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Agencia de Noticias / Agosto 2010 Deportes / ¡Que se oiga el grito de campeonas!

Noticias Agosto
12 de agosto de 2010

¡Que se oiga el grito de campeonas!




En Heilbronn (Alemania), donde se disputó el certamen, las nacionales disputaron nueve  compromisos de los que solo perdieron uno. Finalizaron con 140 puntos y 68 en contra, para una diferencia a su favor de 72 unidades. Acá el equipo campeón en pleno.

• Cinco estudiantes de EAFIT hicieron parte de la Selección Junior Femenina de Colombia que se coronó campeona del Mundial de Ultimate en Alemania.

• Dos alumnas de Ingeniería de Producción, una de Ingeniería de Diseño de Producto, una de Comunicación Social, y una de Economía, entre las ganadoras.

¿Campeonas del mundo? Sí, campeonas del mundo, así tal cual. ¿Imaginárselo antes de la competencia? Bueno, cuesta hacerlo, pero ahora que es una realidad, el título es todo un honor, algo que vale la pena celebrar. Y claro, de nuevo las mujeres son protagonistas, de la misma forma como hace algunas semanas lo fueron las integrantes de la selección juvenil de fútbol, cuartas en el Mundial de la categoría.

La noticia ha sonado ya en algunos medios: Colombia alcanzó el pasado fin de semana el primer lugar en el Mundial Femenino Junior de Ultimate. Y en esa selección hubo una presencia importante de estudiantes de EAFIT, donde una disciplina deportiva como esta, que premia el juego en equipo y la honestidad, es toda una cultura que se siente, no solo en las canchas, sino en las conversaciones de cafetería y de aulas universitarias.

El hecho es que Antioquia aportó 14 jugadoras a la escuadra nacional, cinco de ellas eafitenses, quienes pasaron las últimas dos semanas adecuándose y compitiendo en Heilbronn, una pequeña ciudad ubicada al suroccidente de Alemania, junto con el equipo masculino de la misma categoría que compitió en la cita orbital. Fueron, en total, dos semanas de dificultades deportivas, pero también de amistad y de gloria.

El resultado fue el título, pero para poder competir hubo que hacer muchos esfuerzos que comenzaron tiempo atrás, cuando se debió conseguir el dinero para participar.

Con un promedio de seis millones por persona para el viaje, la creatividad de las jóvenes colombianas salió a flote. Es el caso de Camila Pérez Valderrama, armadora del equipo, quien por medio de la venta de barquillos de chocolate, de rifas y de algunos ahorros consiguió el dinero necesario para competir en suelo teutón. Así les ocurrió a muchas de sus compañeras.

Los recuerdos de un viaje, un título

Los entrenamientos del seleccionado habían iniciado seis meses atrás, de la mano de los profesores Mauricio Moore y Alejandra Torres. Pero fue el lunes 26 de julio cuando la delegación antioqueña viajó a Bogotá para reunirse con el resto de la selección.

Camila se ríe al preguntarle en qué hotel se hospedaron… “La primera semana dormimos en un gimnasio porque los hoteles son muy caros. Fue difícil porque éramos como 60 personas acostadas en el piso, cada uno con su colchoneta. Esa primera semana nos tocó así. Entrenábamos todos los días y nos levantábamos a las 7:00 a.m. Cuando empezó la competencia, nos pasamos a un colegio junto con los otros equipos”.

Luego de una semana de duro acondicionamiento, se venía la fase de grupos. De los seis partidos que disputaron, perdieron solo uno contra una de las favoritas, Canadá. Lo que sí no estaba dentro de los planes era ganar el torneo, o por lo menos eso piensa Alejandra Botero Calderón, estudiante del segundo semestre del pregrado en Comunicación Social, quién se desempeña como cortadora en la defensa. De igual manera, para Ana María Rojas, de Ingeniería de Producción, esta fue la mejor experiencia de su vida.

Pero no sería hasta después de vencer a Canadá que habría júbilo. Dos técnicos estadounidenses habían reforzado la estrategia del equipo al inicio del torneo, pero luego de haber disputado ocho partidos en esa semana, las colombianas se enfrentaban a un conjunto muy difícil, además el cansancio ya hacía mella, como la describe Camila.

“Los partidos duran casi siempre dos horas. Al principio nos metieron muchos goles, e íbamos perdiendo (3-4). Estábamos nerviosas porque ya habíamos perdido con ellas, pero nos recuperamos y anotamos seguido. Faltando poco para el final, el marcador estaba (14-10) ganando nosotras”.

La carga física generada por las competencias afecta el cuerpo, por eso, Camila cuenta que se sentía el cansancio, ya que llevaban casi 15 días de concentración, pero prevaleció la adrenalina y la emoción por la final.

“Aparte del tiempo, si alguno de los dos equipos llegaba a 16 puntos, ganaba. Nosotras teníamos 14 y nos pusimos nerviosas. De repente el marcador estaba (14-12), y empeoró al final, porque se nos acercaron a un punto (15-14). Decidimos en el equipo que íbamos a ir por todo o nada, y pusimos a la ofensa -parte del equipo especializada en el ataque, similar al fútbol americano-. Al instante metimos gol… todas saltamos al campo, brincamos, gritamos... y lo invalidaron. Ese fue un momento difícil”…

Y sigue su apasionante relato: “En la tribuna estaban todas las delegaciones viéndonos. Muchas de ellas se habían encariñado con nosotras y nos hacían barra. Otras le hacían fuerza a Canadá, y teníamos mucha presión. Nos ordenamos otra vez, y ellas hicieron la reposición -saque defensivo- pasa comenzar su ofensa, pero nosotras recuperamos el balón… ¡E hicimos el gol en la misma jugada!... No hubo tiempo de nada. Todas comenzamos a celebrar, y las otras delegaciones nos saludaron y cambiamos camisetas. Las canadienses estaban llorando, y nosotras también, pero ¡de la felicidad tan grande que teníamos!

El recibimiento en Medellín no se hizo esperar. A las cinco campeonas mundiales: Laura Restrepo Posada (Ingeniería de Diseño de Producto), Camila Peláez Valderrama (Ingeniería de Producción), Ana María Rojas Molina (Ingeniería de Producción), Alejandra Botero Calderón (Comunicación Social) y María Camila Botero Franco (Economía), se les dio una gran bienvenida, según cuenta Margarita María Posada, madre de Laura. “Con flores, aleluyas y fiestas sorpresa las esperamos”, dijo la señora.

Era la madrugada del martes 10 de agosto, y de la misma forma como se trasnochaban para ver los partidos por internet todos los días, estaban ahí, al pie del cañón, impactados por la sorpresa, ya que como dice Margarita Posada: “Ninguno de nosotros creímos que se iban a ganar la medalla de oro. El día que ganaron, el 8 de agosto, llamé a mi mamá llorando, y antes que me preguntara qué me pasaba, le conté lo del partido”.

Un deporte bien particular

El ultimate tiene sus características bien particulares, comenzando porque no requiere arbitraje. Hay una cierta filosofía de juego (el popular fair play, o juego limpio). No puede haber contactos, y los verdaderos responsables de dirimir los problemas son los jugadores. En ciertos aspectos, es similar al fútbol americano, como por ejemplo las zonas de anotación, los saques y las interceptaciones, pero eso sí, olvidando las tacleadas.
 
Sin embargo, el objetivo no solo es ganar, también hay que tener espíritu de juego, en lo que también se sobraron las jovencitas colombianas. Materializado en una condecoración, el título al “mejor espíritu” se lo dan al equipo que haya participado de la manera más correcta. Por eso, aparte del primer puesto que ganó la delegación, también le otorgaron este destacado galardón al final del evento, motivo de doble celebración.

Este es, la verdad, un logro destacable para el deporte colombiano, una historia de felicidad para las familias, un honor para el país y una muy buena noticia para EAFIT, que se alista el 26, 27 y 28 de agosto próximo para recibir el Torneo Internacional de Ultimate en el campus universitario de la ciudad de Medellín.

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Juan Carlos Luján Sáenz
Área de Información y Prensa EAFIT
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