"¿Qué era itracker? ¡No tenía ni idea!, ni qué era eso de investigar al consumidor entendiendo su cerebro y sus respuestas fisiológicas”, dice la profesora que en la actualidad suma varias certificaciones en neuromarketing. ¡Ah!, eso sí, la inquietud se mantenía y ella seguía preguntándose: ¿qué otras metodologías podrían servir para transmitir el conocimiento? ¡Y clic! En una conferencia conoció a alguien que dijo que contaba con una certificación en Lego Serious Play. Indagó sobre el tema, consultó y la Universidad asintió, de ahí que hoy exhiba las cajas de Lego con los que desafía la “seriedad” de algunas personas de las organizaciones que, al principio, miran con recelo la actividad desarrollada con la profe.
Al certificarse en esta metodología, María José fue consciente del contacto que tenía con las empresas y pensó en cómo podía, con estos desafíos, afianzar el conocimiento que se requiere para conectar el cerebro con la acción. Afirma, por ejemplo, que está comprobado científicamente que cuando se construye y se verbaliza, el compromiso es mucho más fuerte. Ahora, a partir de los talleres, ha encontrado cómo hacer tangibles los problemas que están en el ambiente y en las organizaciones, lo que ha permitido visualizar acciones que no se han abordado y que se deben trabajar: “conecto una historia real de la organización con el ser”, subraya la profesora, quien al preguntársele por la niña que en algún momento fue, recuerda cómo jugaba con arcilla o con plastilina construyendo sus propios “Legos”, por lo que enfatiza en que esta metodología tiene mucho de lo que es ella.
¿Qué cómo comienza el ejercicio? O más qué eso, ¿cómo hace la profe para que mucha gente, ante una caja de Lego, reaccione? Sencillo, ¡armando un pato! Sí, un pato: en una bolsita hay seis piezas y toca armarlo según se crea que se ve mejor. ¿Posibilidades o versiones?
Pues, dos millones nos dice María José… ¡Y comienzan! Muchos se enamoran del pato, le toman foto, hasta que les llega la instrucción: ¡toca desbaratarlo! Pero tranquilos, luego, en equipo, el pato se arma una vez más. Y luego de romper el hielo, y de muchos quitarse la corbata y entender la dinámica del juego, viene la construcción y la conexión.
María José lo sabe y lo reitera: “el ejercicio termina en positivo y la invitación es a no mirar un árbol, sino el bosque”, todo esto en medio de piezas como arbolitos, figuritas y demás que hacen parte de este juego nacido en Dinamarca a mediados del siglo pasado y creado por un carpintero inconforme que, como muchas de las empresas que acuden donde esta eafitense en busca de soluciones, quiso zafarse de los “dolores” y emprendió a pesar de las dificultades. Lo han entendido organizaciones de servicios, energía, formación, productos para la jardinería, computación, tecnología, apuestas, consumo masivo y seguros, entre otros. Sí, representantes de estos sectores han hecho parte de los talleres y han terminado el ejercicio agradeciendo por permitir, de nuevo, el surgimiento de ese niño interior que curiosea, busca, es recursivo y se las ingenia.
No sorprenderse es perderle el chiste a la vida. De esto da fe María José Gaviria, una creadora que nunca ha dejado que la chispa se le escape. Igual que las piezas de Lego, la pasión de esta profe conecta problemas con soluciones mientras que en sus respuestas es inevitable que emerja y se asome, en todo momento, esa niña interior que aún pregunta y se cuestiona y, sobre todo, juega y lo hace posible.