Un par de datos: durante un solo día se han llegado a registrar 300 millones de participantes en reuniones de la plataforma Zoom, un poco menos de la población de Estados Unidos; y Teams aumentó en más de 100 millones la cantidad de usuarios activos el último año, según datos suministrados por las empresas creadoras de estos programas.
Estas realidades evidencian que las plataformas para conferencias virtuales son una herramienta necesaria ante los desafíos propios de la pandemia a causa del covid-19 que permiten darle continuidad a actividades laborales y académicas, así como encuentros entre familiares y amigos en medio de las restricciones de distanciamiento social. Pero, aunque es probable que ahora nos reunamos más, también es cierto que en muchos casos nos veamos menos .
Y esto sucede debido que en las reuniones virtuales de los entornos educativo y laboral es común ver los videos desactivados entre, otras razones, para mejorar la velocidad de internet, no exponer espacios del hogar o el agotamiento que generan dichos ambientes.
¿Cómo afecta a la comunicación esa decisión de no encender la cámara? "Los seres humanos no solamente nos comunicamos a partir de la voz, sino que tenemos un conjunto de gestualidades o información paraverbal que complementa, modula el sentido y significado de nuestras palabras", explica Jonny Javier Orejuela Gómez, profesor del Departamento de Psicología de EAFIT.
La información de esos gestos que menciona el docente, coordinador de la maestría en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones de la Institución, enriquecen y ayudan a fluir las conversaciones cotidianas.
De otro lado, no tener la cámara encendida hace que algunos sientan que cuando están liderando un encuentro con cámaras en modo off le están hablando un auditorio de espaldas. Así lo considera Alejandro Cárdenas Franco, jefe del pregrado en Comunicación Social de EAFIT y coordinador del área de Cibermedios.
“Es claro que en una reunión de trabajo, con un grupo donde la gente tenga la cámara encendida, hay mejor retroalimentación. Hay una mejor forma de saber quién está concentrado, quién está llamando la atención o quiere intervenir. Es necesario, porque si no es como hacer una reunión presencial con todos de espaldas”, agrega el docente.
Un llamado para no ser invisibles con otras acciones
¿Por qué un estudiante o un empleado que asiste sin problemas a entornos presenciales decide no activar la cámara en una reunión virtual? Descartando el asunto técnico de velocidad de conexión a internet, el más fuerte es el argumento de la privacidad, de no mostrar sus espacios más personales, puesto que cuando alguien va a la empresa o a la universidad no lleva consigo lo que está ocurriendo en su casa, no está dando la posibilidad a otros de hacerse una imagen a partir de su hábitat.
A eso se refiere Mauricio Cuartas Arias, profesor del Departamento de Psicología de EAFIT, cuando dice que se debe contar con el libre albedrío de activar o no el video porque, aunque está la opción de poner un telón de fondo, esa decisión involucra el mundo privado del asistente. Es consciente, no obstante, de que las cámaras apagadas pueden afectar la cohesión del grupo y, en el contexto de una clase, la conectividad con el docente.
“Es indudable que las plataformas pueden llegar a contribuir en procesos de invisibilidad. Yo siempre les digo a los estudiantes que eviten que los hagan invisibles y gestionen su participación, no necesariamente en cámara, sino activando una dinámica en un chat o con una conducta verbal”, sugiere el experto.
Estar visibles es significativo porque ayuda sentir que al otro lado hay un signo de cofradía, responsabilidad, disciplina y acompañamiento místico en la elaboración de una tarea. Así lo manifiesta Mauricio Velásquez Hurtado, docente del pregrado en Comunicación Social de EAFIT y experto en apropiación eficaz de la información en entornos transmedia.
No se trata de un gesto gratuito, los profesores reconocen que el dispositivo visual en las reuniones online implica, en primera instancia, una gestión de sí mismo para ser capaz de interactuar con el otro. También de la gestión del tiempo -qué tanto tiempo se estará en una pantalla-, del espacio -como recurso para tenerlo dispuesto en la reunión virtual- y de las relaciones -cómo puedo interactuar y bajo cuáles reglas-.
Sin desconocer el valor y el derecho de la intimidad, es concluyente para los expertos que la comunicación es más fluida y efectiva si los asistentes se ven. Una buena estrategia para motivar a otros a prendar la cámara en una reunión es activar la propia.
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Alejandro Gómez Valencia
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