El tira y afloje entre quienes prevén beneficios para el crecimiento económico en la liberalización de los mercados y quienes presionan por mantener las barreras en sectores económicos vitales pero, paradójicamente, sin fuerza para enfrentar la competencia internacional, ajusta dos décadas en las que se esgrimen argumentos de lado y lado.
No obstante, son pocas las posiciones cuyo asidero yacen en una visión amplia de la protección agrícola en Colombia y sus efectos para los sectores agrícola y agroindustrial, así como para los consumidores finales. Una visión que el estudio Política comercial agrícola: nivel, costos y efectos de la protección en Colombia, adelantado por Fedesarrollo y EAFIT —publicado en agosto— pretende actualizar.
"Estamos muy complacidos con este estudio que busca contribuir de forma muy importante a tomar decisiones de política pública para aportar al desarrollo económico colombiano. Precisamente, en la coyuntura actual, con precios del petróleo y otros bienes primarios en caída, y esta necesidad tan grande de diversificar el aparato productivo del país, tenemos las esperanzas y los ojos puestos en el sector agropecuario", indicó Juan Felipe Mejía Mejía, decano de la Escuela de Economía y Finanzas de EAFIT.
Los hallazgos del documento, de corte académico y científico, permitieron al equipo de investigadores —liderado por Juan José Perfetti, investigador asociado a Fedesarrollo, y Jesús Alonso Botero García, docente del Departamento de Economía de la Universidad— asegurar que las barreras al comercio asociadas al proteccionismo generan sectores ineficientes e incapaces de ser competitivos por su falta de exposición a la competencia global.
"Quisimos determinar la protección que se brinda a los sectores agropecuarios y agroindustriales en Colombia, incluyendo no solo aranceles sino también medidas no arancelarias. También su evolución en el tiempo, los efectos que ha tenido sobre el sector y su costo, en términos de producto interno bruto (PIB) y de bienestar. Encontramos que dichos sectores han recibido, en general, una protección mayor en Colombia que en países comparables en América Latina, como Perú, Chile, Brasil y Argentina", reveló Jesús Alonso Botero.
Aunque los aranceles nominales locales, en palabras del docente, se ubican por encima de los de otros países en la región, el crecimiento de dichos sectores en estos ha sido superior al observado en Colombia. Otras naciones vecinas, cuya producción agropecuaria se ha duplicado desde los años noventa, presentan niveles arancelarios más bajos que los del país.
El bajo desempeño agrícola colombiano, según ha reiterado Juan José Perfetti en diversos escenarios, ha estado acompañado de un bajo dinamismo por parte del sector agroexportador, una apreciación en la que coincide con Botero al resaltar la buena salud de esa actividad en varios mercados vecinos.
"Algunos analistas locales consideran que el muy destacable desempeño de la agricultura peruana se debe principalmente a los incentivos tributarios, laborales y en materia de riego. Sin embargo, olvidan que la principal diferencia reside en la política comercial y en el nivel de protección otorgado. Al evaluar el comportamiento de algunos productos importables agrícolas (como arroz, leche, carne, pollo, maíz, etc.) se encuentra que (...) Colombia ha perdido participación en el área y la producción mundiales", escribió Perfetti en su columna del periódico El Colombiano del 8 de septiembre.
En el país existe, además, una leve tendencia a reforzar la protección arancelaria mediante medidas no arancelarias (MNA), que pueden estar actuando como barreras. Así lo asegura Jesús Botero, para quien el apoyo total estimado al sector es de los más altos del mundo, pero los resultados de esta política han resultado ser insatisfactorios, en el sentido de que la agricultura ha perdido, desde principios de los noventa, participación en el PIB total nacional.
"El costo de la protección puede estimarse en 1.5 por ciento del PIB, lo que se deja de producir anualmente. En términos de bienestar, la protección les cuesta a los hogares colombianos entre el 1 por ciento y el 3.4 por ciento de sus ingresos, con el agravante de generar costos mayores en los hogares más pobres ", explicó el docente.
Soluciones
En el estudio Política comercial agrícola: nivel, costos y efectos de la protección en Colombia, el equipo de autores, en el que también figuran los investigadores Sandra Oviedo, David Forero, Sebastián Higuera, Manuel Correa y José García, aventura ciertas soluciones a lo que consideran como un error de las políticas estatales sostenido en el tiempo.
"Por supuesto, no es posible eliminar la protección arancelaria, pero un conjunto articulado de políticas, que incluya un ajuste de la protección al sector, reduciéndola a niveles observados en los países de referencia, y una mayor inversión en el sector agrícola (en carreteras, distritos de riego, mejoras en temas institucionales, y apoyo a la investigación y la innovación), que permita el uso productivo de parte de la tierra (actualmente utilizada de manera ineficiente), podría incrementar el PIB del país en cerca de 3 puntos porcentuales", concluyó Jesús Botero.
Una premisa básica de la teoría del libre comercio, de acuerdo con Juan Felipe Mejía, es que este implica crecimiento económico. De hecho, y pese a que a raíz de una apertura al mundo hay sectores que desaparecen por falta de competitividad, los beneficios que reciben las economías al abrirse son, en opinión del decano de la Escuela de Economía y Finanzas de EAFIT, mucho mayores que los perjuicios, presentándose ganancias en términos de bienestar, productividad, eficiencia económica, y de mayor variedad a menor costo para el consumidor.
Lo importante para el Decano es ser conscientes de las necesidades de modernizar el campo, proveer los servicios públicos que se requieren y, adicionalmente, pensar en una política comercial más moderna que les permita a los empresarios del agro insertarse en los mercados internacionales.
"Para eso hay sectores que se deben repensar. El mensaje contundente es: a no ser que existan razones muy válidas para proteger un sector —como un asunto de seguridad nacional o de seguridad alimentaria— la teoría económica propone que el proteccionismo como tal no es la solución y, a la larga, crea ineficiencias desde el punto de vista económico. Para EAFIT, el tema agrícola es de toda la importancia, y este es uno de varios estudios que se van a empezar a hacer en temas relacionados con la economía agrícola y la bioeconomía", manifestó el directivo.
El informe, según Jesús Alonso Botero García, docente del Departamento de Economía de EAFIT, es un análisis en profundidad del sector agropecuario y agroindustrial, y los modelos utilizados (modelos de equilibrio general) que permite una apreciación integral de su impacto. "La investigación confirma resultados de estudios anteriores y complementa las mediciones de impacto de la protección, con medidas generales de incidencia sobre la sociedad y el bienestar. Por otra parte, el enfoque teórico aplicado avanza en el análisis de lo que se denomina "economía política" de la protección: determina claramente ganadores y perdedores, tanto de la protección, como de su eventual eliminación o reducción", aseguró.
Por su parte, Juan Felipe Mejía Mejía, decano de la Escuela de Economía y Finanzas de la Universidad, consideró este como un estudio novedoso debido a que aplica un modelo de equilibrio general computable para hacer simulaciones y estimar, de forma muy cuidadosa, los costos del proteccionismo en el sector agrícola colombiano.
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Alejandro Gómez Valencia
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