Bibiana Andrea Moná Giraldo
Periodista del Área de Información y Prensa de EAFIT
La Universidad EAFIT, ad portas de celebrar los 60 años de fundación institucional (1960), trabaja en el diseño y construcción de su Edificio de Ciencias, que se ubicará en el costado sur del campus, contiguo al Edificio de Ingenierías (bloque 19).
Se trata del bloque 20 que tendrá ocho pisos dentro de los que se adecuarán tres anillos: un bloque central donde se ubicarán los laboratorios, un pasillo circular que le da la vuelta al edificio y otro espacio que rodea ese pasillo conformado por oficinas de profesores, baños y servicios, salas de descanso y de reuniones. El primer piso será de tránsito permanente y hará la conexión de Junín con el bloque 19, explica Sabrina Molina Gallego, coordinadora del Área de Infraestructura del Departamento de Planta Física.
Se proyecta que entre en funcionamiento desde mediados de 2020 y que con su arquitectura favorezca el quehacer de las ciencias y todas las actividades que se despliegan en sus diferentes áreas al servicio de la comunidad universitaria.
Liderado por el Departamento de Planta Física, el proyecto del edificio es un trabajo en equipo en el que aporta la academia, un grupo técnico conformado por ingenieros civiles, arquitectos y personal de la Vicerrectoría Administrativa y de Proyección Social. “Todos hicimos un inventario de las necesidades actuales y las proyectamos hacia el futuro”, indica Luciano Alberto Ángel Toro, decano de la Escuela de Ciencias.
En este recinto confluirá la docencia, la investigación, la consultoría y las diversas formas de relación con la industria, la experimentación, la experiencia del aprendizaje activo, la colaboración administrativa entre las diferentes dependencias de la Escuela de Ciencias y de estas con las otras unidades institucionales.
Este proyecto, que asciende a 59.000 millones de pesos, desde el punto de vista estructural contará con aislamiento sísmico para dotar de seguridad y estabilidad a sus cerca de 13.600 metros cuadrados, afirma Sabrina Molina. La empresa Obrasdé está a cargo de la integración de diseños y, por su parte, Estudio Transversal Arquitectura, del diseño arquitectónico.
La sostenibilidad, la inclusión, la flexibilidad y la transparencia son algunos de los principios que componen la nueva propuesta arquitectónica eafitense.
Esta infraestructura, que potenciará las actividades de investigación e innovación, recibió un impulso en abril para su construcción cuando a la Universidad le fue entregado un cheque simbólico –que representa un crédito por 52.000 millones de pesos– de manos de Mauricio Cárdenas Santamaría, el entonces ministro de Hacienda y Crédito Público, y de Rodolfo Zea Navarro, presidente de Findeter, señala Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT.
Ciencias conectadas
Se busca que el edificio, en cada uno de sus espacios, sea funcional y eficiente desde su operatividad, su cotidianidad y su interacción con quienes se forman en ciencia, quienes hacen ciencia y quienes están interesados en saber cómo se desarrollan las propuestas desde sus diferentes disciplinas.
De hecho, es normal que las ciencias eafitenses estén conectadas con las otras escuelas, de allí su capacidad de pensamiento multidisciplinario, colaborativo y de servicio, bien sea como apoyo en el que puede desarrollar todo su potencial o como eje articulador de nuevo conocimiento.
Por eso, al pensar en este espacio –asegura el Decano de Ciencias–, primero que todo se comprometieron con principios irrenunciables desde el punto de vista de la academia, sin olvidar que toda propuesta arquitectónica implica también disponer de los servicios convencionales que requiere una población como la que llega al campus cada día.
Con este nuevo edificio cerca de 5.000 estudiantes tendrán acceso a laboratorios, aulas y otros espacios para la investigación y la innovación.
Uno de esos principios es el compromiso con la sostenibilidad, pues la idea es tener un edificio que ahorre energía y agua, que gestione de forma efectiva los residuos, que ayude a repensar el consumo del aire acondicionado, que integre la naturaleza a sus espacios de circulación y al mismo campus, entre otros.
No en vano, desde ya el proyecto pretende obtener el aval de Leadership in Energy & Environmental Design (Leed Gold). Este sistema de certificación de edificios sostenibles, desarrollado por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos (US Green Building Council), se utiliza en varios países y tiene como objetivo avanzar en la utilización de estrategias que permitan una mejora global en el impacto medioambiental de la industria de la construcción.
Otro eje de la propuesta del nuevo edificio es entender que la Escuela de Ciencias no es una unidad aislada. Es decir, esta estructura debe ser inclusiva y propiciar en sus espacios el encuentro de estudiantes de pregrado y posgrado, profesores e investigadores, de otras escuelas de la Institución y de otros planteles educativos, de empresarios y de todo interesado en conocer cómo se desarrollan las ciencias.
En la misma línea está la capacidad de integrar en el lugar la formación teórica y la práctica, fusionar el aprendizaje con la investigación y la proyección, y agrupar diferentes áreas de conocimiento con públicos diversos.
“La ciencia es en esencia una actividad social. La hacen las comunidades científicas, se valida con pares, hay eventos de socialización de nuevos hallazgos, es decir, la ciencia no la hace cada persona metida en su mundo, sino que surge por la interacción con otros, es una construcción conjunta. Lo que busca este edificio es favorecer esa comunicación a través de espacios de encuentro, conversación, reunión, donde es posible esbozar ideas, rayar en sus tableros, generar discusiones, entre otras actividades de interrelación”, sostiene el decano Luciano Ángel.
La flexibilidad es otro de los componentes esenciales de este edificio que tendrá la capacidad de adaptarse a las necesidades que surjan, con espacios de trabajo que puedan migrar hacia otros nuevos, con laboratorios dotados de servicios técnicos funcionales en el presente y en el futuro. En otras palabras, con un diseño que permita la conectividad y la portabilidad, donde sus mobiliarios modulares adopten la razón que convoca en un momento dado el desarrollo de cualquier actividad.
Una experiencia visual
Por último, está el principio de la transparencia, entendido como el valor que la Universidad expresa desde su administración, sus procesos académicos y su proyección a la sociedad, así como la convicción de que las ciencias no se trabajan a puerta cerrada, sino que son verificables, consensuadas en lo colectivo, compartidas, están de cara al público y en un entorno que promueve la educación y el desarrollo científico.
Eso se reflejará en la posibilidad de tener una experiencia visual en esta nueva infraestructura, tanto en la fachada como en los diferentes espacios que conforman el edificio, es decir, es hacer ciencia en espacios abiertos, transparentes y a la vista de todos los interesados. (Ver 'Un campus que privilegia la naturaleza y la convergencia de saberes' ).
“Esto tiene un efecto cultural importante porque se trata de derribar desde lo visual esa barrera que se le atribuye a la relación ciencia-sociedad. No queremos un edificio encerrado en sí mismo, sino uno que mire hacia el campus y a la ciudad, y que a la vez el mundo nos vea”, expresa el Decano de la Escuela de Ciencias.
Por eso, la fachada será semitransparente y se construirá en vidrio y frontek gris o NBK. En el interior habrá un núcleo alrededor del que estarán dispuestas, en cada piso, las zonas de interacción y de circulación, las salas de reuniones, las oficinas de profesores, los espacios para la consultoría, dos aulas invertidas para el aprendizaje activo, algunos sitios de descanso y la sala para los docentes de cátedra de la Universidad.
Así mismo, tendrá los laboratorios con las especialidades propias de las ciencias, espacios que además ofrecerán diferentes servicios técnicos transversales a las distintas áreas académicas de la Institución.
Además de darle identidad a la Escuela de Ciencias, la forma de agrupar los servicios será más orgánica en función de la necesidad de compartir recursos. Es decir, aunque las áreas tendrán sus propios lugares de operación, la idea es poner a conversar sus saberes. En este sentido, la administración no tiene un papel protagónico dentro de la estructura, sino que obedece a un principio de servicio, concluye el decano Luciano Ángel.
Un campus que privilegia la naturaleza y la convergencia de saberes
En un punto sobre dos perpendiculares e importantes vías que conectan el norte y el sur de Medellín (la avenida Las Vegas y la avenida Regional) está la Universidad Parque, un espacio que privilegia a la naturaleza y se adapta a sus formas y evolución.
El proyecto de Universidad Parque surgió en 2004 y en 2008 obtuvo el Premio Lápiz de Acero-Espacios Públicos, un reconocimiento al compromiso de EAFIT con el medio ambiente y, en especial, con la concepción de la Institución integrada con la naturaleza que busca promover espacios alegres, disponibles y fecundos para la experiencia del conocimiento.
En este sentido, es imperante la premisa de que cada nuevo espacio de EAFIT converse con el entorno y le apunte a la integración de las áreas, a la convergencia de los saberes que le dan sentido al concepto de universidad y, por supuesto, a la convivencia con su flora y su fauna.
El proyecto del Edificio de Ciencias no es ajeno a dicha premisa, pues estará expuesto a la vista de los habitantes del campus, lo que además permitirá contemplar desde el interior del edificio el transcurrir de las actividades dentro de la Universidad Parque y de su entorno citadino.