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El Eafitense / Edición 109 Cuando todos quieren llegar a Europa El Eafitense - Edición 109

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Cuando todos quieren llegar a Europa

El mapa de Europa cambia a pasos acelerados. Alrededor de 400.000 refugiados, provenientes en su mayoría de Siria o África, han llegado este año a las costas del continente en busca de una vida mejor. Mientras eso ocurre, los países debaten cómo actuar.

​Ilustración: Shutterstock​

Adriana Cooper
Colaboradora

A esta hora y mientras usted sostiene esta publicación en sus manos, hay un barco que se alista para partir. En un rincón de África o cerca a alguna costa europea, un grupo de hombres, mujeres o niños está próximo a lanzarse al mar. No importa si las aguas rugen, si hay rayos y tormenta o si la embarcación puede quedarse sin combustible en altamar. De acuerdo con cifras de la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) y otros organismos europeos dedicados al tema, se calcula que, en lo que va de este año, alrededor de 400.000 migrantes y refugiados han llegado a Europa provenientes de países como Siria, Libia, Eritrea, Somalia, Nigeria, Afganistán y Pakistán. 

Cada semana se alistan embarcaciones de todos los tamaños para dejar tierra firme, atravesar el mar y buscar la forma de llegar a un puerto seguro. No todos lo logran, como ocurrió con el niño sirio Aylan Curi, de tres años, cuya imagen sin vida de la fotógrafa Nilüfer Demir conmovió a miles de personas en el planeta. Esto y las historias que se viven reflejan el drama de la migración: gente que muere sofocada en un cuarto del barco o vendió lo poco que tenía para pagar el viaje incierto. Mujeres embarazadas, ancianos sin fuerzas, niños de todas las edades, enfermos que padecen algún mal, traficantes de viajeros que pueden llevarlos hasta el final o abandonarlos

¿Por qué se lanzan algunos a una expedición que puede ser letal o incierta en el mejor caso? ¿Por qué se arriesgan a un viaje que, muchas veces, casos no tiene un final feliz? Las palabras de la poeta somalí Warsan Shire se convierten en la mejor explicación para este fenómeno moderno: “Nadie pone a sus hijos en un bote a menos que el agua sea más segura que la tierra”. Aunque las cifras varían un poco y no todos los sucesos se registran oficialmente, se calcula que alrededor de 3000 personas han muerto este año en el mar Mediterráneo. 

Racismo, tensiones y penthouses 

Para entender lo que ocurre con las migraciones, es interesante escuchar al profesor Juan David Escobar Valencia, docente de geopolítica y director del Centro de Pensamiento Estratégico de EAFIT. En su opinión, es importante recordar que las migraciones son un “fenómeno viejo”, lo fundamental es tener claro el contexto y en qué circunstancias ocurren. “Migrar no es una acción buena ni mala. Todo depende de las circunstancias. Hay migraciones muy ordenadas y exitosas como las ocurridas en Canadá, país cuyo gobierno ha hecho convocatorias para que lleguen personas provenientes de otros lugares y expertas en ciertas profesiones y oficios”, indica el académico. Agrega que algo similar ha ocurrido en Nueva Zelanda y Australia, donde han arribado personas provenientes de naciones diversas para llenar posiciones específicas y requeridas. 

Añade que “somos producto de la migración porque gracias a esta llegamos a todas partes”. También hay situaciones específicas, como el caso de Emiratos Árabes, un país donde el 70 por ciento de los migrantes llegaron a construir obras de infraestructura. Hace énfasis en el aspecto económico de la migración porque esto cambia la respuesta de los países receptores. “En una crisis económica, los migrantes son una amenaza. Si vemos los casos de migraciones en el pasado, entendemos que es una historia de abrir y cerrar puertas, todo depende del contexto. Por ejemplo, si el país al que llegan esos migrantes atraviesa una crisis económica, es probable que haya un renacimiento o auge de los movimientos políticos nacionalistas y que haya líderes que promuevan políticas no amistosas hacia ellos”. 

De acuerdo con cifras de la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) y otros organismos europeos dedicados al tema, se calcula que, en lo que va de este año, alrededor de 400.000 migrantes y refugiados han llegado a Europa.

Esto se ha visto este año en Europa, donde algunos partidos y líderes se oponen a seguir abriendo sus puertas a quienes llegan, por considerar que hacerlo es un riesgo para la cultura. Y es que muchos de los migrantes profesan religiones como el islam, hablan otros idiomas, llegan sin haber pasado por una universidad o con formas de vida ajenas a los de los países que los reciben. 

Respecto al origen de los recién llegados, dice que muchos de esos refugiados vienen de Siria, un país en el que explotó una guerra hace cuatro años que ha dejado más de 250.000 muertos y ha provocado el desplazamiento de unos cuatro millones de personas, cantidad que equivale casi al número de habitantes del Valle de Aburrá. Mucha de esta población se instaló en países como El Líbano o Turquía, donde ya viven dos millones de ellos y han ocupado territorios inmensos. Otro grupo de esos migrantes proviene del África, donde hay hambre, falta de agua o algunos gobiernos autoritarios que coartan la libertad. A ellos se suman otros migrantes provenientes de Afganistán, una nación que está en proceso de reacomodación después de la retirada de las tropas de la Otán a finales de 2014. 

Si se miran las rutas para llegar a Europa es posible observar que son variadas. Algunos cálculos advierten que alrededor de 2000 refugiados diarios salen de Turquía con rumbo a Grecia. Los pasajeros llegan a un puerto desde el que se desplazan a pie o en vehículos, todo depende del lugar de llegada y del valor pagado. Aunque se escuchan cifras diversas, los precios del viaje pueden comenzar en los 2000 euros, aproximadamente, por persona. 

El profesor Juan David Escobar aclara que aunque muchos de los migrantes han llegado a lugares como Lampedusa, en Italia; o Melilla, en España, estos no son los destinos soñados, solo son estaciones de paso para ellos, ya que su economía aún atraviesa un momento delicado y no hay garantías adicionales. 

Aclara que son lugares de tránsito porque muchos de esos migrantes sueñan con pasar de esos países iniciales que consideran “primer piso” para llegar a otros que denominan “penthouse” y, son aquellos donde las condiciones económicas y sociales son mucho más favorables y amigables. Un ejemplo de esto son Austria, Hungría o Alemania. En este último país, por ejemplo, las solicitudes de los refugiados que se estudian tienen más probabilidades de ser acogidas e, incluso, las personas reciben beneficios durante el proceso. 

“Cuando esos migrantes consiguen empleo, aumenta la oferta y las condiciones laborales pueden afectar a los latinoamericanos. Es probable que disminuyan los salarios o los puestos de trabajo”: Juan David Escobar.


​En el caso de los sirios, y cuya situación de guerra es permanente y dramática, las posibilidades de ser acogidos de una mejor forma son casi automáticas, debido a las políticas de la Unión Europea y al Acuerdo de Dublín aprobado en junio de 2013. De acuerdo con este, se estableció cuál estado es responsable de examinar una solicitud de asilo. Y esto, generalmente, le corresponde a aquel por el que ingresó una persona. El profesor Escobar también aclara que Europa no es homogénea en puntos de vista ni en formas de asumir el fenómeno de los migrantes. “El dilema para muchos países es cómo no ser indiferente, pero tampoco demasiado generosos porque esto último podría atraer más personas. Es un fenómeno que va a generar problemas en las naciones que lo viven y creará tensiones entre los otros estados de la Unión Europea a quienes no toca tan directamente”. 

Respecto a la forma como este fenómeno puede afectar a América Latina, dice que eso no está claro ni se ve definido por ahora. Lo único visible y seguro es que la llegada de migrantes a Europa influye en la situación de los latinoamericanos que llegaron hasta allí buscando una vida mejor. “Cuando esos migrantes consiguen empleo, aumenta la oferta y las condiciones laborales pueden afectar a los latinoamericanos. Es probable que disminuyan los salarios o los puestos de trabajo. O, al mismo tiempo,puede ocurrir que en un ambiente de tensión, los locales asocien a los latinos con los recién llegados y los traten también con hostilidad”. 

¿Sin solución? 

Luis Fernando Vargas-Alzate, profesor de la Escuela de Administración, opina que aunque la migración ha estado presente en la historia de la humanidad, la actual oleada que llega a Europa tiene algunas condiciones específicas. “En esta ocasión existe una combinación de factores que hace más crítica la actual oleada migratoria. En primer lugar, es todavía la continuación de la gran oleada surgida como consecuencia de la Revolución Industrial, ya que todavía existe una gran cantidad de personas que busca mejores oportunidades”. 

En segundo lugar, y conectado con lo primero, el profesor Vargas opina que “todavía existen falencias institucionales en la mayoría de los países descolonizados después de a la Segunda Guerra Mundial que no han logrado estabilizar a sus sociedades y, antes que eso, han llevado a sucesivos conflictos de orden civil que están forzando los movimientos poblacionales tan comunes en Medio Oriente y el este europeo. Finalmente, el hecho de que existan sociedades que, como la norteamericana y la europea, demanden la presencia de inmigrantes en sus estructuras sociales, pues hace que quienes están siendo ‹expulsados› en otros territorios procuren llegar a esos destinos, lo que genera situaciones conflictivas como la que hoy se vive”.


“Es complejo que el continente deba actuar en conjunto. Aún no se ha determinado un consenso interno frente a las posibles soluciones. Lo cierto es que ya se han presentado movimientos migratorios que superan cualquier expectativa":
Luis Fernando Vargas.


En cuanto a las soluciones que se plantean para resolver esta situación, considera que en este momento hay una gran incertidumbre frente a lo que Europa como unidad política pueda decidir. “Es complejo que el continente deba actuar en conjunto. Aún no se ha determinado un consenso interno frente a las posibles soluciones. Lo cierto es que ya se han presentado movimientos migratorios que superan cualquier expectativa y los gobiernos empiezan a moverse casi que de manera individual”. 

Anota que allí van a pesar mucho las posiciones que adopten Francia y Alemania frente al tema, debido a que son los dos países más importantes de la Unión. “De todas maneras es claro que los líderes europeos deben tratar de enfrentar las situaciones que están llevando a que cada vez más migrantes lleguen a su territorio, en el lugar donde estas situaciones se presentan. Eso sería entrar a afectar el problema de raíz y es la solución más salomónica”. 

Por ahora, y mientras los días pasan, las embarcaciones siguen llegando a los puertos de Europa, los migrantes caminan entre las montañas o se suben a autobuses o camiones atestados de gente para arribar a aquel país europeo donde están los sueños. 

Para algunos, el terreno es fácil, para otros una pesadilla un poco más tolerable que la vivida en su país de origen. La muerte del niño Aylan Kurdi hizo que muchos se conmovieran y miraran de cerca el problema, pero aún no es suficiente. En algunas capitales se habla de la necesidad de construir muros de contención, en países como Dinamarca el Partido Popular Danés llegó al poder este año con un discurso antimigratorio y en Noruega el Partido Verde propuso alojar a los inmigrantes sirios –que llegan a Europa y buscan asilo– en las islas Svalbard, un archipiélago situado en el círculo polar Ártico y que no forma parte del llamado territorio europeo Shengen, que permite la circulación libre en 26 países. Representantes locales han apoyado la idea y algunos políticos se han comprometido a trabajar al 100 por ciento para que, en caso de ser viable, se apruebe cuanto antes. 

Países como Hungría contemplan la posibilidad de construir una valla de 175 kilómetros de extensión para detener la entrada de inmigrantes. Previamente, Grecia y las ciudades de Ceuta y Melilla levantaron muros para impedir el ingreso masivo. 

​En algunos países se habla de establecer un sistema de cuotas, es decir, que se fije un número de migrantes recibidos por nación, pero esto aún está lejos de definirse. Y es que si en el pasado ha sido difícil que los estados europeos lleguen a un consenso sobre otros asuntos, con este tema el debate apenas está empezando.
Última modificación: 27/02/2017 12:36