En 2009 Medellín ocupaba el quinto puesto en el ranquin de las ciudades más peligrosas del mundo. Cinco años después está por fuera de los 50 primeros puestos, gracias a los esfuerzos del Gobierno local. Así lo manifestó Jorge Giraldo Ramírez, decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades en el preforo que organizó EAFIT como antesala al séptimo Foro Urbano Mundial.
De acuerdo con la ponencia del Decano, que se desarrolló el miércoles 2 de abril, a partir de 2003 hubo un apersonamiento por parte de las autoridades locales que permitió un control formal del territorio.
Para esto se utilizaron dos prácticas: las intervenciones estratégicas, de corte punitivo; y las intervenciones diplomáticas, como los acuerdos entre el Estado y los grupos al margen de la ley.
Sobre este tipo de prácticas se hará referencia en el encuentro de urbanismo mundial que tiene como uno de sus diálogos centrales el de Una ciudad segura como ciudad justa y equitativa. Y, precisamente, uno de los objetivos del Diálogo será identificar los roles de los distintos niveles de gobierno y los mecanismos legislativos que promueven estas condiciones en las urbes.
Uno de los puntos de quiebre en la situación de Medellín se introdujo con el significativo aumento del presupuesto para la seguridad, que pasó, en menos de tres años, del uno al cuatro por ciento.
“El fortalecimiento del Estado local se observó en aspectos como los planes municipales de seguridad, la creación del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc), el aumento y la mejora de la infraestructura policial y de los equipos para la Policía y la justicia, y la mayor capacidad de negociación de la autoridad civil con la policía”, explicó el Decano.
Este último tema fue trascendental porque antes la relación entre la autoridad civil -en cabeza del Alcalde- y el estamento policial no era muy sinérgica. Ahora el reto permanente es establecer lazos de comunicación y de relación de tal manera que haya acompasamiento entre política pública y acciones efectivas.
Un cambio en el discurso
Según el Decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades de EAFIT hay tres hechos que demuestran el paso de la ciudad hacia lo que puede llamarse como la normalidad latinoamericana en cuanto a la situación de seguridad.
En primer lugar, la atención local a los desmovilizados. Medellín ejecutó el proyecto más grande de atención local en el país al encargarse de 13 por ciento del total nacional.
En segunda instancia, el aumento de la autoridad civil en el territorio mediante programas de justicia y seguridad cercanas al ciudadano. Y finalmente, a través de la intervención urbanística.
Las debilidades se encuentran, dijo Jorge Giraldo, en los problemas de corrupción de la policía y la justicia, la baja eficacia de los mecanismos de participación para empoderar las comunidades, y el populismo punitivo que se concentra en castigar a los jóvenes que incurren en delitos menores como posesión y microtráfico de sustancias ilegales.
Para el académico, una de las condiciones fundamentales para seguir mejorando en temas de seguridad tiene que ver con un cambio de discurso, pues “es preciso abandonar las generalizaciones que toman a Medellín como un territorio homogéneo, para empezar a entender las lógicas microterritoriales”.
En la ciudad hay unos nodos de violencia identificados que se deben tratar de acuerdo con las características y necesidades propias de cada territorio para poder atenderlos y seguir en la senda de la construcción de una ciudad más incluyente y segura.
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Marcela Olarte Melguizo
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