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El Eafitense / Edición 106 Wearable technology, la capacidad de cómputo que se lleva puesta

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Wearable technology, la capacidad de cómputo que se lleva puesta

​En la actualidad existe en el mercado una gran variedad de artículos tecnológicos que se portan como accesorios o como parte de las prendas de vestir. Estos elementos, además de contar con imp​ortantes avances en temas como multimedia y comunicaciones, tienen aplicaciones prácticas en la educación y en la investigación. Incluso, tienen el potencial de cuidar y facilitar la vida humana.​​ ​


​Antes de leer este artículo tome un minuto para revisar lo que lleva puesto. Mire su ropa, sus gafas, su reloj, sus joyas, su calzado. Mire todos sus accesorios y también lo que lleva en los bolsillos (no olvide su celular). ¿Ya lo hizo? Ahora pregúntese cuánta capacidad de computación hay en lo que usa a diario y cuántos sensores carga de forma cotidiana.

No se preocupe si no lleva ninguno, no es una competencia. Pero también puede pasar que lleve muchos sin darse cuenta.

Ahora vuelva la mirada a su celular y piense en las funciones que utiliza, diferentes a hacer llamadas. Algunos lo utilizan como radio, otros como despertador, y ahora para muchos es la única forma en la que navegan por internet y usan las redes sociales. Ah, claro, también sirven como cámaras fotográficas y de video, incluso como grabadoras de audio.

Toda esa introducción pretende hacer entender que wearable technology -tecnología ‘vestible’ (el término no está aceptado por la RAE)- es un fenómeno más cotidiano de lo que se piensa, al estar cada vez más presente en objetos de uso frecuente y que tiene el potencial de modificar el modo en el que las personas se relacionan con su entorno y se comunican.

Y la definición misma de este tipo de tecnología no es nueva y ha cambiado varias veces en el tiempo. Puede hablarse de wearable desde los mismos avances técnicos de la industria textil, de las mejoras en los procesos de hilado y costura, o la creación de materiales sintéticos.

Luego comenzaron a surgir medidores de gases y elementos químicos en el aire que usaban quienes trabajaban en minas o centrales nucleares. También, había sensores y actuadores médicos que se podían cargar en el cuerpo.

Pero en los años 80 del siglo XX aparecieron algunos artefactos que le dieron una nueva acepción al término. Específicamente, se trataba de relojes de pulso que hacían algo más que dar la hora. Tenían funciones de calculadora, controlaban televisores e, incluso, tenían pantallas digitales iluminadas que facilitaban la operación en la oscuridad.

La relación del hombre y la tecnología era más estrecha y con aplicaciones más cotidianas.
Después, en la era del celular, se portaban pequeños audífonos con micrófonos que permitían hablar por teléfono sin tenerlo en la mano. Esos mismos artefactos prescindieron de los cables y se convirtieron en auriculares bluetooth.

Los wear​​ables de hoy

Desde hace un par de años es posible encontrar gafas y relojes con cámaras de alta definición, sensores biométricos, acelerómetros y hasta conexiones a internet.

Y, lo más importante, procesadores. Sí, esos mismos chips que les permiten a los computadores realizar los millones de cálculos por segundo para que funcionen los programas y esos mismos que son responsables de buena parte del consumo de batería en los smartphones.

Esos componentes ya llegaron a un punto de optimización de eficiencia energética tal que caben en el cuerpo de un reloj y multiplican la cantidad de funciones que puede ejecutar (vea el recuadro).

Y eso implica un cambio de significado. La tecnología ‘vestible’ es, entonces, la capacidad de computación que se lleva puesta en la ropa o en los accesorios de uso diario.


​​​La escala micro ya es muy grande


Para entender cómo es posible hacer procesadores tan pequeños para que sean fáciles de cargar en unas gafas o en una prenda de vestir es necesario dar un vistazo a la forma en la que la tecnología ha logrado mantener su avance gracias a la miniaturización de componentes, y al abaratamiento y optimización de los procesos de construcción.

En 1965, Gordon Moore, uno de los cofundadores de la empresa de procesadores Intel, presentó una relación del aumento de la capacidad de procesamiento en los circuitos integrados en el tiempo. Su argumento, que se conoce como Ley de Moore, dice que la capacidad de los chips para hacer cálculos se duplica cada 18 meses.

Así se ha dado la evolución de la computación en casi 50 años. Sin embargo, muchos medios y expertos dicen que la miniaturización ha llegado a límites físicos que hacen que la ley deje de cumplirse.

“En miniaturización, cuando resuelves un problema, generas otro. En algún momento se diseñaron transistores con óxido de silicio que solo tenían tres átomos de ancho, pero a esa escala se perdía corriente eléctrica. En consecuencia hubo que encontrar otro material y eso cambiaba todo el proceso de construcción. Hoy también estamos pensando en otras formas de interpretar unos y ceros en escalas cada vez más pequeñas”, explica Alejandro Strachan, profesor titular de ingeniería de materiales de la Universidad de Purdue y director adjunto del Centro de la NNSA para la Predicción de la fiabilidad, la integridad y la supervivencia de microsistemas.

QRCode a: http://computer.howstuffworks.com/moores-law.htm
Pie de imagen: Siga este enlace con su móvil para conocer más sobre la ley de Moore (información en inglés).

¿Para qué este tipo de tecnolo​​gía?

Si se pregunta para qué sirve un artefacto tecnológico en la ropa, debe entonces preguntarse para qué sirve la tecnología como tal.

Para Alejandro Strachan, los seres humanos han usado históricamente el cómputo como una forma de reforzar capacidades, como el pensamiento, la memoria y la comunicación.

“Es notable que está cambiando la manera en la que consumimos, generamos y accedemos a información. Las personas de hoy usan la información de formas muy diferentes a como lo hacían antes, y eso motiva la creación de nuevas formas y dispositivos, y también de nuevos contenidos”, amplía Strachan.

De ese modo comienzan a apreciarse posibles aplicaciones prácticas de esos avances, incluso más allá del afán comercial de los fabricantes por vender nuevas versiones de sus artefactos con pocas mejoras.

En el informe anual Horizon sobre educación superior, publicado por The New Media Consortium en 2013, se mencionó la tecnología wearable como una de las tendencias que se podrían adoptar en las universidades en un tiempo estimado de cuatro a cinco años.

“Dado que las tecnologías son continuamente diseñadas para ser más pequeño y más móviles, los wearables son una progresión natural en la evolución la tecnología”, menciona la publicación.

Y sus usos en educación son amplios. El informe habla de disciplinas como el diseño, la medicina o la arquitectura en los que ya se conocen iniciativas de uso.

La vida misma dentro de un campus puede verse beneficiada. Ropa que sirve como celda solar para acumular energía, dispositivos que leen las condiciones ambientales, guantes que controlan hardware y software, y bandas que leen la actividad cerebral para controlar dispositivos son algunos de los usos que describe The New Media Consortium.

QRCode a: http://www.nmc.org/pdf/2013-horizon-report-HE.pdf
Pie de imagen: Siga este enlace con su móvil para ver el informe Horizon sobre educación superior de 2013, allí encontrará información sobre wearable technology y otros avances aplicables en las aulas (información en inglés).

“Wearable technology va a cambiar mucho los procesos de enseñanza y aprendizaje. En la Universidad de Purdue teníamos clases de 50 minutos en las aulas que ahora hemos comenzado a convertir en paquetes de contenido de 20 minutos que los estudiantes pueden ver desde diferentes dispositivos y en cualquier lugar. Así, la interacción entre alumnos y docentes puede ser más constructiva en las áreas aplicadas”, agrega Alejandro Strachan.

La investigación que se lleva p​​uesta

Además de la educación, la investigación es otra dimensión en la que la tecnología que se lleva puesta puede tener gran aplicación.

Los procesadores, unidos a sensores y a nuevos materiales para la ropa, pueden resultar en mejores formas en las que los investigadores de múltiples disciplinas interactúan con sus objetos de estudio.

“La tecnología wearable tiene sentido en tanto libere al hombre de tareas que no son propias o que pueden ser realizadas por máquinas. En esa línea, los dispositivos reemplazan funciones y permiten que dediquemos más tiempo a actividades donde realmente generamos valor, como la interpretación de resultados y la formulación de teorías”, afirma Juan Guillermo Lalinde Pulido, profesor de la Escuela de Ingeniería de la Universidad EAFIT.

La lectura de condiciones ambientales, la alerta de situaciones de peligro, el almacenamiento de datos y la contextualización de la información que se obtiene en determinado lugar son algunas actividades en la que la estos dispositivos pueden tener un papel relevante.

A fin​​ de cuentas… 

Megatendencia, afán comercial o el futuro de la computación. La tecnología ‘vestible’ es uno más de los avances técnicos de estos tiempos en los que no es tan fácil predecir su real impacto. Por supuesto hay cada día nuevos aparatos, a precios, competitivos, que llaman la atención de los consumidores.

Ambos profesores aseguran que más que entrar en el juego de tener lo último, es encontrar los usos adecuados.

A fin de cuentas, y siguiendo al profesor Lalinde, es un paso más en el reto de hacer que las tecnologías de información y comunicación sean ubicuas en la vida cotidiana.

Última modificación: 06/03/2017 10:02