En los regímenes presidencialistas, como es el caso de Colombia, tradicionalmente la figura del presidente como jefe de Estado y de gobierno ha concentrado la mayor atención de los ciudadanos en unas elecciones democráticas. Sin embargo, es en las votaciones para la Cámara de Representantes y el Senado de la República donde se refleja la verdadera representación de la nación en los estados modernos.
En ese contexto, las elecciones legislativas del próximo 11 de marzo serán, según académicos de EAFIT, decisivas y determinantes para el futuro del país, dadas la coyuntura por ser el primer Congreso del posacuerdo de paz entre Gobierno y Farc –que participa por primera vez en elecciones libres como partido político – y porque de la conformación de este depende la gobernabilidad del próximo presidente.
“Por el tipo de régimen político hemos construido una subcultura política de ‘inferiorizar’ las elecciones a Congreso y eso es una situación que debilita profundamente la concepción que tenemos de la democracia. Tener una valoración del Congreso es muy importante porque allí ocurren dos acciones de la vida de una república. Primero es el escenario del control político, donde se ratifica que no hacemos parte de un absolutismo, sino que debe haber un debate, un análisis juicioso, una ponderación de los proyectos de ley que se proponen. Es mucho más legítima, más perdurable una decisión si pasó por el rasero del debate amplio, tranquilo y libre entre los congresistas. Y segundo, es que el Senado y la Cámara son aljibe de las leyes que rigen y comprometen a los colombianos”, expresa Adolfo León Maya Salazar, coordinador de la maestría en Gobierno y Ciencias Políticas de EAFIT.
¿Por qué votar?
Para los analistas de EAFIT, en un Estado social de derecho la independencia de las ramas del poder público —ejecutivo, legislativo y judicial— es fundamental para mantener el equilibrio institucional.
Para la elección del próximo Congreso de la República, que consta de 166 parlamentarios en Cámara de Representantes y 102 en Senado, los colombianos tienen una amplia opción de candidatos —2957 aspirantes inscritos según la Registraduría Nacional— que representan las ideas de cerca de 16 partidos y movimientos políticos.
La elección del Congreso es importante porque este órgano institucional tiene facultades legislativas y constituyentes fundamentales para la democracia, tales como la elaboración de las leyes y las reformas constitucionales.
“En la percepción ciudadana el presidente es más poderoso que el Congreso. Pero si uno mira las competencias, el Congreso tiene suficientes y amplios poderes, el problema es que no los ejerce de manera independiente. Un Congreso aprueba la ley de presupuesto, el Plan Nacional de Desarrollo, las reformas tributarias, es el único que puede reformar la Constitución. En término de las competencias fue una de las instituciones que salió fortalecida en la Constitución del 91, que en parte se hizo para modernizar el Congreso. Toda la acción del gobierno que quiera adelantarse necesita de su apoyo”, señala Antonio Carlos Barboza, profesor de la Escuela de Derecho de EAFIT.
Pero, uno de los mayores problemas de las elecciones legislativas radica en la poca credibilidad del Congreso entre los colombianos que, según recientes encuestas de opinión, está por encima del 80 por ciento. Esto ha llevado a una crisis de la legitimidad del Estado, por lo que es urgente la renovación de la institución parlamentaria y fortalecer los mecanismos de participación y representatividad de los colombianos.
El Congreso, que cuenta con una agenda política ya trazada, tendrá la responsabilidad de sacar adelante importantes reformas institucionales y discutir temas como las pensiones, los impuestos, la educación, la implementación de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), entre otros. De la elección de los próximos congresistas dependerá, en parte, el avance de muchos de estos temas cruciales para los colombianos.
El Congreso cumple también funciones electorales en la elección de magistrados de la Corte Constitucional, el Procurador General de la Nación y el Defensor del Pueblo. Además, como función judicial, el Congreso puede juzgar excepcionalmente a altos funcionarios del Estado por responsabilidad política.
Para los analistas el legislativo es la rama más representativa del pueblo, por lo que adquiere una mayor importancia su elección de forma inteligente, de acuerdo con los principios democráticos. En sentido práctico, el Congreso no solo es el lugar donde se discuten y se toman las decisiones más trascendentales del país, sino que a partir de las mayorías y minorías que se conformen en las cámaras parlamentarias, depende que el presidente pueda desarrollar sus proyectos políticos.
“Es muy importante apostar a iniciativas que sean capaces de transformar los imaginarios, la representación y los comportamientos de los ciudadanos. Yo creo que en buena medida los políticos venden unas ofertas supremamente alucinantes, pero una vez en el ejercicio del poder legislativo se desconectan con esas promesas y, lo que han hecho justamente, es acumular desesperanza en los ciudadanos en su conjunto”, concluye el profesor Adolfo Maya.