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Somos 176 Skip Navigation Linksrapsodia-reivindicadora-del-error-una-vida-dedicada-a-la-creacion Rapsodia reivindicadora del error: una vida ​dedic​ada​​​​ a la creación

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Flórez, A. (1885). Ana Rosa (AR786.2 D683). Manuscrito y
archivo, Sala de Patrimonio Documental, Biblioteca de la
Universidad EAFIT, Medellín Colombia​​​​

​​​6​.

Nos equivo​​camos

A la equivocación no hay que temerle. Los errores nos incomodan pero, al tiempo, nos invitan a enfrentar los miedos, abrazar la imperfección y desarrollar resiliencia. 

Sí, reconocemos que nos equivocamos, pero es gracias a esas equivocaciones que descubrimos nuevas soluciones y adquirimos sabiduría. La excelencia no es perfección, la entendemos más bien como un proceso de aprendizaje con el que invocamos un propósito superior. 

Ana María Patiño Osorio es graduada de Música de EAFIT y fue nombrada directora asistente en la Orquesta Suisse Romande, una de las más destacadas de Europa. Con ella descubriremos que la vida misma es una pieza de creación y que la equivocación hace parte del camino. 

Y si no lo crees, piensa en esto: ¿Cuántas enmendaduras hace un músico en una partitura antes de llegar a un concierto?  ​

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Rapsodia reivindicadora del error: una vida
​dedic​ada​​​​ a la creación

Por:
Francy Sánchez, Luisa Posada y Manuel Gómez 

Obertura sognante

Allegro

Hagamos un ejercicio. Imaginemos que Ana ingresa a la sala de ensayo y abre la partitura de La Consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky, y se pone de pie frente a todos los músicos de la orquesta. Ahora pensemos en cómo les explica que esta obra se trata del rapto y el sacrificio pagano de una doncella al inicio de la primavera, quien debía bailar hasta su muerte para obtener la benevolencia de los dioses al comienzo de la nueva estación.

¿Será suficiente decirles que tocarán lento più mosso, tempo giusto, tranquillo sostenuto e

pesante, molto allegro o prestíssimo? ¿Los cronopios de Cortázar, el autor que ella tanto admira, le hablarán al oído a cada integrante de la orquesta para indicarle si debe tocar con más intensidad, con algún color en específico o si debe cambiar la velocidad con la que mueve el arco? ¿Cómo crear una obra nueva desde una partitura que ya existe?  

Hemos entrado al laboratorio de creación de Ana.   


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pesante, molto allegro o prestíssimo? ¿Los cronopios de Cortázar, el autor que ella tanto admira, le hablarán al oído a cada integrante de la orquesta para indicarle si debe tocar con más intensidad, con algún color en específico o si debe cambiar la velocidad con la que mueve el arco? ¿Cómo crear una obra nueva desde una partitura que ya existe?  

Hemos entrado al laboratorio de creación de Ana.   

Acto I: Despertar  

Alargando   

¿Qué imagen viene a la cabeza cuando uno se imagina a una directora de orquesta? ¿Acaso una persona vestida de forma elegante que está de pie en un estrado frente a muchos músicos dando indicaciones con una batuta en la mano, y con perfección, ímpetu y precisión? ¿Qué tal si desdibujamos esa imagen y pensamos en esa directora como una artesana que ve por primera vez una partitura y la asume como una materia prima que luego se convertirá en una obra completa? 

Eso se imaginó Ana María Patiño Osorio cuando entendió que el director de la banda sinfónica del municipio de La Unión, en el oriente antioqueño, hacía música moviendo las manos. Aunque en su familia no hubo músicos de profesión, la música sí estuvo presente en su vida desde muy temprana edad. Antes del director que mueve las manos, por sus recuerdos suenan melodías de Silvio Rodríguez y Mercedes Sosa en la voz de su padre que ambientaban las mañanas lluviosas que en su casa empezaban desde las 5:00 a.m. cuando él se levantaba a ordeñar sus vacas. 

Desde los cinco años se encontró con el saxofón como su vía de expresión, pero fueron esas “manos que hacían sonar la música”, como ella define su visión de lo que hace el director, las que, casi como una epifanía, definirían su rumbo académico y profesional. 

Pero antes de eso, sus primeros pasos los dio dirigiendo a sus propios amigos y descubriendo lo cómoda que se sentía en ese lugar, como si se tratara de algo que hubiera hecho hace muchos años. 



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Acto II: Caos 

Alla marcia

Listos los papeles, examen de admisión, audición, prueba específica, primera opción, segunda opción, requisitos. ¡No! No pasó. Otra universidad, otra vez pruebas, otros requisitos, posibilidades, financiación, becas. Un completo frenesí para llegar a su primera clase de pregrado en EAFIT y comenzar a estudiar día y noche fraseos, tonalidades y obras completas en saxofón.


Y con esa cadencia se movió por cuatro semestres mientras las lágrimas y la emoción desbordada la inundaban en cada ensayo y cada concierto de la Orquesta Sinfónica EAFIT, cuando veía a la maestra Cecilia Espinosa Arango mientras alzaba sus manos y guiaba a los músicos con los movimientos de su batuta.  ​


Era un recordatorio latente de que había otra vocación que la movía, y que llegó a un punto en que ya no pudo ignorar esa voz que le hablaba de un cambio de rumbo. El miedo, la incertidumbre, el tratar de evitar un error se hicieron presentes como nunca hasta que llegó ese día: “entré a una clase de dirección y nunca me fui”. 

Había llegado la hora de cambiar su énfasis en saxofón por el énfasis en dirección. Como en toda historia de vida, y en todo proceso creativo, somos lienzos, barro crudo, que no solo toma forma con nuestras propias decisiones, aciertos y desaciertos. También lo hacen con las manos de otras personas que aparecen para ser mentores, consejeros y referentes. Esas otras manos que aparecieron para Ana fueron las de la maestra Cecilia Espinosa y las del maestro Alejandro Posada.

Con Posada encontró el impulso para dirigir a sus compañeros de pregrado con la Sinfonía N° 1, de Mahler, en el Auditorio Fundadores, la obra con la que se niveló en su pregrado, la prueba de fuego para avanzar en una carrera contrarreloj para finalizarlo. 


Desde ahí, la vida se movió en prestissimo, por más oportunidades, nuevos miedos, más decisiones. Hacer la práctica en la Orquesta Filarmónica de Medellín, comenzar su maestría en la Universidad de Zúrich, vivir lejos y sola, dirigir Carmen en Meiningen (Alemania), atravesar una pandemia, volver a sus raíces en orquestas en la que había participado en el pasado, presentarse a una convocatoria, ser designada como directora asistente en la orquesta Suisse Romande, renovar para una segunda temporada.


Acto III: De la enmendadura como acto de creación 

Confuoco

 

Ana abre la partitura, el score, esa serie de hojas de papel que contienen ese código para muchos indescifrable que convierte el acto de frotar una cuerda, pulsar una tecla, exhalar a través de un tubo de metal o madera, o golpear 

una membrana, en una serie de vibraciones armónicas que convierten al fenómeno natural del sonido en la manifestación evocadora de sensaciones de la música.

Pero esa obra terminada, que escuchan cientos o miles en una sala de conciertos, tiene detrás un proceso de creación lleno de notas en lápiz que indican dónde hacer un énfasis, donde cambiar el ritmo, dónde alternar el estado de ánimo. Por eso, antes de cada montaje de una obra, Ana vuelve a enfrentar el miedo al error y su reivindicación como parte del proceso creativo.  

 

"Esos minutos antes del primer ensayo son los más estresantes, los más miedosos de la vida, incluso más que antes de dirigir el concierto. El concierto está lleno de realidades, pero en el primer ensayo se viven las expectativas. No sabes qué va a pasar. Es el momento en el que tú sabes si te preparaste lo suficiente, si te va a ir bien o no, si las cosas van a ser difíciles, si va a haber muchas tensiones, si el concierto va a salir muy bien o no", puntualiza.

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​​Y es justo ahí donde comienza la creación. Esas hojas en código son solo un ingrediente de la receta. Ana tiene la tarea de investigar sobre los hechos históricos que rodean esa obra, ese autor, encontrar conexiones con otras formas de expresión artística, como la literatura. Su trabajo es comprender la obra para hacerla comprensible a otras personas. Su misión es llegar con una visión, un lápiz y algunas notas en post-it para construir una nueva versión en conjunto con los músicos.

El laboratorio de Ana no tiene mecheros, tubos de ensayo o poleas. Tiene atriles, figuras narrativas, mentes estudiosas, años de experiencia, formas de vivir la música que le demandan suficiente rigurosidad para dar orientaciones precisas y suficiente flexibilidad para que la obra en ese auditorio sea el reflejo de una visión colectiva.

El resultado: ese score está ahora lleno de enmendaduras, tachones, rayas, símbolos, dibujos y hasta ecuaciones. Allí quedan las marcas de un proceso de experimentación, de ensayo y error, de un auténtico trabajo práctico en el laboratorio.  

Los músicos se convirtieron en protagonistas de la obra, se metieron de lleno en el papel de la doncella que buscaba ser salvada, se contagiaron del temor o de la gloria que corresponde a cada movimiento. Ahora son más humanos porque, al fin y al cabo, eso es la música, ¿no?

Una expresión sin fin del espíritu.

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Acto IV: Finale,
oda a la creación 

 

Risoluto

¿Cómo está ahora esa imagen que llega a la cabeza cuando se piensa en una directora de orquesta? ¿Ya está claro lo que implica contar la historia de la doncella? Esta es la historia de un recuerdo de la infancia, un pueblo, un amor a primera vista, una beca, mucha pasión, el miedo al error, la valentía de enfrentar la incertidumbre y un montón de rayones que terminan en el clímax de los aplausos y las lágrimas, para empezar de nuevo.   

¿Qué música inspira la creación de Ana?

 
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Elogio a la equivocación​​​​

“Yo prefiero tirarme al agua, equivocarme y luego iterar”. Así reivindica José Cardona, fundador y CEO Academy by PolygonUs, el derecho a equivocarse.

Gracias a On.going, conoceremos la historia de uno de sus proyectos inconclusos y cómo este fue la semilla para avanzar.​​

o de sus proyectos inconclusos y cómo este fue la semilla para avanzar.  

Rapsodia reivindicadora del error: una vida ​dedic​ada​​​​ a la creación