Juan Luis Mejía Arango
Rector
De Carlos Enrique Piedrahíta me quedará por siempre la alusión a cómo en el reino de Bután se manifestaba la gratitud. Allí no agradece quien recibe sino quien entrega, porque con esa acción se le permitió servir. En EAFIT pude servir por cerca de 17 años y viví mis días más felices, mis días azules. En este campus caminé, conversé con los estudiantes, aprendí de los profesores, materialicé este proyecto con los empleados, admiré el poder transformador de los egresados, fortalecí vínculos de confianza con los aliados, escuché todos los días el rumor de la naturaleza, y lo mejor, elevado sobre hombros de gigantes y afianzado en los valores institucionales, construimos de forma colectiva una idea de Universidad incluyente y protagonista, íntegra y humana, una sinfonía inconclusa cuya nueva directora de orquesta sabrá interpretar a la luz de los tiempos. En equipo fortalecimos un sueño que comenzó Juan Felipe Gaviria y que hoy es esta EAFIT vanguardista y conectada con su entorno que mira al futuro con esperanza.
Por eso expreso mi gratitud. Cada día, cada proyecto, cada buena noticia, cada aprendizaje y cada reto han permitido moldear este centro de pensamiento, una escuela de democracia, y un laboratorio de ciudad y de país donde el desafío es entregarle a la sociedad seres humanos íntegros y comprometidos con el desarrollo sostenible. Cada mañana, mientras me dirigía a la Universidad, pensaba en qué profesionales formamos en las circunstancias actuales para el mundo del trabajo y para las aceleraciones que vive la humanidad en un momento crítico para el planeta, pues si algo he considerado necesario y característico en el rol de un líder es la lectura que haga de los tiempos en que ejerce su función. Y en EAFIT pudimos lograr esa conexión gracias al grupo humano que no solo me acompañó, sino que me complementó, con la orientación de un Consejo Superior que me permitió trabajar con total libertad, y cuyo resultado es la Institución que hoy conversa con su entorno en todos los ámbitos posibles.
Fueron años en los que, fiel a las palabras de mi suegro, un educador de vocación, busqué todos los días la compañía de mis estudiantes, porque cuando se es mayor, como siempre me lo inculcó, es necesario rodearse de los más jóvenes para que te impregnen de su vitalidad y su esperanza. Y eso recibí de mis alumnos: su calidez en cada “Hola, Juan Luis”, sus deseos permanentes por transformar el mundo y un profundo respeto rodeado de cercanía que nos impulsó a alcanzar objetivos comunes. A la vida también le agradezco la posibilidad de poder dialogar con biólogos, ingenieros, matemáticos, politólogos, administradores o economistas, lo que facilitó comprender este reto y extraer de cada uno de ellos los aprendizajes que, al unirlos, generó esta gran conversación entre disciplinas que en esencia es la Universidad, un lugar en el que se impacta el futuro y en el que se le da forma al ser humano con el fin de que sea un agente de cambio para la sociedad.
En todos los escenarios lo he repetido: fue más lo que EAFIT me entregó y por eso, tal como lo expresé en la carta en la que manifesté mi retiro, no puedo renunciar a ella. Al contrario: llevaré su impronta conmigo y guardaré estos días azules en mi corazón. No me cansaré de expresarles, hoy y siempre, la gratitud por dejarme hacer parte de esta historia, por graduarme como el estudiante que he sido a lo largo de mi existencia y, lo más importante, por los aprendizajes adquiridos en los días grises. Los invito a seguir construyendo con su nueva líder esta idea de Universidad, este proyecto inconcluso que debe seguir entregándole confianza a una región y a un país que hoy necesita aún más de sus instituciones de educación superior y de su ciencia para superar, con humildad y contundencia, este desafío que afrontamos como humanidad.
A Claudia también le extiendo una bienvenida llena de alegría y de esperanza. Alegría para que también viva sus días azules en este campus; y de esperanza porque es aquí donde se forja, en presente y en futuro, la generación, en plural y en singular, que transformará este planeta en un lugar más sostenible, en una casa para todos.
¡Eafitenses, gracias por permitirme servir y por tantos días felices! Juan Luis para siempre estará con ustedes.