Laura Vergara lleva cerca de un mes adaptándose a su nueva vida en Medellín: aprendiendo rutas de buses, lugares de interés y costumbres que difieren mucho de las que tejen la cotidianidad de Barranquilla, ciudad que consideró su hogar hasta que los buenos resultados obtenidos en las pruebas Saber 11 la hicieron acreedora a la beca de Ser Pilo Paga, que, en la edición de 2016, beneficia a 12.505 estudiantes del país. Le dieron la oportunidad de cursar un pregrado en una universidad de alta calidad y ella eligió a EAFIT.
En su caso, la decisión fue sencilla: en la capital paisa vive la familia de su madre, por lo que ya había venido antes, durante las vacaciones, y el enfoque del pregrado en Finanzas de la Universidad es el que más se acerca a sus aspiraciones.
"Creo que Medellín es una ciudad con muy buena infraestructura y con un muy nivel de educación. Siempre soñé con vivir aquí y, gracias a Ser Pilo Paga, lo pude lograr. Además, EAFIT es una de las universidades del país con mayor impacto en el ámbito empresarial y tiene muchas conexiones en todo el mundo", explica la nueva universitaria.
Sus preocupaciones por llegar a una nueva ciudad y emprender su educación superior al lado de personas desconocidas, mientras intenta resolver asuntos de movilidad, alimentación y hospedaje, se repiten, con diferentes niveles de ansiedad, en muchos de los estudiantes de todos los rincones de Colombia que ingresaron este semestre a la Universidad para cursar diferentes pregrados, gracias a la beca ofrecida por el Gobierno Nacional a través de Icetex.
Este semestre hubo cerca de 1.900 admitidos en los diferentes pregrados, de los que unos 500 son becados de Ser Pilo Paga, el dato es a la fecha del 25 de enero, pues aún está vigente el proceso de legalización de la beca. Todos ellos vivieron tres días de inducción en los que recibieron las primeras herramientas para comenzar a construir su formación universitaria.
Nuevos eafitenses
La niñez de Juliana Peña Bedoya transcurrió en tierras más frías y centrales del país: Santa Rosa de Cabal y Pereira fueron los escenarios en los que adelantó su educación básica y secundaria. Hoy, ella lleva una semana en Medellín y cursa Administración de Negocios en la Institución, una oportunidad que se le presentó gracias a Ser Pilo Paga y que su padre, quien no cuenta con los recursos económicos para costear la carrera de su hija, agradece enormemente.
"Tenía muchas expectativas por el hecho de venir a vivir sola a Medellín y enfrentar la universidad, pero acá todo es muy chévere y me he acomodado bien hasta ahora", cuenta Juliana, quien agradece contar con el apoyo no solo de sus padres, sino también de los profesionales y estudiantes que conforman los diferentes frentes de trabajo de Desarrollo Humano-Bienestar Universitario de EAFIT.
Y es que, a través de esta dirección (también en el proceso ha participado la Oficina de Admisiones y Registro), la Universidad ofrece estrategias de ayuda que van desde lo netamente académico, como un curso de iniciación al cálculo y otro para enseñar a los universitarios técnicas para estudiar mejor, hasta los talleres de acompañamiento en los que se abordan las implicaciones de ser becado y de estudiar en EAFIT, para minimizar cualquier traumatismo en el proceso de adaptación.
"Esta es su universidad, ellos son eafitenses, lo que implica unos privilegios pero también unas responsabilidades en términos del contexto social, pues están llamados a responder a sus comunidades", asegura Ulises Cuéllar Bermúdez, jefe del Departamento de Desarrollo Estudiantil de EAFIT.
Los nuevos eafitenses cuentan también con un consultorio psicológico, abierto a todos los estudiantes, y con un servicio de orientación y reorientación vocacional. Pero, quizás, la estrategia que más convoca y logra unir a los recién llegados con los más experimentados es la de los grupos estudiantiles, que cuentan con 900 estudiantes voluntarios de diferentes semestres que tienen acceso a cursos de liderazgo y se prestan para apoyar a quienes comienzan.
Compartiendo experiencias
Wilson David Aguirre Arias, estudiante de quinto semestre de Ciencias Políticas, llegó hace ocho años a Medellín, desde su natal Armenia. Él es el presidente de la Organización Estudiantil y su propia experiencia le permite acercarse a los nuevos estudiantes, especialmente a quienes provienen desde otras ciudades.
La organización está conformada por alumnos que gestionan los subsidios de transporte y de alimentación que se otorgan a otros eafitenses, realizan acompañamiento y direccionamiento en el campus, y apadrinan a quienes cursan los primeros semestres. Ellos sirven como tutores para reforzar falencias en algunas materias y asesorarlos sobre los diferentes procedimientos en caso de que requieran apoyo económico y psicológico.
Tanto él como Ulises tienen claro que la premisa de la Universidad, frente a un eventual escenario de posconflicto, es generar procesos que giren en torno al diálogo y la diversidad de pensamiento, y eso es lo que tratan de inculcar en quienes se estrenan como universitarios.
Y tal parece que dicho enfoque no difiere mucho del proyecto de vida de algunos recién llegados. Para Laura Vergara, la barranquillera que apostó por Medellín como escenario para convertirse en profesional, las finanzas son la herramienta que le permitirán cumplir su sueño de generar empleo, disminuir los índices de pobreza y ver un país en el que quienes tenían las armas utilicen ahora sus energías para construir sociedad.
"En una etapa de posconflicto, las personas que participaban del conflicto deben buscar empleo y, al estudiar Finanzas, podremos crear más empresas y muchos de ellos podrán también prosperar", concluye Laura.
Santa Rosa de Cabal (Risaralda).
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