperación del empleo en la era pos-covid-19. “Ya teníamos algunos desafíos pendientes por resolver antes de esta contingencia, entre estos la alta informalidad del mercado laboral, la baja productividad y la desigualdad en el acceso a buenas oportunidades de empleo en la región. Siendo así, en este momento, en medio de la pandemia, tenemos nuevos problemas, más los conflictos del pasado que se agravan debido a la situación”.
Para la presidenta de Suramericana, en este momento las organizaciones deben trabajar diferentes puntos: flexibilidad, empatía, confianza y cercanía genuina.
La pandemia aceleró las tendencias con respecto al futuro del trabajo. Por esto, Laura Ripani anotó que el futuro de este sector ya está aquí, y las personas y las empresas se trasladan bruscamente al mundo digital por esa necesidad que impulsó la pandemia. Las plataformas digitales son cada vez más utilizadas y el teletrabajo se empieza a adoptar cada vez más, aunque exponiendo de nuevo un factor de desigualdad en el mercado laboral, una desigual de acceso al teletrabajo.
Juana Francisca Llano, por su lado, coincidió en que el futuro del trabajo llegó y se está viviendo. La experta entregó un enfoque desde las organizaciones y enfatizó en cuatro conceptos importantes. El primero es el equilibrio entre la vida laboral y la personal, donde antes el trabajo tenía un lugar y un horario específico, pero ahora no. El segundo concepto es el impacto de la tecnología en el trabajo, que se refiere a la velocidad a la que está sucediendo la revolución tecnológica y cómo genera una ansiedad cultural. El tercer tema es la humanización, la transformación de las relaciones en la manera de comunicarse y las expectativas que se generan cada día. Y el cuarto concepto es la transformación de las industrias y la competitividad.
Para la presidente de Suramericana, en este momento las organizaciones deben trabajar diferentes puntos: flexibilidad, empatía, confianza y cercanía genuina, y estos van desde admitir las diversidades, los diferentes vínculos contractuales y las distintas formas de trabajo, hasta reconocer a las personas en profundidad, qué están sintiendo y qué están queriendo. Finalmente, habla de generar retroalimentación de unos a otros dentro de las empresas y generar un ambiente donde las personas se vinculen desde lo racional pero también desde lo emocional.
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El rol de las Ciencias Básicas para el desarrollo de la humanidad
Escuela de Ciencias
¿Cuál es el rol de las Ciencias Básicas para el desarrollo de la humanidad? Esta fue la pregunta que convocó a Moisés Wasserman, profesor y exrector de la Universidad Nacional de Colombia; a Silvia Restrepo Restrepo, vicerrectora de Investigación y Creación de la Universidad de los Andes; y a Luz María Martínez Sierra, ingeniera física de EAFIT, vinculada a Nasa. La conversación fue moderada por la docente eafitense Valeska Villegas Escobar.
El historiador Yuval Noa Harari escribió en su libro Sapiens: de animales a dioses, que “la ciencia necesita algo más que simplemente la investigación para producir progreso. Depende del esfuerzo mutuo de la ciencia, la política y la economía. Las instituciones políticas y económicas proporcionan los recursos sin los cuales la investigación científica sería casi imposible (…)”.
No obstante, para los invitados, esta misma relación se vuelve problemática cuando se enfoca solo en los beneficios útiles que pueden derivarse de la misma. Claro que este modo de concebir la ciencia no es nuevo, pues como explicó Silvia Restrepo, ya desde el imperio romano se buscaba que el conocimiento sirviera a propósitos militares y políticos, y fue por eso que fue financiado. Es así que, y como lo apuntó el profesor Wasserman, “el financiamiento institucional de la ciencia viene de los siglos XIX y XX, cuando ciertos gobiernos consideraron que había resultados prometedores para crear un mejor futuro”.
Este sistema, que se sigue utilizando hoy en día, enfrenta muchos retos. No solo desde el sector gubernamental o político, sino también desde la misma ciudadanía. Como lo expuso la académica Restrepo, “se trata de tener un mayor compromiso del científico con la sociedad, pues es nuestro deber comunicar qué es y qué no es la ciencia para combatir la ignorancia y la superstición”, de manera que se empiece a hablar de una “sociedad basada en el conocimiento” y no de una economía basada en el mismo.
Luz María Martínez también apuntó que la divulgación asertiva será lo que permita acercarse a estudiantes, familias, industrias y ejes gubernamentales con una ciencia que esté al alcance de todos, de manera que la sociedad pueda ver su importancia y la necesidad de invertir en esta. Para la ingeniera, además, se trata de un esfuerzo que requiere abordar la figura del científico en el imaginario colectivo, de forma tal “que se vean representados en todas las edades, en todos los géneros y en todas las culturas”.
“Es nuestro deber comunicar qué es y qué no es la ciencia para combatir la ignorancia y la superstición”, Silvia Restrepo Restrepo.
Alcanzar estos objetivos no es fácil. De hecho, y como anotan los tres científicos, muchos de los desafíos requieren de voluntad política por parte de los gobiernos. No obstante, lo valioso de la comunidad científica es que no ha parado de investigar a pesar de las restricciones. Como el profesor Wasserman lo explicó, “la investigación va a tener impacto a la larga. No gracias a los políticos, sino a pesar de ellos”.
Aun así, consideró que la situación puede cambiar si se insiste en demostrarles a los gobiernos que lo que se genera en las universidades y en los centros es un gran potencial de respuesta a eventos inesperados como una pandemia. En cuanto a la educación, el desafío será la interdisciplinaridad con otras ramas del conocimiento, ya que, y como bien señaló la Vicerrectora, “eso nos permitirá entender los problemas complejos de manera más acertada”.
Los científicos Wasserman y Martínez agregaron que los programas universitarios deberán educar a las personas para trabajos que aún no existen y para los cuales aún no se han diseñado planes académicos. Por esto, serán necesarios los conocimientos en matemáticas, informática y computación para garantizar que esos profesionales puedan desempeñarse en cualquiera de estos nuevos perfiles laborales.
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