Desde los primeros días de clase notó que,
como él, son muchos los alumnos que reciben
auxilios económicos en la Universidad
-cerca del 16 por ciento de los estudiantes de pregrado- y desde la inducción se siente más
convencido de la decisión de venir a EAFIT a
pesar de la posibilidad que tenía de ir a otras
instituciones más cerca de su casa.
Y es que Brayan no tomó la decisión por
azar, aunque sí fue por una coincidencia como
escuchó el nombre de la Universidad. Ocurrió
cuando oyó una conversación en la que uno
de los docentes de su colegio le recomendaba
a otro joven que si tenía la posibilidad de pagar
la matrícula en EAFIT, lo hiciera.
Cuando se enteró de las becas y de que
cumplía las condiciones para adquirirla empezó
a rastrear las que consideraba eran mejores
universidades del país, visitó sitios de
internet de varias en Bogotá. Preguntó y, al
final, dos factores lo llevaron a decidirse: la
fortaleza en las prácticas académicas y las posibilidades
de intercambios internacionales
que ofrece EAFIT.
Alguien que también está pensando en un
intercambio internacional desde su primer
semestre en Administración de Negocios es
Oriana Villareal Obregón, quien llegó desde
El Banco (Magdalena), municipio cerca de
Santa Marta, sede del Festival Nacional de la
Cumbia, donde la temperatura puede llegar a
los 40 grados centígrados y sus habitantes tienen
el gentilicio de banqueños.
El nombre de la Universidad también le
llegó, voz a voz, cuando en sus últimos meses
de colegiala el papá de una de sus amigas
se la recomendó. “Empecé a averiguar sobre
la U. en internet, hasta que cuando vine al
examen de la U. de A. se me dio la oportunidad
para conocer sus instalaciones y eso
me bastó para tener más que claro de que era
la universidad en la que me veía estudiando,
aunque antes de ser beneficiaria de las 10.000
becas estudiar aquí iba a ser prácticamente
una utopía”, cuenta.
Oriana ya se pasea por el campus con la
misma seguridad con la que lo hace en El
Banco, tienen amigos y la llaman desde las
esquina para saludarla. Esa misma seguridad
le sirvió para decidirse por Administración,
pues cuando supo que quería estar en EAFIT
también se enteró de que esa era una de las
áreas más tradicionales de la Institución.
“Fui al bloque 26, pregunté por un recorrido
alrededor del campus que estaban dando
en la U., pero una secretaria me dijo que
eso ya había pasado, entonces la hija de la secretaria
llegó en ese momento y la mamá dijo
‘usted que estudia esto, aclare las inquietudes
de la niña’. Me empezó a hablar de la Universidad
y de sus convenios, me mencionó
mucho de Administración y, pues, efectivamente,
me decidí”, recuerda.
Otro motivo para elegir Administración
de Negocios, explica, es que sus papás tienen
un minimercado y siempre ha estado en un
ambiente comercial. Oriana será la primera
universitaria en ese núcleo familiar porque
su hermano tiene 14 años, está en noveno,
y sus padres no alcanzaron ese grado. “Mis
papás siempre han estado en el comercio y
con eso hemos salido adelante. Le doy gracias
a Dios y a ellos por todo lo que nos han
dado a mi hermano y a mí”.
EAFIT, compromiso histórico
con la inclusión
Desde antes de que el Gobierno colombiano
le diera vida al proyecto de las
10.000 becas, EAFIT mantenía una política
institucional en este tema para que
jóvenes de escasos recursos pudieran
acceder a estudios de educación superior.
La Andi, EPM, la Fundación Suiza
y el aporte de los empleados eafitenses,
entre otras entidades y personas, apoyan
a la Universidad para fortalecerla
como de élite académica.
En el caso de esta banqueña y de muchos
de los becados del programa 10.000 el éxito
no solo es personal, porque serán los primeros
profesionales de grupos familiares que, sin
apoyo económico, no hubieran podido serlo.
“Estaba muy preocupada por mi formación
profesional, porque en el lugar de donde
vengo no hay universidades y sabía que
si pasaba a alguna pública, igual mis padres
tenían que pagar mi sostenimiento en otra
ciudad y eso es un
dineral. Por eso, estar
en esta Institución
ha sido un logro inmenso
para mí y mi
familia, pues esto de
que tengas la oportunidad
de estudiar en una Universidad como
EAFIT era algo que, prácticamente, veía imposible”,
comenta Oriana.
En el caso de Andrés Alejandro Suárez
Hernández y Germán Lizcano Pabón el logro
familiar es con doblete. Se conocen desde la
época en la que eran bebés y estudiaron juntos
toda la formación básica primaria y secundaria,
en Mutiscua (Norte de Santander).
Y no es raro que se conozcan hace tanto
tiempo en un municipio donde, según los registros oficiales más recientes, de 2012, en
la cabecera municipal no viven más de 600
personas y tiene una población cercana a los
4.000 habitantes. Allí también se conocieron
los papás de Andrés y Germán hace unos 50
años, cuando tenían 12. También salieron
juntos del pueblo, como sus hijos, a buscar un
mejor futuro. Viajaron a Venezuela cuando
las condiciones económicas eran atractivas, pero regresaron y ahora comparten el oficio de truchicultores.
Los estudiantes becados -incluidos los de las becas del Gobierno
Nacional- corresponden al 25 por ciento de la población
estudiantil que ingresó este primer semestre a la Universidad.
Cabe anotar que en EAFIT, el 16 por ciento de los estudiantes
son becados.
Andrés Alejandro cree que vivir en un pueblo
tan pequeño, que no tiene más de mil casas,
les ha ayudado a ser buenos estudiantes.
“Si usted hace algo malo la familia se entera y
lo reprenden. Por eso la mayoría de estudiantes
tiene juicio”.
La cercanía no es solo familiar. Académicamente
los dos han estado uno al lado del otro,
tanto que solo un punto los separó en el resultado
de las Pruebas Saber 11 y las notas en
el colegio público Nuestra Señora de la Merced
siempre fueron muy similares. Por esa
igualdad sabían que si a alguno de los dos les
aceptaban la solicitud de la beca y el ingreso a
EAFIT, al otro también.
Eligieron a la U. por la buena reputación
y calidad que, dicen ellos, es mayor que las
que tienen otras instituciones más cercanas
de Mutiscua. En eso también coincidieron,
aunque se separaron en la elección de carreras.
Andrés Alejandro quiere ser ingeniero civil
y Germán ingeniero mecánico. Si no están viviendo juntos en Medellín es porque uno
llegó primero y tuvo que conseguir habitación
urgente, pero le ayudó a negociar un cuarto
en el mismo edificio.
Así, como en el caso de Andrés y Germán,
se siente la hermandad entre los becados del
programa de las 10.000 becas del Gobierno en
EAFIT. Cuando se reúnen, se escuchan voces
con acentos diversos que hablan de cómo hacen
rendir el apoyo económico que reciben
para sostenimiento, de las horas de distancia
entre Medellín y el sitio de dónde vienen. Hablan,
por supuesto, de las materias con las que
más dificultades tienen, de las notas que han
sacado y cómo mejorarlas porque la excelencia
académica no tiene acento.