Hace 100 años, el 28 de julio de 1914 (aunque el detonante fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa Sofía Chotek, el 28 de junio de ese año, en Sarajevo -hoy capital de Bosnia-Herzegovina), inició la Primera Guerra Mundial, que se extendió hasta el 11 de noviembre de 1918, y en la que murieron cerca de 9.000.000 de combatientes.
Pero las huellas que dejó este conflicto no solo quedaron registradas en los libros de historia. Hoy el mundo palpa los grandes cambios que esta confrontación supuso. De hecho, el devenir universal empezó a escribirse con nuevas líneas a partir de esta, la que también se denominó la Gran Guerra.
Hablar de las implicaciones geopolíticas de la Primera Guerra Mundial genera para Luis Fernando Vargas Alzate, coordinador académico del Área de Relaciones Internacionales del Departamento de Negocios Internacionales de EAFIT, pensar en un espacio de grandes líneas, incluso, notablemente complejas.
No obstante, señala que hay tres grandes implicaciones de orden geopolítico que, sin temores, podrían ser consideradas las de mayor importancia, y que son mucho más notorias en el orden geográfico que en otros.
“La primera de estas es la finalización del Orden Mundial instaurado en la Europa de los Congresos o Europa decimonónica. El Congreso de Viena (1814-15) definió un orden geopolítico sin grandes cambios. En este, el formato imperial era una constante y las reglas de juego estaban a favor de las monarquías conservadoras europeas” explica.
Según el académico, el escenario internacional se mantenía orientado a lo que se diera en Europa, mientras las otras regiones del mundo eran secundarias. De esa forma, con la guerra se presentó un nuevo orden, con estados nacientes en protagonismo, tales como Japón y los Estados Unidos, y se dio el fin de los imperios.
Un segundo factor, para Luis Fernando, tiene que ver con los tres determinantes de ese nuevo orden mundial: la libre autodeterminación de los pueblos; la instauración de la democracia-socialista, para el caso alemán; y la implementación de un sistema de seguridad colectiva, sobre el que descansaría la naciente Sociedad de las Naciones, precedente inmediato del actual sistema de Naciones Unidas.
“En tercer lugar está el hecho geopolítico de nacimiento de, por lo menos, 10 nuevos países en el corazón de la Europa Oriental. Sin duda, ese movimiento de tierras modificó el esquema de comprensión geográfica del continente hasta el punto de generar nuevas alianzas y coaliciones que, infortunadamente, son la esencia causal de la Segunda Guerra Mundial”, refiere el profesor.
Repercusiones actuales
De acuerdo con Juan David Escobar Valencia, profesor de Geopolítica y director del Centro de Pensamiento Estratégico de EAFIT, Alemania fue la causante de las dos guerras y de parte del ordenamiento político e institucional de la Europa actual, como la Unión Europea, lo que se explica por la búsqueda de evitar el predomino alemán en Europa, más bien integrándola que combatiéndola.
“En parte se ha logrado, pero no ha borrado ni borrará los espíritus nacionalistas que los europeístas creyeron haber enterrado y, de manera coincidencial, Alemania vuelve a ser quien defina principalmente el futuro de Europa, circunstancia asociada de nuevo con el alcance y la profundidad de los vínculos que puedan desarrollarse entre Alemania y Rusia”, sostiene Juan David.
En palabras del profesor Luis Fernando, este tiempo fue propicio para que toda la industria de manufactura de las naciones más atrasadas despegara, debido a que la guerra es un acontecimiento que demanda altas dosis de producción de manufactura, no solo para los combatientes sino, de igual manera, para una sociedad que debe prepararse ante los tiempos de incertidumbre que rodean a un conflicto de estas proporciones.
“Además de los avances tecnológicos en el ámbito militar como los desarrollos en armamentos, por ejemplo, la artillería, fusiles y ametralladoras, morteros, carros de combate, dirigibles, acorazados, simuladores de vuelo, telegrafía, telefonía y comunicaciones radiales, sumergibles y aviación. Otros campos también se vieron afectados”, relata Juan David Escobar.
Luis Fernando menciona que en casos en los que la guerra no se desarrolló, es decir, lejos del campo de batalla, también las sociedades se vieron forzadas a generar industrias locales para luchar contra el desabastecimiento: industria de bebidas, alimentos, cemento, confecciones y textiles, entre muchas otras, dieron sus primeros pasos en las naciones latinoamericanas.
Finalmente, sobre el papel que han ocupado los protagonistas del hecho, el profesor Vargas comenta que la realidad para los monarcas fue clara: la guerra sirvió para restarle validez a su posición.
“Hoy las monarquías no son nada diferente a un lujo que las sociedades aceptan generando cargas tributarias para que una familia viva con excesos, lujos y extravagancias que, en nada, aportan al funcionamiento de la política internacional”, opina el docente.
Desde el punto de vista de los imperios, Luis Fernando resalta que a partir de 1918 ya no hubo más imperios en el planeta.
“No hay que olvidar que la Segunda Guerra Mundial fue más transformadora del sistema internacional que la primera. Por esto, a 100 años del conflicto con el que se dio fin a los sistemas imperiales, las huellas del mismo se han desvanecido lo suficiente como para situarlo en la historia como un suceso más, aunque originador de la implementación de la seguridad colectiva en el concierto europeo, hoy base de la Unión Europea”, puntualiza.
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Luis Fernando Vargas Alzate
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