Estamos sentados uno frente al otro, tú, querido lector y yo, la escritora. Me preguntas por aquello que no puedo responder: “¿Cómo debería escribirse un microrrelato?”, y digo: “De deber, una sola forma; pero de haber, muchas”. Me acerco un poco más, leo unos apuntes y afirmo: “Para empezar a escribir quítate los zapatos, que el alma entre en contacto directo con el mundo, la materialidad. Es decir, primero debemos encontrar los recursos para poder escribir. Imagina aquella actividad en la cual el alma pueda correr y pósate ahí: en mi caso, estoy buceando. Para mí, escribir un microrrelato es como bucear: si quieres ver las mejores especies marinas debes ir a lo profundo”. En el microrrelato, debido a su corta extensión, las oraciones, las palabras, los adjetivos deben ser muy bien escogidos, no se encuentran en la superficie, sino que hay que ir a lo hondo, allí donde hay mayor variedad de peces, de anémonas, de plantas marinas, de tiburones. “Explora el lugar que hayas imaginado, encuentra lo que te atrae del lugar”.
“Una vez que tengas esas cosas que te gustaron, puedes empezar a unirlas, a conectarlas”. La coherencia en estos casos se deja un poco de lado y la creatividad irrumpe. Por ahí dicen los expertos que en el ejercicio de la escritura hay que aprender a fluir, que los pensamientos locos lleguen, nos invadan.
Una historia puede contarse de mil maneras, el microrrelato se presta para esas mil formas de contar algo. Lo crucial en este género son los puntos de giro. Algunos lo llaman mutaciones: son palabras clave que cambian totalmente la historia, cambian el rumbo. “Para entender un poco más este punto, te invito a salir de tu casa sin ningún plan, sal por un café, lee un poema, recorre las calles de tu ciudad, deja que la vida te muestre y al final del día siéntate a escribir lo que hayas hecho y conocerás los puntos de giro”.
El título debe ser el abrebocas, y el final, la dinamita. Un último consejo: “no le des todo al lector, deja que él hile solo. El microrrelato es el género que más lento se lee, la extensión puede engañar”.