Gráfico 1. Rentas tributarias como % del PIB. América Latina y promedio OECD
Fuente: OECD, 2018. Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe. 1990-2016
Es cierto, sin embargo, que están por debajo de nosotros países representativos de la región, como México (17.2%), Panamá (16.8%) y Perú (16.1%), pero en lo que sin duda somos atípicos, es en la representatividad de los impuestos a las empresas, que significan el 5.1% del PIB, sólo superados por Bolivia en la tabla 1, que presenta impuestos personales y corporativos en 11 países de América Latina, comparados a la OECD (2.8% del PIB para el sector corporativo) y la Unión Europea (2.7% en ese mismo sector).
Independientemente de la discusión de si son altos o no los impuestos en Colombia, lo que sí es claro es que representan una importante carga para la actividad empresarial. Ello es paradójico, porque pudiera decirse que hay dos momentos tributarios básicos, en los que su pueden imponer gravámenes directos a los agentes económicos: el momento de la generación de riqueza (que se da, en general, al interior de las empresas, responsables del 63.5% de la producción total de la economía, de acuerdo con las cifras de Cuentas Nacionales de 2015)[1], y el momento del disfrute de la riqueza, es decir, aquel en el que las rentas de la actividad productiva son trasladadas a los propietarios de los factores productivos que se emplean en la producción.
Tabla 1. Impuesto a la renta para personas y empresas, como % del PIB. En torno a 2015
Fuente. OECD, 2018. Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe. 1990-2016.
La sana lógica diría que el gravamen a las actividades productivas genera mayores distorsiones y costos sociales que el gravamen a las rentas individuales: en efecto, puede afectar la dinámica productiva, impidiendo que se aproveche el pleno potencial productivo de la sociedad.
Por otra parte, la carga tributaria indirecta es también particularmente baja, como los muestra la tabla 2, que descompone las rentas tributarias entre impuestos directos, aportes a la seguridad social, impuestos a la nómina, impuestos a la propiedad, impuestos indirectos y otros impuestos.
Los impuestos indirectos en Colombia son bajos (7.3% del PIB, contra 11.4% en el promedio de la región, y 10.9% en los países de la OECD), pero no porque sus tarifas sean bajas, sino porque el coeficiente de recaudo (VRR, por sus siglas en inglés, que mide la proporción que representa el recaudo efectivo en el recaudo que se alcanzaría al aplicar la tasa estándar a la base potencial) es muy bajo, como lo ilustra el gráfico 2, que muestra que recaudamos algo más del 40% del impuesto que se recaudaría aplicando una tarifa general a la base tributaria.
Y esto es también paradójico: porque uno puede entender la diferencia entre el recaudo potencial y el real como un subsidio: subsidiamos, en efecto, a los consumidores, y entre ellos, por supuesto, a aquellos que más consumen. Así que, en éste, como en otros casos de subsidios, el problema es de focalización: ¡para mitigar el efecto de los impuestos en los más pobres, extendemos el subsidio a todos los consumidores, incluso a los más ricos!
Tabla 1. Impuesto a la renta para personas y empresas, como % del PIB. En torno a 2015
Fuente. OECD.
Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe. 1990-2016.
Gráfico 2. Coeficiente de Recaudo. Recaudo efectivo sobre recaudo potencial
Fuente. OECD. Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe. 1990-2016.
Ello quizás tuviese alguna justificación en el siglo pasado, en el que la información sobre personas y actividades era escasa. Pero la cuarta revolución industrial, el Big Data y la Analítica están cambiándolo todo: el SISBEN permite identificar la población pobre, y generar, mediante modelos econométricos, patrones de consumo que definan cuánto pagarían en impuestos indirectos los más desfavorecidos, en caso de que elimináramos el subsidio. Bastaría consignar el primer día de cada mes ese dinero a cuentas especiales de los tres deciles más bajos, para compensar el efecto de una medida que tendría indudables beneficios: gravaría a toda la sociedad que puede pagar el impuesto; permitiría reducir el impuesto a las empresas; y sería un mecanismo muy eficiente, con el que se reduciría sustancialmente la evasión y la elusión.
Así pues, es un buen momento para eliminar distorsiones: la de un impuesto que entorpece la generación de riqueza; y la de un subsidio injusto que, bajo pretexto de proteger a los pobres, excluye a toda la sociedad del cumplimiento de sus deberes tributarios.
Referencias
[1] Ver DANE: "Cuentas Económicas Integradas", desagregación de la producción total por instituciones.
Autor
Jesús Alonso Botero
Profesor del Departamento de Economía de la Universidad EAFIT.
jabotero@eafit.edu.co