A esto se le conoce, según Sandra Liliana Palacio Vélez, docente de la Escuela de Administración, como Cradle to Cradle (de la cuna a la cuna), un concepto que introdujeron el arquitecto estadounidense Bill McDonough y el químico alemán Michael Braungart, con el que se busca que los productos que provienen
del sector industrial regresen a procesos de producciones iguales o alternativos, o que los que proceden de la tierra regresen, se degraden completamente en la naturaleza y regresen a la biósfera.
En ese caso, explica el profesor Álvarez, se comienza con un proceso en donde se extraen los materiales. Por ejemplo, un computador requiere metales, por lo que habría que abrir una carretera, talar árboles, abrir una mina y luego pensar en todo lo que acarrea la manufactura. Con todo este gasto de energía
lo mejor sería poder usar al máximo este recurso una vez esté en funcionamiento para evitar la producción en serie de más de esos.
Y teniendo en cuenta el modelo de obsolescencia programada, en el que muchos productos se hacen para que caduquen en poco tiempo para incentivar el movimiento de la economía, habría que pensar en que, una vez falle el aparato, se debe hacer mantenimiento para alargar la vida útil.
“Si definitivamente el mantenimiento no satisface el gusto del consumidor existen otras opciones de reutilización o redistribución que pueden hacer los proveedores de servicio, quienes, a su vez, deberían recibir los aparatos en caso de que estén dañados para renovar las partes y que así otras personas
los puedan usar”, explica Alejandro.
Luego de todas estas opciones aparece, según el esquema de economía circular de la Fundación Ellen MacArthur, la posibilidad de reciclarlo, una que quizás es la primera que implementaría el ciudadano común ante el desconocimiento del abanico de opciones que ofrece este modelo.
Comenzar con una producción más limpia
Según Sandra, hay autores en el mundo que han introducido conceptos como el ecodiseño y la producción más limpia, como una solución para mitigar la exacerbada generación de productos con obsolescencia programada.
“Las organizaciones deben comenzar a hacer un análisis del ciclo de vida del producto, en donde es fundamental pensar en la disposición final, en cómo hacer para que dure un tiempo muy prolongado, ensamblarlo por partes para que pueda repararse fácilmente y en los sistemas en donde se recolectará una
vez pierdan funcionalidad”, dice Sandra.
Pero, ¿cómo motivar a las empresas para que creen artículos con mayor durabilidad? Para Maria Alejandra Gonzalez-Perez, docente del Departamento de Organización y Gerencia, se debe partir de la educación a los consumidores, de manera que comprendan que el reciclaje no puede ser eterno y que
para evitarlo se puede introducir la cultura de la reparación y que, por ende, los productos pueden tener un costo mayor.
De hecho, apunta, en países escandinavos las autoridades ya comienzan a dar incentivos para que pequeñas empresas expertas en reparaciones creen sus unidades de negocio. “Necesitamos volver al zapatero, a la modista, al restaurador”, comenta Maria Alejandra.
Las políticas públicas son, quizás, algunas de las opciones más fuertes por el impacto en las organizaciones. China, por ejemplo, que es uno de los países más poblados del mundo, aprobó en 2002 la Ley de Promoción de la Producción más Limpia, que se ha puesto en práctica en más de 5000 empresas a escala nacional.
Según Sandra, en Latinoamérica no existe ninguna política que, como esta, promueva el tema desde una perspectiva general. Pero, en Colombia si se tiene una de producción y consumo sostenible que, desde 2010, incentiva la fabricación más limpia.
También están vigentes en la agenda pública los compromisos de cambio climático en donde el país se compromete con la reducción del 20 por ciento de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, lo quesupone, según Maria Alejandra, que se rediseñen procesos en las empresas que luego permitan el tránsito a productos y servicios que puedan ser circulares.
Ellen MacArthur identificó un conjunto de seis acciones que empresas y gobiernos pueden adoptar para hacer la transición a la economía circular. Regenerar cambiando a materias y energías renovables para regresar recursos biológicos a la biósfera, compartir activos para evitar la compra de unos nuevos,
optimizar para incrementar el rendimiento de un aparato, refabricar productos o componentes, virtualizar para desmaterializar objetos como libros o discos e intercambiar para buscar aplicar nuevas tecnologías.
Los productos hechos de papel de Smurfit Karpa Cartón de Colombia son fabricados
de material ciento por ciento renovable, Carvajal también tiene el ecodiseño
dentro de sus parámetros de gestión ambiental y Argos ya comienza a dar sus
primeros pasos en la reutilización de escombros en sus procesos.
De otro lado, hay entidades que han comenzado a incursionar con este concepto. Por ejemplo, los productos hechos de papel de Smurfit Karpa Cartón de Colombia son fabricados de material ciento por ciento renovable, Carvajal también tiene el ecodiseño dentro de sus parámetros de gestión ambiental
y Argos ya comienza a dar sus primeros pasos en la reutilización de escombros en sus procesos.
Participación ciudadana es clave
Si el reciclaje es una de las últimas opciones en este círculo, ¿cómo puede ayudar la comunidad? Para Maria Alejandra es claro que ahora no solo se trata de la disposición final que tienen los residuos, sino también de las decisiones de compra.
“Como ciudadanos debemos ser conscientes e informarnos sobre la procedencia de los materiales, de la vida útil que tienen y el uso máximo que se les puede dar. Todas nuestras decisiones deben incluir esas consideraciones”, añade la docente Gonzalez-Perez.
Y agrega que el reciclaje como solución es un sistema barato, pero si las empresas crearan productos biodegradables y que permitan la recirculación, este modelo económico se pondría en marcha.
Eso porque dadas las condiciones que ofrece el mercado a los recicladores, que son los encargados de recolectar el material, se generan fugas, es decir, que muchos elementos que la industria no compra por buenos precios termina yendo a los rellenos sanitarios.
Por su parte, la profesora Sandra sabe que desde su frente de trabajo hay mucho por hacer desde la educación ambiental para que los futuros gerentes lleguen a las organizaciones con amplios conocimientos en sostenibilidad, gestión ambiental y preservación del medio ambiente, para que lleven estos temas a sus planeaciones estratégicas y trabajen en conjunto con sus colaboradores.
Así, entonces, desde la creación de los diseños y la utilización de materiales aprovechables, como desde el compromiso de la sociedad para disminuir el consumo irracional y compartir con otros las pertenencias materiales, se evitará, en gran medida, la búsqueda de recursos sanos en ecosistemas,
para dejar respirar a los pulmones que, por miles de años, han sostenido a un planeta que hoy pide auxilio.