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El Eafitense / Edición 109 Y los egresados volvieron a la U

Y los egresados volvieron a la U

​​El sábado 22 de agosto los graduados de todas las generaciones retornaron a EAFIT. En Alcampus 2015, que contó con la presencia de casi 2800 egresados de pregrado y posgrado, los asistentes tuvieron la oportunidad de acercarse a su Institución, donde muchos pasaron los mejores años de su vida. Fue un sábado de recuerdos, pero también de ver de cerca la proyección de la Universidad. ​

​Tomado del Canal de Egresados de EAFIT

Desde las primeras horas del sábado 22 de agosto la Universidad era otra. Se sentía y se veía diferente, tal como cuando le llega su momento a alguien que ha esperado por mucho tiempo volver a ver a los suyos. Sus estructuras imponentes, su ambiente más acogedor que nunca y el clima haciendo lo suyo para que el encuentro fuera un éxito.

Poco a poco, desde las 6:30 a.m., se asomaron los primeros rostros de egresados que, como en otras épocas, llegaron a la Universidad con la expectativa de revivir su paso por la Institución que les brindó las bases de lo que son hoy.

Uno de los que madrugó fue Diego Vélez. Nunca, y desde que era estudiante, ha perdido la costumbre de llegar temprano a sus citas. Esta vez se trataba de una para recordar, compartir, reconocer a sus antiguos compañeros, aprender y recorrer una universidad en constante transformación.

A las 8:00 a.m., don Diego ya esperaba en la esquina del bloque 18, donde quedó de encontrarse con los de su generación. “Les
faltan cuatro minutos, vamos a ver si son puntuales todavía”, dijo.

Sus compañeros, egresados de 1968, llegarían de a poco. Todos tenían la misma agenda ese día: Alcampus, el encuentro de
egresados de todas las generaciones de eafitenses que, durante ese sábado, reunió a cerca 2800 exalumnos.

Mientras esperaba a sus compañeros, don Diego se acordó que cuando empezó a estudiar, EAFIT quedaba en una casa grande en
el Palo con Maracaibo. Ahí le tocó solo unos tres meses, porque luego se pasaron a la sede de ahora, donde solo había, se acuerda, unos cinco o seis bloques, y una cafetería.

De esas épocas recuerda que había un tubo que atravesaba el río, y que ellos se pasaban por ahí hasta el otro lado. Nada de puentes. “Ahora estamos aquí, para ver cómo estamos de viejos. Ya tengo 72 años, muy bien vividos”, dijo casi al mismo tiempo que se escuchó un ‘qué hubo Armando’, seguido de un abrazo.

Fútbol, academia y abrazos

A eso de las 8:30 a.m. ya la tercera parte de los invitados estaban de nuevo en casa. Al ingresar a la Universidad, dos gestos estaban presentes en sus caras, casi simultáneos. Por un lado, rostros de asombro cuando veían los cambios físicos evidentes en nuevos edificios, obras recientes y otras en construcción y, por otro, las caras se iluminaban cuando, al avanzar hacia el centro de la Institución, reconocían a quienes fueran sus amigos juveniles.

Eso le sucedió a Ana María Pernett Cuartas, egresada de Ingeniería de Producción en 1991, quien se encontró con un campus muy
diferente al que conoció. “Muy moderno, muy tecnológico, con espacios que no sabía que tenía”. También se topó con Heidy Pineda González, egresada de Ingeniería de Producción en 1990, para quien EAFIT sigue siendo un lugar muy familiar. “A pesar de no haber venido hace muchos años, me siento como en mi  casa. Estoy muy orgullosa de mi universidad, está espectacular”, comentó Heidy.

Del otro lado, en la cancha sintética, a eso de las 9:00 a.m., muchos de esos encuentros se dieron en medio del partido entre el Atlético Nacional e Independiente Medellín. Poco a poco, las bancas aledañas se fueron llenando de espectadores que disfrutaron del espectáculo en el que sus protagonistas fueron estudiantes de esta Institución, en diferentes tiempos. Sus directores técnicos fueron los respectivos presidentes, Juan Carlos de La Cuesta, quien se graduó en 1998 de Contaduría Pública; y Eduardo Silva Meluk, egresado de Administración de Negocios en 1994.

El computador, hablaron entre todas, era todo un piso, y ellas tenían que llevar unas cartulinas perforadas para que este hiciera los cálculos. Había también una sola señora del aseo, que los conocía a todos, y que a las chicas les decía que levantaran los pies para que no se fueran a quedar beatas​.


Viendo el partido estaba Luis Fernando Gaviria con su hija Tatiana, los dos egresados, él de 1979, ella de 2010. Al lado de Luis, un compañero de hace 35 años con el que estudiaron algunas materias, Julián Agudelo. No se veían hace 20 años.

“El pelito un poquito más blanco que ahora tiempo, pero no más”. Don Julián contó, llegó muy temprano porque estaba ansioso
de ver la universidad que no veía hace tanto tiempo. “Cuando nos tocó era muy chiquita. No tan elegante”.

El partido culminó 3-2 a favor del verde y el público se dispersó, pues ya eran las 10:00 a.m., hora de los Diálogos Alcampus. Fueron
nueve escenarios distintos para aprender y actualizarse sobre cultura, economía, tecnología, innovación, emprendimiento y liderazgo.

Aníbal Gaviria Correa, alcalde de Medellín; Carlos Eduardo Correa Escaf, alcalde de Montería; Javier Genaro Gutiérrez Pemberty,
expresidente de Ecopetrol; Moisés Waserman Lerner, integrante del Consejo Superior de la Universidad Nacional; Héctor Abad
Faciolince, director del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas de EAFIT; y Jorge Giraldo Ramírez, decano de la Escuela de Humanidades de EAFIT, entre otros, fueron algunos de los personajes que lideraron los diálogos.

Los exalumnos buscaban, en la guía que se les entregó al ingreso, la ubicación de las diferentes temáticas, relacionadas todas con las seis escuelas de la Institución, así como con cultura, empresarismo y liderazgo.

Clara Vieira, Inés Helena Vélez y Adriana María Córdoba, en medio de sus tantas conversaciones, señalaban allá y aquí, comparaban la universidad que había en sus mentes con la que estaba frente a sus ojos. Inés, por ejemplo, no había vuelto desde 1982, cuando se graduaron.

El computador, hablaron entre todas, era todo un piso, y ellas tenían que llevar unas cartulinas perforadas para que este hiciera
los cálculos. Había también una sola señora del aseo, que los conocía a todos, y que a las  chicas les decía que levantaran los pies para que no se fueran a quedar beatas. “Y no nos quedamos. Novio sí conseguimos en la universidad”, señaló Clara.

También amigos de toda la vida. Aunque en su semestre eran más de 100, el grupo con el que andaban era de 20. Eran los mismos
que en el semestre de la práctica de Administración de Negocios alquilaron una finca en Santa Elena, pagada con el sueldo de la misma práctica, para ir a tocar guitarra, cantar Dormir casi no puedo y pasar bueno.

Ahora, sus reuniones son a través de un grupo de Whatsapp que abrieron este año y que no las deja dormir, pero que les sirvió para citarse y encontrarse de nuevo en la U como en los viejos tiempos. Venían preparadas con camiseta. Inés viajó desde Bogotá, Adriana desde Cali, solo para reencontrarse.

Comer, hablar, bailar

Sí. A las 11:30 a.m., después de la suculenta dosis de academia, los egresados se dirigieron a la Plazoleta del Estudiante para vivir uno de los momentos más esperados de la jornada: los reencuentros Alcampus. Allí, las diferentes escuelas de EAFIT esperaban a sus exalumnos para entregarles un suvenir y compartir con ellos recuerdos de antaño.

Eso fue lo que, precisamente, permitió que, por carreras, empezaran a formarse distintos grupos por todo el lugar. En casi todos se iniciaban un sinnúmero de conversaciones que nunca concluían, pues luego de cada ‘Hola’ venía una retahíla de anécdotas que eran interrumpidas por la llegada de un nuevo integrante que hacía que la escena se repitiera.

Y si de mayorías se trataba, los de la Escuela de Administración lo eran. No había que preguntar siquiera, pues tenían seis puntos de encuentro. Los demás, de a uno, y hasta algunos compartidos, como los de Comunicación Social, que era el mismo para los de Ciencias Políticas, Música y los posgrados de Humanidades.

Los de otro grupo llevaban gorras amarillas con un mensaje: compañeros EAFIT por siempre.

“Ese momento es muy importante porque encuentra uno caras que han cambiado muchísimo y otros que, prácticamente, son los 
mismos que uno conoció hace 40 años en la Universidad”, expresó Roque Ospina Duque, egresado de Tecnología Textil de 1965.​

Y no se podía terminar la jornada sin antes ovacionar con aplausos a los nueve egresados de la primera promoción de graduados de EAFIT en 1965, aquellos que, en ese entonces, creyeron en la apuesta de educación que ofrecía la Institución.​


Y es que para muchos un cruce de miradas era suficiente. Algunos necesitaron varios segundos para reconocerse y otros, con solo
escuchar la voz, sabían que un amigo suyo andaba por ahí. Lo cierto es que, con grupos ya conformados, lo que siguió fue Alcampus gastronómico, donde el plato fuerte de muchos, además de la variada oferta que les ofreció la
Institución, fue ‘carreta’.

Y no podía haber mejor acompañante en ese momento. La ‘carreta’ servía para recordar, estrechar lazos y renovar votos de amistad y colegaje. Después del almuerzo, a eso de las 3:00 p.m., en la Plazoleta del Estudiante los egresados se congregaron, nuevamente, para escuchar música y bailar.

Primero, la Orquesta Sinfónica EAFIT, que celebró este 2015 sus 15 años, y el Grupo La Colombina fueron los encargados de guiar un recorrido musical titulado Colombia Sinfónica. Después, para cerrar con honores, se escuchó una propuesta de jazz por
parte de la Big Band de EAFIT, y las expresiones de música popular y de parranda por parte de la agrupación Tierradentro.

Carlos Andrés Mancilla Gómez y Santiago Rivera Restrepo, ambos egresados de Negocios Internacionales en 2013, disfrutaron de este repertorio. “No esperaba menos de EAFIT. Hemos tenido tiempo para todo, para reencontrarnos
con compañeros, para saludar a profesores, para ver los cambios de la Universidad y, por supuesto, para tener este espacio musical tan agradable”, apuntó Carlos Andrés.

Así, los egresados eafitenses fueron desde el departamento de Nariño hasta los Llanos Orientales, pasaron por la selva chocoana del Pacífico, por Antioquia y la zona cafetera, y llegaron hasta la región Caribe. Escucharon guabinas, porros, cumbias y bullerenges. Cantaron, bailaron, se rieron y gozaron. Y todo esto sin siquiera salir del campus eafitense. Aunque ahí se concentraron la mayoría de los invitados, en el Centro de Artes también se pudo apreciar la exposición de Javier Restrepo, denominada El hombre que miraba las estrellas, en la que los visitantes pudieron disfrutar de visitas guiadas.

Y no se podía terminar la jornada sin antes ovacionar con aplausos a los nueve egresados de la primera promoción de graduados de EAFIT en 1965, aquellos que, en ese entonces, creyeron en la apuesta de educación que ofrecía la Institución. Ellos, en medio de los conciertos, se subieron a la tarima para recibir de manos de  Jorge Iván Rodríguez Castaño, fundador de la Universidad; y de Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, una medalla de condecoración.

EAFIT a la vista

Cada egresado llevaba en un bolso común una agenda, un mantel a cuadros y un pasaporte, este último para recorrer nueve espacios. También un periódico. En cada lugar les daban un sello, y un tutor les iba contando en el camino hasta el mínimo detalle, como que hay un minimercado que se llama La Bodeguita, y hasta la mínima respuesta, ¿y este bloque qué es?, que el nuevo, el de Argos.

“Indiscutiblemente este encuentro le devuelve a uno la vida. Volver a la época de estudiante lo rejuvenece a uno, es una experiencia de esas que se vuelven a quedar en el alma”, destacó Ricardo Greiffestein Restrepo, egresado de Administración de Negocios de 1981.​


En el Laboratorio de Óptica les explicaron que la información proviene de la luz. Mientras tanto, en el grupo de Viviana Villa
y Olga Lucía Jaramillo, egresadas de Administración de Negocios y Contaduría hace 19 años, y amigas desde entonces, trataban de
acordarse cómo se llamaba la cafetería donde, según Viviana, “nos hacíamos matar por un pan árabe con gaseosa”.

No se acordó el costeño, ni el esposo de Olga, ni la otra señora que estaba al lado. Solo Álvaro soltó un nombre, sin pensarlo. Se llamaba El Rajadero. Ya entrados en recuerdos se acordaron, incluso, hasta de la profesora Emperatriz Chaverra, de clase de 6:00 a.m. los lunes.

El recorrido siguió por el Edificio de Ingenierías, por el Centro de Acondicionamiento Físico Vivo, el bloque 26, el Auditorio Fundadores, la Biblioteca, en fin, con más preguntas y más emociones, solo se escuchaba que querían ser estudiantes otra vez, como Carlos Eduardo Correa Escaf, alcalde de Montería y egresado de Administración de Negocios de
1998, quien, además de haber sido uno de los conferencistas de los Diálogos Alcampus, aprovechó su visita a la Universidad para vivir esta jornada como un egresado más.

Y es que eran más de 12 años de no venir a EAFIT, por lo que la encontró como siempre la imaginó: renovada, innovadora y con nuevos espacios. Como él, la sensación de muchos de los egresados al recorrer la EAFIT actual fue de asombro, de orgullo eafitense y de confirmar que esta Institución aún los acoge como el primer día.

“Es una alegría enorme. Tengo ganas de estudiar nuevamente aquí. Tengo el corazón que me late rápidamente al encontrarme con
compañeros y profesores, es un orgullo ser egresado de EAFIT”, dijo Carlos Eduardo mientras admiraba lo que veía a su paso. Pero el progreso, el crecimiento y la evolución también se dejó ver en los diferentes
stand informativos que mostraban los servicios y la variada oferta que tiene EAFIT no solo en Medellín, sino en lugares como
Bogotá, Pereira, Llanogrande (Antioquia), y países como Guatemala y Panamá.

A las 5:30 p.m. se dio el final de la jornada, una que apenas comenzaba para muchos de los que salían por las diferentes porterías y que ya tenían plan para la noche, pues lo que seguía de ahí en adelante era una conversación de años.

“Indiscutiblemente este encuentro le devuelve a uno la vida. Volver a la época de estudiante lo rejuvenece a uno, es una experiencia de esas que se vuelven a quedar en el alma”, destacó Ricardo Greiffestein Restrepo, egresado de Administración de Negocios de 1981.

Así, la Universidad que a las 6:00 a.m. estaba expectante, finalizó la tarde sin gente, pero llena de recuerdos, testigo de remembranzas innumerables, de abrazos, de sonrisas, las mismas que se escuchaban en otras épocas en las que, sus ahora exalumnos, andaban de morral, tomaban nota, conseguían pareja y pensaban en el futuro, este que ya los acogió y les permitió regresar.​

Última modificación: 27/02/2017 12:48