Equipo del pregrado en Literatura de EAFIT
“Las facultades han olvidado que el papel de una universidad no es producir asalariados sino producir ciudadanos. Gracias por esta intención de producir más ciudadanos en Colombia" : Juan Gabriel Vásquez.
Es común que al pensar en el estudio de la literatura –y, en general, de las humanidades– como alternativa para cursar una carrera académica, o como opción para el desempeño profesional, se abra el debate sobre la utilidad de este tipo de saberes: ¿Por qué estudiar literatura? ¿Para qué estudiar literatura? Pues bien, hace más de 20 años, EAFIT inició su apuesta en estas áreas del conocimiento, camino en el que, entre otros importantes pasos, se han abierto las maestrías en Escrituras Creativas, en Hermenéutica Literaria y el doctorado en Humanidades, que cuenta con una línea de investigación en arte y literatura.
El logro más reciente de la trayectoria de las Humanidades en EAFIT fue la apertura del pregrado en Literatura, a finales de 2017, programa que fue inaugurado con la conferencia Viajes con un mapa en blanco: la novela como viaje a lo desconocido, a cargo de los escritores Juan Gabriel Vásquez y Pablo Montoya. Justamente, esa conversación –donde el segundo se ubicó como entrevistador del primero–, más allá de profundizar sobre la configuración y la historia del género de la novela, reveló claves para dar respuestas al escepticismo en torno a la utilidad del saber humanístico en contextos como el colombiano: el estudio de la literatura es, en últimas, una aproximación a la vida misma.
De hecho, la intervención de Vásquez inició, precisamente, con la idea de proyectar el acontecimiento de apertura de un pregrado en Literatura como una ventana a través de la cual se intenta comprender el mundo. En una actualidad donde la tendencia en Europa y en otras regiones del mundo se orienta, cada vez con más constancia, a cerrar facultades de humanidades, Vásquez celebró el hecho de haber sido invitado a hacer parte del nacimiento de un programa de literatura: “Las facultades han olvidado que el papel de una universidad no es producir asalariados sino producir ciudadanos. Gracias por esta intención de producir más ciudadanos en Colombia”. Hoy se lamenta la desaparición de dichas “ventanas”, agregó, particularmente cuando se evidencian las malas elecciones de los votantes o la enorme influencia que sobre ellos tienen las redes sociales y los discursos populistas.
Y es que la literatura es para Vásquez una forma de exploración y conocimiento imprescindible y urgente, que, en su caso particular, se manifiesta a partir de la novela: “Las sigo leyendo y escribiendo bajo la impresión ineludible de que son la única manera que tenemos de saber plenamente lo que somos como seres humanos”.
Movido por las preguntas
Más que las certezas sobre el conocimiento de determinada materia, son las preguntas o la incertidumbre las que impulsan a Juan Gabriel Vásquez a escribir. Frente a sus inquietudes alrededor de la situación actual en Colombia y la preocupación que experimentaba al sentir que no entendía realmente la historia colectiva de su país, Vásquez reveló que el novelista “escribe porque no entiende, porque duda, no tiene certidumbres, porque ignora, no tiene conocimientos, y la novela es ese viaje a lugares desconocidos en que el novelista vuelve para contarnos lo que hay en ellos. Siempre, toda gran novela, dice algo sobre la condición humana que nadie más hubiera podido decir”.
Por esta razón, Vásquez reconoce que parte de la lista de autores que más lo han influenciado se construye a partir de aquellos que trabajan desde el sentimiento de extrañeza, del desplazamiento, rasgo que marca, incluso, la tradición de la literatura latinoamericana: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, escrita en México; La casa verde, de Mario Vargas Llosa, escrita en París; Terranostra, de Carlos Fuentes, escrita entre Washington y Londres.
Para Vásquez, el oficio literario no puede nunca concebirse como algo separado de lo que convoca en determinado momento a la humanidad. Toda literatura es directa o indirectamente un comentario sobre preocupaciones que se comparten, siempre actuales. De ahí que considere la novela como una herramienta efectiva al afrontar problemas coyunturales para un país, como puede serlo la paz para Colombia: “Frente a lo que nos ha pasado como país en los últimos años, he llegado a pensar que una de las cosas más difíciles a las que nos enfrentamos en los últimos cinco años y que no hemos sabido llevar a un buen puerto es una conversación entre todos sobre nuestro relato”.
La literatura sería entonces, dice Vásquez, ese espacio donde todos los relatos privados, íntimos e individuales se filtran para abrir otro espacio mayor donde todos puedan ser válidos al mismo tiempo.
En el caso de Colombia, este relato es la versión que configura cada uno sobre los últimos 50 años de una guerra que se está tratando de acabar, pues cada persona, desde su óptica, y desde su papel dentro del conflicto, puede describirlo y nombrarlo de diferente manera: “Estos años son un relato si lo cuenta una víctima de la guerra, de la guerrilla, una víctima del paramilitarismo, son otro relato si lo cuenta un hombre del campo, son un relato muy distinto si lo cuenta un hombre de nuestras grandes ciudades”.
El gran reto de la sociedad actual es enfrentarse, justamente, a ese momento en que se percibe que esos relatos sobre la vida de las personas son, muchas veces, opuestos o contradictorios. Y la idea, dice Vásquez, es tratar de entender que muchos relatos distintos pueden convivir con igual validez, como ocurre en los textos literarios: “Esa es una de las cosas que yo pienso que estamos negociando como país y que son definitivas para lo que se nos viene en el futuro”.
Además de la conciliación sobre la convivencia entre los relatos, la literatura permite la apertura de una instancia donde toda la diversidad de relatos pueda salir a la luz y no hundirse en el olvido. Si bien la historia cuenta un relato que es visible para la sociedad y su futuro, hay muchos pequeños relatos que suelen perderse en el pasado. De esto también se ocupa la ficción, que rescata, a través de mundos posibles, esas otras historias que, como sociedad, no se pueden perder o desconocer.
La literatura sería entonces, dice Vásquez, ese espacio donde todos los relatos privados, íntimos e individuales se filtran para abrir otro espacio mayor donde todos puedan ser válidos al mismo tiempo.
Figuras tutelares para Juan Gabriel Vásquez
Viajes con un mapa en blanco: la novela como viaje a lo desconocido, el último libro de ensayos de Juan Gabriel Vásquez, es un compendio de reflexiones que elabora sobre diversas novelas de la tradición literaria. En su conversación con Pablo Montoya, Vásquez reveló que autores como Fiódor Dostoievski, León Tolstoi y Joseph Conrad, entre otros tantos que han sido artífices del dibujo del mapa de la escritura novelística, han sido imprescindibles en su obra (de hecho, confesó haber leído más de 10 veces El corazón de las tinieblas).
Así mismo, dio detalles de cómo asume lo que podría denominarse como la influencia de la obra de un escritor en otro: “Yo creo que los novelistas vamos buscando dos tipos de influencias: hay una influencia que marca nuestra manera de entender el hecho literario, por qué escribimos novelas, por qué las leemos, qué nos da la novela como escritores y como lectores que no nos da otro género y, a través de la lectura de ciertos escritores que se vuelven importantes para nosotros, vamos perfilando una manera de entender el oficio, una poética del novelista. Y luego está la otra influencia, aquella que actúa sobre nuestra manera de hacer las cosas: la influencia que marca o moldea nuestras decisiones técnicas, nuestras decisiones estéticas”.
¿Por qué estudiar Literatura?
Hay muchas razones para estudiar Literatura. Los libros ―más allá de que alimentasen en exceso la fantasía errabunda de Don Quijote, amenazaran la salud de los lectores de El joven Werther o, en fin, fuesen los responsables de la frustración marital y extramarital de Emma Bovary― son, por lo general, una buena compañía en el paso por este mundo.
Leerlos, crearlos, editarlos: pocos oficios permiten apasionarse tan lúcidamente. Baste mencionar, si no, solo dos momentos connaturales a la ocupación juiciosa con la literatura: el descubrimiento de las infinitas posibilidades del lenguaje y el sutil incremento de las facultades de la imaginación. Quien se dedica a estudiar las creaciones literarias desarrolla la sensibilidad por el lenguaje.
Esto supone la aguzadura del oído crítico ante el bombardeo contemporáneo (y no siempre bienintencionado) de producciones textuales, pero también el afinamiento para articular de manera más diferenciada y más rica la experiencia del mundo, de los otros y de sí mismo. Además, el encuentro con la literatura cultiva la imaginación. Imaginar es la facultad de integrar al propio universo anímico personajes, situaciones, tiempos y espacios que no pertenecen al entorno inmediato de la propia experiencia. Quien sabe imaginar ―y quien sabe articular esa imaginación― tiene ante sí un horizonte inagotable.
Perfil del egresado de Literatura en EAFIT
El texto escrito no es una persona, pero por detrás de cualquier texto que se encuentra en la vida cotidiana se imagina a una o más personas. Puede tratarse de un mensaje en el teléfono, un artículo en un periódico, un contenido en un portal-web o en un libro; siempre la producción, circulación y recepción de textos implica un multifacético intercambio de informaciones y experiencias entre personas que supera barreras geográficas y temporales.
Estudiar Literatura es querer reflexionar a fondo sobre la manera como el lenguaje persiste como ese punto de encuentro con el concepto de humanidad; es sentir curiosidad por la forma como son labrados los caminos que permiten que los textos circulen y hagan que las personas se encuentren sin importar en dónde se esté. Un estudiante de Literatura aprende que hace parte de una tarea colectiva en la cual lectores, autores, profesores, traductores, críticos y editores se empeñan en mantener un diálogo actual, vivaz y transformador.
El pregrado en Literatura de EAFIT ofrece herramientas a sus estudiantes para actuar de forma profesional en cada una de las esferas participativas de dicha tarea. Además de poner al estudiante en contacto con tradiciones de producción escrita que se han desarrollado desde la antigüedad clásica hasta estos días, fomentando sus habilidades como lectores y escritores avezados, el pregrado ofrece tres espacios de énfasis académicos: en Escrituras Creativas, Hermenéutica y Edición, en los cuales son desarrolladas habilidades específicas asociadas a los ramos de la lectura crítica, la edición de textos en formatos digitales y físicos, y el trabajo de producción autoral y artística.