Un banco de CO2 metropolitano y un observatorio de bosques andinos en Antioquia fueron dos de las acciones que se presentaron el martes 25 de abril en EAFIT durante la conferencia Biodiversidad por mar y tierra, uno de los eventos de la Semana Iberoamericana de la Sostenibilidad de Ciclo Siete, que cuenta con el apoyo de EAFIT y anualmente reúne a 22 países para discutir sobre temas ambientales.
De esos temas hablaron en la conferencia expertos académicos y autoridades ambientales de la región, que discutieron sobre las consecuencias de la intervención del hombre en los ecosistemas naturales y los retos en sostenibilidad para conservarlos, además de la implementación de buenas prácticas ambientales para prevenir fenómenos como la deforestación o la desaparición de especies.
“En la pérdida de bosques, Antioquia es una de las regiones con mayor deforestación. Cada año se pierden 15 mil hectáreas. Si sigue como va, en 40 años vamos a tener una pérdida de bosques andinos casi total. Por eso hay que tomar acciones para prevenir la deforestación”, advierte Ana María Benavides, bióloga del Jardín Botánico de Medellín.
Esta es una de las razones por la cual se creó BanCO2, una iniciativa para la conservación y protección de los bosques andinos, emprendida hace algunos años por Cornare en el Oriente antioqueño y que hoy se implementa gracias a un convenio entre el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación.
“A través del banco se compensa la huella ecológica, se recuperan las áreas degradadas y los ecosistemas. Hace algunos años se calculó esa huella en la región y encontramos que requerimos un territorio cincuenta veces mayor para lo que Medellín consume”, afirma Claudia Helena Hoyos Estrada, del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Este banco para la protección de las áreas forestales, además, es un pago por servicios ambientales que reconoce la labor de las familias campesinas como guardabosques. Esta estrategia, que también se promueve en el ámbito nacional, en el Valle de Aburrá ya se ha adoptado en lugares como Barbosa y Girardota.
Iniciativas como estas, no solo buscan generar mayor conciencia social para la conservación del medio ambiente, también tienen un impacto directo en el mejoramiento de las condiciones del aire en Medellín. Ese es uno de los objetivos de
Ciclo Siete, que comenzó el sábado 22 de abril y tendrá actividades hasta el viernes 28 de abril en la ciudad.
Esta es la tercera edición de la iniciativa que comenzó en 2015 para reunir especialistas, colectivos cívicos y organizaciones ambientalistas que hablan y discuten los principales desafíos del desarrollo sostenible en las distintas ciudades de Latinoamérica y España. EAFIT, que participa desde la primera edición con propuestas académicas y participación en la agenda, se suma a esta iniciativa de Portafolio Verde, una organización privada fundada en 2005 que investiga y diseña estrategias para el desarrollo sostenible de los países. La Universidad alberga varios
eventos.
La contaminación del mar
Como parte de las acciones participativas de Ciclo Siete, durante la semana del desarrollo sostenible, colectivos ambientalistas realizaron la limpieza de arrecifes de coral en San Andrés y Providencia. De manera paralela, y como parte del evento, biólogos expertos en los ecosistemas marinos discutieron en EAFIT sobre el impacto de la contaminación y la preservación de especies en los mares y zonas costeras.
“Es difícil explicarla a alguien que vive en la ciudad como sus acciones afectan los mares. Si pensamos en el ciclo del carbono, en las emisiones y cómo están cambiando los ecosistemas marinos con el aumento del PH del agua que afecta a crustáceos y moluscos, fuente de recursos y alimento. Como acciones ciudadanas hay que evitar el carro, promover el uso de la bicicleta, reducir el consumo de plástico, empezar a revisar lo que hacemos diariamente”, expresó Edgardo Ochoa, buzo y biólogo de Conservación Internacional.
Según los expertos, alrededor del 70 por ciento de la contaminación marina proviene del hombre y se estima que 269 mil toneladas de desechos flotan sobre su superficie, ocasionando la muerte de millones de especies como tortugas, aves y peces. “Lo que hacemos en Medellín también impacta el mar. 267 especies han tenido relación con los desechos. La indigestión de plástico, el daño del hábitat, las especies no nativas en las distintas áreas son el impacto en la vida marina”, señala Karla Barrientos Muñoz, bióloga de la Fundación Tortugas del Mar.
Mayores informes
Alejandro Gómez Valencia
Periodista Área de Información y Prensa EAFIT
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