La de Medellín es una memoria dividida, y su separación está representada en figuras religiosas —la Virgen de la Candelaria y San Lorenzo¬— y en lugares representativos de la ciudad —el Parque Berrío y El Poblado—, esta última comuna asociada a la celebración de los 400 años de El Poblado de San Lorenzo de Aburrá, un suceso histórico que será conmemorado en EAFIT a través de un ciclo de conferencias y una exposición con el nombre La génesis de Medellín.
El carácter del evento, que tendrá lugar este miércoles 2 de marzo, entre las 9:00 a.m. y las 5:00 p.m. en el Auditorio Fundadores, es resaltado por Leonardo Ramírez, politólogo de la Universidad Sorbona de París y consultor en mediación intercultural, como una oportunidad para discutir el mito fundacional de Medellín, cuyas versiones, según el académico, han debilitado la capacidad de cohesionar la sociedad y generar identidad que tienen las historias tejidas alrededor del origen de una ciudad.
"Vamos a dar un concepto de génesis de ciudad, pero también abordaremos conceptos físicos y naturales, es decir, desde la biología, la geología y la paleobotánica, para hablar de cómo era el ambiente y la situación geográfica y geológica de la ciudad, así como de la importancia de la religión en esa época —siglo XVII—, con sus asuntos buenos y malos", explica el investigador.
Entre los conferencistas que aportarán sus visiones están Pablo Antonio Castro López, Adolfo León Maya Salazar y Juan Camilo Escobar Villegas, profesores de EAFIT; Juan David Montoya y Carlos Monsalve, docentes de la Universidad Nacional; Pedro Ospina y César Lenis, de la Universidad Pontificia Bolivariana y la Universidad de Antioquia respectivamente; y Pablo Aristizábal y Leonardo Ramírez, de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París, Francia.
Historia por partida doble
La versión comúnmente aceptada del origen de Medellín refiere como, en el siglo XVII, varios españoles y criollos se adueñaron de las tierras al sur del Valle de Aburrá y establecieron un caserío en el sitio de Aná, donde se ubica actualmente el Parque Berrío. En 1674 el asentamiento obtuvo el título de villa y al año siguiente nació la ciudad, bajo el nombre de Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.
Sin embargo, de acuerdo con Leonardo Ramírez, décadas atrás los españoles habían creado un poblado en el que juntaron tribus indígenas de varios lugares de Antioquia, con el fin de protegerlas en comunidades con estilos de vida europeos, "pero en esa época no tenían las nociones de biología y sociología que tenemos ahora, por lo que fue un intento muy forzado y el resguardo tuvo una vida muy corta: desde 1616 hasta 1685".
Respecto a la desaparición del que fue conocido como El Poblado de San Lorenzo de Aburrá, erigido en la zona en la que hoy se ubica la comuna 14 de Medellín —El Poblado— el experto señala que fue precisamente la llegada de los colonizadores al sitio de Aná lo que hizo que la población indígena se redujera rápidamente.
"Algunas teorías afirman que los indígenas se fueron dispersando, otras hablan de muertes por enfermedades y otras de regresos masivos a sus tierras, aunque una mezcla de las tres es posible", afirma Ramírez, quien añade que la anécdota da cuenta del primer núcleo urbano existente en el Valle de Aburrá. "Se conmemoran 400 años de un poblado que no logró prosperar y ya no existe ", concluye.
Educación histórica
Esta dualidad histórica está muy relacionada con el cambio en la forma en la que la historia se ha enseñado a los estudiantes en escuelas y colegios, la que es dividida en varias etapas por Juan Camilo Escobar Villegas, profesor del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de la Universidad, a cargo de la ponencia Los relatos fundacionales en los textos escolares.
"Hasta 1970, los textos usados en las escuelas estuvieron dirigidos a tratar de formar una especie de admiración por la Conquista y la presencia de lo que llamaban 'la verdadera luz de la civilización', especialmente en los libros de segundo y tercer grado de primaria. Allí sostenían que los indios eran personas humildes y salvajes a las que había que conquistar, dominar y obsequiar el regalo de la civilización, reflejado en las espadas de los conquistadores", relata el académico.
Advierte que existió otra corriente de la historia que incurrió en un error conocido como anacronismo, que se manifiesta cuando se valora a los pueblos del pasado con los valores del presente. Esta presentaba a los españoles, según él, como injustos asesinos, y estaba muy influenciada por tendencias políticas de izquierda.
En contraposición a estas visiones, Escobar Villegas indica que los historiadores de comienzos del presente siglo estudian a las sociedades indígenas con los mismos criterios con los que se acercan a cualquier otra cultura: "teniendo en cuenta sus particularidades y diferencias sin asumir ninguna como superior o inferior, únicamente como parte de la historia humana".
Una historia que dejó un trazo visible en la creación de la capital antioqueña, y que los académicos de varias universidades se proponen desentrañar este miércoles 2 de marzo en EAFIT, no solo para echar una mirada al pasado sino para traerlo al presente y hallarle utilidad para la sociedad actual.
"En una ciudad que ha dado tanto que hablar en el mundo, que es vista como la más innovadora después de ser la más peligrosa de América Latina y del mundo hace apenas dos décadas, es importante preguntarse de dónde venimos y hacia dónde vamos, mirar cómo está configurada la sociedad de hoy mediante el análisis de nuestras raíces", resalta Leonardo Ramírez.
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Alejandro Gómez Valencia
Periodista Área de Información y Prensa EAFIT
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