La importancia de morir a tiempo es el título de la última novela de Mario Mendoza Zambrano, pero también una invitación a recorrer el mundo literario de este escritor bogotano. Y una parte de ese mundo se reveló, el martes 16 de octubre, durante el último encuentro de este año del programa El autor y su obra, que organiza el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas de EAFIT.
El auditorio 101 del bloque 27 fue el espacio donde se puso el punto final de los ciclos de conversaciones con autores nacionales e internacionales para ahondar en sus obras. Este último encuentro fue, entonces, la continuación de un diálogo del penúltimo conversatorio, en el que Mendoza profundizó en la obra del poeta antioqueño Carlos Framb Alzate.
Y, en esta nueva oportunidad, fue Framb quien se encargó de indagar por el acercamiento, los temas y las pasiones que atraen al autor capitalino, no sin antes dejar algo claro: “De Mario tengo que decir que es uno de los mejores amigos que me ha dado la literatura”.
A Mendoza lo acercaron a la literatura su padre y un profesor de esta área, además de una marca representativa que le dejó la Segunda Guerra Mundial. “A mí lo que me marca es ese conflicto, a partir de agosto de 1945. Desde ese momento estamos todos extraviados”.
La novela, apuntó, es un género de una rigurosidad única y mucha disciplina. Y, a partir de esta reflexión, aseguró que el el arte es un llamado vocacional. “Se debe tener cuerpo para el arte. Las tentaciones del novelista son infinitas, por eso hay que doblegarse. La novela es un género endemoniadamente cruel”.
Morir a tiempo
La más reciente novela es como una catarsis de Mendoza por la muerte de su padre. Y de ahí que Carlos Framb le preguntara por el título, por la importancia de morir a tiempo. Ante la inquietud el escritor develó que es una relación que se dio con el fallecimiento de su papá.
“Mi padre muere en 2003, por un cáncer de médula ósea. Era un hombre grande, de 1.90 metros de estatura. Físicamente era muy bello, con buen cuerpo. Cuando murió pesaba 42 kilos”, manifestó el invitado, quien considera a la escritura como un punto de fuga.
Mendoza, así mismo, reveló que durante la enfermedad de su padre, en las últimas semanas, intentó ayudarle a morir, porque no soportaba verlo sufrir. “La culpa por no ayudarle a morir a tiempo la acumulé a lo largo de un duelo muy mal hecho”.
En la conversación hizo, además, un abrebocas de los proyectos en los que trabaja en la actualidad. “Regreso a lo policíaco. Voy a publicar una novela con un inspector de policía bipolar, maniaco-depresivo. Y estoy metido en un proyecto que me tiene muy feliz, una trilogía infantil. Ya estoy terminando el primer volumen. Se trata de un niño de 10 años llamado Felipe que tiene un pastor alemán de nombre Elvis”.
Este trabajo lo tiene entusiasmado, pues le apuesta a crear lectores, rescatarlos para la biblioteca antes de que llegue el computador.
Y en medio de las afirmaciones acerca de su más reciente obra y de sus opiniones sobre su visión de la sociedad, Mario también dejó otro asunto claro: "No soy un autor para todo el mundo".