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Agencia de Noticias / Marzo 2011 Voceros / Cien años de una revolucion-silenciosa

Noticias 2011
Voceros / 7 de marzo de 2011

Cien años de una revolución silenciosa

Varios aspectos se destacan en la evolución del movimiento femenino. Su derecho a votar, la anticoncepción y su participación en política. En Colombia factores salariales y relacionados con el conflicto marcan la vida pública de las mujeres. En la imagen aparecen alumnas eafitenses.

• La toma de decisiones sobre su cuerpo, su participación en política y su lucha en temas laborales son aspectos que las mujeres han defendido en el último siglo.
• Una docente, dos periodistas y una representante del sector público analizan este fenómeno a propósito de la celebración del 8 de marzo en todo el mundo.

Y si en vez de promesas de aumento de busto subieran más fácil los salarios… Y si en vez de ofrecerles unas gafas costosas les permitieran mirar que existen derechos que las involucran y que hace falta hacer respetar… Y si algunas familias en vez de insistirles con hombres tipo príncipe azul les hablaran de “palacios” más imponentes como las ciencias, la administración, el deporte o tantos otros donde se pueden escribir mejores historias…

Imágenes como estas se plantean a partir de lo expresado por cuatro mujeres, quienes de manera crítica miran qué tanto ha ganado y ha dejado de hacerlo su género en estos últimos 100 años… Y sí, el número redondo se debe a que hace un siglo, precisamente en marzo, comenzó a celebrarse en el mundo el Día Internacional de la Mujer, fecha que aunque divide a algunas, tiene una significación en la evolución de su lucha.

Ana Cristina Vélez, docente del Departamento de Humanidades de EAFIT; Ana María Cano, jefa del Fondo Editorial de la Universidad; Ana Cristina Moreno, egresada eafitense y actual directora de Planeación de Antioquia; y la columnista Florence Thomas, experta en temas relacionados con los derechos femeninos, hablan de victimización, belleza, aborto, trabajo, familia y asuntos similares que afectan a un género que pide ser más escuchado.

En opinión de la periodista Ana María Cano Posada, la mujer es cada vez más visible, pero a la vez más exigida, lo que comparte Florence Thomas, quien además habla de la revolución pacífica y silenciosa realizada por las mujeres en la segunda mitad del siglo XX, época en donde se hicieron sentir a partir de logros en todos los sentidos, entre estos políticos.

“Luego de obtener el derecho al voto las mujeres se educaron. Esto fue muy importante porque antes se pensaba que no eran tan inteligentes como los hombres y que los espacios de administración eran de ellos, no obstante, cuando se educaron vieron que podían también administrar el mundo”, indica Florence.

Por su parte, la docente Ana Cristina Vélez López explica, y sigue por esta misma línea, que las mujeres comenzaron el siglo XX con una posición muy desventajosa en el tema de los derechos civiles, con el antecedente de que el sujeto mujer no tuvo un papel tan preponderante en la historia, con algunas excepciones en la Edad Media, el Renacimiento y la Revolución Francesa, lo que comenzó a cambiar con la Revolución Industrial.

“Se logra el derecho civil y con este el derecho al voto, lo que les concede el papel de ciudadanas, algo que también se suma a los derechos económicos. De esta manera se pudo entrar en la vida pública”, señala la profesora, quien agrega que para 1960, aparte de tener voz, había mujeres excepcionales en campos como el científico, el académico y el filosófico, pero reitera que eran la excepción.

A partir de esta situación, más otros logros de los últimos 50 años, Ana Cristina Vélez encuentra hoy a una mujer en otro plano, el de un ser que está tú a tú con el hombre en términos de pensamiento, de capacidad y de posibilidad de gobernar. Eso sí, considera que todavía hay cosas que siguen siendo difíciles, de hecho se refiere a los últimos estudios que hablan de diferencia de salarios a favor de los hombres.

Otra de sus preocupaciones es que exista, por ejemplo, una Ley de Cuotas en el Congreso de la República. “Eso quiere decir que las mujeres todavía somos vistas o tenemos que comportarnos como una minoría, por lo que se tienen que romper unas barreras de lo que tradicionalmente ha existido. Ahí hay un síntoma”.

El final del siglo anterior y el comienzo de este mostró también a una mujer expuesta en la esfera política, con poder de decisión y con la opción de ser elegida como representante de toda una sociedad. Presidentas, congresistas, diplomáticas, empresarias y representantes del sector público empezaron a emerger en países europeos y también americanos. Y aunque en Colombia ha habido casos, las expertas creen que aún la nación está lejos de darles más voz a las mujeres en cargos públicos.

Para Florence Thomas, por ejemplo, a Colombia no le va muy bien en relación con países como Ecuador, Bolivia y Perú, que tienen muchas más mujeres en el Congreso. “Nosotros aquí no hemos podido superar el 14 por ciento de participación de mujeres en esos espacios, cuando hay países que hablan de paridad, o sea 50 por ciento y 50 por ciento”.

La activista reclama el que haya mucha más participación en un país construido por hombres y mujeres en igual proporción, inclusive afirma que la población femenina es mayor que la masculina en Colombia.

Por su parte, Ana María Cano argumenta que ha faltado diferenciación política en la representación femenina. “Una mujer no puede lanzarse a la política siendo una especie de hombre en sus propuestas y demás. Yo creo que una mujer tendría que tener una mirada del país completamente suya y especial”.

Pero no es solo la política un lugar donde las mujeres han sobresalido. Ana Cristina Vélez, del Departamento de Humanidades de EAFIT, dice que desde los años 60 se dio un ingreso masivo de la mujer a la universidad, por lo que empezaron a cualificarse y a formarse intelectualmente.

“Existen cambios en ese sentido. En el futuro, por ejemplo, cuando alguien esté presentando una clase de semiología de los medios podrá encontrar bibliografía donde la mitad de textos son de mujeres. Nosotros, de algún modo, somos una generación posfeminista, es decir, no estamos en una época donde nos tocará reivindicar tantas cosas”, dice la académica.

Agrega también que la universidad, como está planteada hoy, impediría que haya segregación o discriminación hacia la mujer, pero en otros espacios sí puede ser más difícil. “Y eso que no nos tocó lo que pasaba antes en algunas empresas, donde las mujeres eran contratadas a una edad temprana o a una edad más tardía, de manera que estar próximo a casarse era sinónimo de que te vas a embarazar y vas a incurrir en gastos a la empresa”, anota.

Sumergidas en el conflicto

A su vez, el tema del conflicto armado colombiano ha dejado secuelas grandes en la población femenina, lo que para Florence Thomas ha tenido consecuencias enormes en la vida de las mujeres, pues el impacto de la guerra para ellas es todavía dramático.

“El cuerpo de las mujeres sigue siendo un botín de guerra. Ellas tienen un marido, un hijo o un familiar en la guerra, de manera que deben dejar a sus hijos, salir del hogar 24 horas y encargar de ellos a los abuelos”, reconoce Florence.

Frente a lo anterior, la columnista reitera que es mucho lo que falta por luchar, debido a que en América Latina, quizá, el país que tiene más violencias contra las mujeres es Colombia. “Tenemos medalla de oro en eso. Nos falta transformar paradigmas culturales con respecto, por ejemplo, al cuerpo, que sigue siendo botín de todas las violencias posibles”.

Y en temas de fertilidad y procreación, las expertas ven con preocupación algunos aspectos y destacan otros. Florence Thomas habla de las estadísticas en relación con adolescentes embarazadas e insiste en que toca seguir avanzando en derechos reproductivos y en la legalización del aborto. A su vez, Ana María Cano lamenta que un tema como este no esté suficientemente reglamentado, lo que considera es un peligro para una mujer que tiene que responder por su salud sin que haya apoyo de la sociedad.

Lo positivo es, tomando la apreciación de Thomas, lo que la experta denomina la piedra angular de toda esta revolución, que es la anticoncepción. “Esta le va permitir por primera vez a las mujeres separar en la historia la sexualidad de la reproducción. Para Colombia eso va a significar algo muy importante, de hecho en 1950 las mujeres tenían en promedio 5.7 hijos, hoy en día estamos en 2.4 hijos, o sea que es una verdadera revolución”.

Y así como en conceptos como la política, la academia y el tema de anticoncepción la mujer ha alcanzado logros -a pesar de que todavía tiene luchas por dar- un aspecto que marca su devenir es el de la belleza, donde aún se deja imponer estereotipos.

“El papel que la mujer cumple en una sociedad que tiene mucho de consumo es ambiguo y muy complicado, porque cada vez es un objeto de seducción más grande y eso significa que la belleza logra ser un asunto de seducción muy grande para la misma mujer, lo que es también una restricción para su vida”.

En ese sentido, Cano Posada manifiesta que la mujer tiene que pasar por ese filtro de la belleza en unos cánones muy estrechos, por lo que deja de vivir cosas muy importantes.

Y sí, en 100 años, analizando los ya citados aspectos, la mujer ha ganado y ha perdido, o mejor, ha dejado de ganar. Lo que sí es cierto es que ha sido un siglo fructífero para ellas, con muchos puntos por ajustar y otros por mejorar. No puede negarse tampoco que la mujer de hoy es activa y se encuentra en igualdad de condiciones con el hombre, lo que siglos atrás era impensable. Queda que la revolución silenciosa se siga efectuando pero con más voces.

Una eafitense exitosa en el sector público

Ana Cristina Moreno Palacios, egresada del pregrado en Administración de Negocios, se desempeña como directora de Planeación Departamental desde 2008.

Para ella -una mujer que se destaca con éxito en el sector público- sus pares le han dado vida a una organización que ha avanzado mucho, no obstante, considera que por lo incluyente de la sociedad de hoy el movimiento por la reivindicación de los derechos de las mujeres debe entender que no es necesario sentirse diferentes.

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Juan Carlos Luján Sáenz
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