El campus en la ciudad: el mejor libro de la biblioteca
El campus debe ser para los estudiantes ese mundo donde las cosas son más intensas, la ficción donde todo es más bello, incluso la monotonía. Nunca querremos irnos de él, cerrar ese libro, porque eso sería conformarnos con masticar el mundo de la realidad y no el de las promesas.
La poesía no da de comer, la poesía es la comida
La educación debe cocinar la verdad, enseñar la belleza, porque el arte y las ficciones enaltecen al ser humano, le hacen trascender su mera existencia hasta que su vida valga más la pena. La formación auténtica es aquella que forja el espíritu, que se confunde con la vida misma ¿una carrera para ser útiles? No, una cosa no es útil si no es bella.
El bufón del poder
porque entre voces oficiales y alaridos de autoridad, la universidad debe ser un payaso: que todo lo voltea, que nada se guarda, que todo hace chiste ¡Así que burlémonos! de la corrección política y los dogmas, de las ideologías ocultas y las creencias objetivas. La universidad, antes que otra cosa, debe ser contracultura.
La universidad: La nueva iglesia
Pues la duda es nuestra cruzada, la contradicción doctrina y la clase, nuestra plena eucaristía. La universidad está llamada a revivir la fe, a devolvernos las promesas. La universidad será el faro.
Nos damos la mano porque estamos solos
Lo mejor de la universidad es estar fuera de clase: a la universidad se va para hacer amigos. Hace falta que entre estudiantes nos tendamos la mano; manos que hacen textos y cuentan unidades, manos unidas que cierren la distancia hacia nuestros sueños.