Antes de culpar al universo por ese vacío en el estómago, esas ganas de “hacer nada” o ese “no sé qué” que nos tiene tan irritados, una de las psicólogas de la U, Juliana Lenis Muñoz, nos explica por qué es importante valernos de las palabras para nombrar nuestras emociones:
No hay emociones negativas ni positivas: ¡son emociones! Ellas nos indican que algo está pasando con nuestra mente o nuestro cuerpo, son señales que debemos atender y aprender a nombrar sin miedo, darles un calificativo que nos sirva para manifestarlas.
¡Sin miedo a las emociones! Es bueno sentirlas y darles un espacio consciente en nuestro día a día. En ocasiones, por evitar emociones como la tristeza o la angustia, desplazamos y reprimimos su gestión, lo que puede convertirse en un nuevo malestar.
¿Estar bien todo el tiempo? Dar el 100% a nivel emocional es imposible. Normalicemos hablar del desespero, la culpa, el abandono, el rechazo, la melancolía, así como lo hacemos del optimismo, la alegría, la sorpresa o el entusiasmo. Palabras hay miles, conversemos sin miedo con nuestros amigos, amigas, familia… así nos cuidamos y cuidamos a otras personas.