El frío de la ciudad parece agudizarse tras cruzar el umbral del Centro de Artes de EAFIT. En el ambiente se cuela un perfume floral —tal vez emanado por algún espectador, o concebido como parte de la escena— y la música de espiritismo resuena, en vivo, recreada por Fernando Sierra Rodríguez, vocalista de la agrupación Estados Alterados y bisnieto de Horacio Marino Rodríguez Márquez (1866-1931), en la réplica de La radio de espíritus, inventada por Nikola Tesla, como en un ritual de chamanes.
En el balcón de la sala irrumpe una mujer con una danza sutil, fantasmagórica, como un guiño a la muerte que conforma la exposición Piedra, papel y tijera: los espíritus de las fotografías. Y es que recorrer los tres momentos de la muestra es estar frente a objetos, imágenes, libros y personajes que son el reflejo de un encuentro entre el arte y el espiritismo, vivenciado en Medellín desde finales del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX.
De acuerdo con Juan Camilo Escobar Villegas, docente del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de EAFIT, e investigador y curador de la exposición, esta iniciativa, de la que participó Juan Luis Mejía Arango, rector de la Universidad, empezó a trabajar a Horacio Marino Rodríguez Márquez como fotógrafo, pero cuando se avanzó en la investigación se encontró una vida muy polifacética.
Hacer esa reconstrucción significó una indagación en sus facetas como tallador de lápidas, fotógrafo, profesor y constructor, así como en las relaciones con su familia y círculos de amigos. También fue toparse con otros hallazgos, expuestos hoy en el Centro de Artes de EAFIT a lo largo de las tres secciones, en los que se revela un aspecto diferente de su vida y obra.
“Horacio Marino era el hermano mayor de Luis Melitón Rodríguez Márquez, quien ha sido muy reconocido como fotógrafo y, al lado de la actividad fotográfica, encontramos que también trabajó como tallador de lápidas en el Cementerio San Pedro, con su padre; dedicó buen tiempo a aprender a pintar, y fue ilustrador, no solo en revistas sino también en obras que hoy están en las colecciones familiares”, relata Escobar.
En ese camino también descubrieron algo que, aunque conocido, fue enfatizado en la investigación: su actividad como constructor, arquitecto e ingeniero. En medio de eso se dieron cuenta de que, además, había sido maestro en la Escuela de Minas, en donde enseñó materias relacionadas con esas disciplinas, y en la Escuela de Artes y Oficios.
“Encontramos a un hombre muy polifacético e ilustrado de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX que, de manera autodidacta, se forjó como fotógrafo, pintor y arquitecto. Sus estudios formales solamente se hicieron hasta el bachillerato y no tenemos un diploma, pero sí registros como estudiante, entre los 14 y los 18 años, en el Colegio de la Universidad de Antioquia”, apunta Juan Camilo.
“Fotografiar los muertos ha sido común en diferentes lugares del mundo. No es extraño, sino un momento de dolor que también se registra para mantener más cerca la memoria del difunto”, Juan Camilo Escobar Villegas, profesor de EAFIT.
Desentrañar esos años de historia, ocultos entre fotos familiares; conservados en archivos de bibliotecas; plasmados en obras arquitectónicas y en lápidas del Cementerio San Pedro, o recordados en la memoria de parientes, amigos y expertos fue el recorrido que emprendieron, durante cuatro años —desde 2015— investigadores y académicos de diferentes instituciones como EAFIT, la Universidad de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, liderados por Escobar Villegas, doctor en Historia y Civilizaciones de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (Francia).
“EAFIT se ha interesado, desde hace varios años, por rescatar a personajes claves en la historia de la fotografía colombiana y antioqueña. Rodríguez es uno de ellos, y vivió desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX. Creó una obra personal, no solo a partir de la fotografía sino de la arquitectura, el diseño y la escultura”, refiere Juan Antonio Agudelo Vásquez, coordinador de Extensión Cultural de la Institución.
León Sierra Rodríguez, nieto de Melitón Rodríguez Márquez, percibe el legado de Horacio Marino como algo maravilloso, que cuenta con la fortuna de conservarse. Sus recuerdos sobre Horacio los logró construir solo hasta los cinco años, momento en que él murió pero, aun así, creció con la imagen de sus tíos maternos dedicados a lo que quedó de Fotografía Rodríguez, hasta que la Biblioteca Pública Piloto recogió toda la obra.
Entre tanto, Gloria María Rodríguez Santamaría, descendiente de Ricardo Rodríguez Roldán, hermano de Melitón Rodríguez Roldán, recuerda que cuando era niña se decía que Horacio Rodríguez era un arquitecto muy importante, y le mostraban algunos edificios en el centro.
“El significado de esta exposición es recabar y reconocer toda la importancia que tuvo la familia y, en concreto, este personaje, en la cultura y la vida de Medellín, de Antioquia y del país. Me parece muy importante el esfuerzo de la Universidad por mostrar a la ciudad estos personajes que son muy desconocidos para la mayor parte de la gente, inclusive para la misma familia”, expresa Gloria.
“En la familia, el espiritismo era una de las cosas de las que se hablaba bajito, pero después me di cuenta de que había mucha gente espiritista para descubrir lo que no tenía explicación racional”, Gloria María Rodríguez Santamaría, pariente de Horacio Marino Rodríguez.
La investigación
En cuanto al proceso de indagación y recolección de las más de 270 piezas instaladas, como objetos personales, fotografías, libros, pinturas y manuscritos, Juan Camilo Escobar dice que hubo una búsqueda en los archivos más importantes de Medellín: Biblioteca Pública Piloto, Sala de Patrimonio Documental de EAFIT, Sala de Patrimonio Documental de la Universidad de Antioquia, y varias salas de prensa, donde se recurrió a información relacionada con la publicidad que hacía Horacio Marino como dibujante, fotógrafo y arquitecto.
Otro gran recurso documental fue la obtención de los archivos familiares de Horacio Marino, a partir de la estrategia de invitación a sus familiares a un encuentro en EAFIT, donde se logró reunir, durante una tarde, a más de 60 personas, para compartir no solo la memoria familiar, en relación con este personaje y otros de su círculo intelectual y artístico, sino también aportar piezas concretas, como fotos, cartas, objetos y libros.
“Por ejemplo, uno de los descendientes tenía los libros de fotografía en francés en los que Horacio Marino aprendió fotografía. Otro pariente conservaba los libros en los que él estudió arquitectura y técnicas de construcción. Aparecieron cosas muy bellas, como cuadros y pinturas que hoy están expuestas en las salas”, enuncia el docente.
“Yo me encontré un plano en internet y reconstruí la máquina diseñada por Nicola Tesla, a finales del siglo XIX, con que pensaron que se iban a poder comunicar con espíritus”, Fernando Sierra Rodríguez, bisnieto de Horacio Marino Rodríguez.
Otro de los elementos sorprendentes con el que se toparon los investigadores fue, según Juan Camilo, descubrir la parte artística de Horacio, como pintor y dibujante, en los archivos familiares, donde se encontraron cuadros, acuarelas y dibujos.
“En la colección del Museo de Antioquia resultó una acuarela y carboncillo sobre la crucifixión de Jesucristo en el calvario, con los dos guerrilleros de la época, miembros de los zelotes. Fue muy importante encontrarla para exponerla por primera vez”, menciona el curador.
Así mismo, descubrieron cartas como la escrita en 1889 por Melitón Rodríguez Roldán —padre de Horacio y de Luis Melitón—, al obispo de Medellín, Bernardo Herrera Restrepo, en la que le pide la absolución de una sanción que les impedía comerciar y entablar relaciones sociales por practicar las doctrinas espiritistas.
Los cuadernos de estudio de medicina y manuscritos (hacia 1855 y 1870) de Ricardo Rodríguez Roldán, tío de Horacio, quien fue un médico muy importante en la difusión del conocimiento en la segunda mitad del Siglo XIX, también reposan en archivos de sus descendientes, en particular de Rafael Rodríguez Santamaría.
Fernando Sierra Rodríguez, vocalista de la agrupación Estados Alterados y bisnieto de Horacio Marino Rodríguez Márquez, quien aportó a la investigación, comenta que no fue fácil encontrar la información y reconstruir las historias, debido a que su familia no es muy dada a guardar objetos.
“Mis familiares tomaron fotografía pero no se quedaron con eso: investigaron fotograbado, ampliación y muchas vertientes de las artes gráficas, y yo me siento heredero de esa tradición, porque más que músico soy investigador”, Fernando Sierra Rodríguez, bisnieto de Horacio Rodríguez.
“Afortunadamente, está el archivo fotográfico que es una joya histórica muy bien conservada y, por mi parte, me contacté por redes sociales con familiares que no conozco personalmente, pero con quienes tengo antepasados en común, y ellos sí han guardado cosas”, precisa.
No obstante, en palabras de Juan Camilo, todavía hay algunos aspectos que están por seguir desarrollándose e investigándose, relacionados con algunas historias que aparecieron a través de Horacio, como un apartado referente a la difusión del espiritismo en Medellín, a finales del siglo XIX.
“Hay un capítulo muy importante en el Cementerio San Pedro sobre la historia del cementerio laico o del cementerio libre, que era un lugar donde enterraban a la gente no católica o que estaba sancionada por la Iglesia católica, como los espiritistas, los masones, los protestantes, los suicidas y los liberales radicales, que fueron enterrados de otra manera. Ese par de capítulos han sido difíciles de documentar”, sostiene.
A estos pendientes se suman, en su concepto, algunas otras historias que quisieran conseguir, relacionadas con los familiares. Por ejemplo, no se tienen fotos de dos tíos de Horacio Marino, y no se sabe cómo eran; ni de las hermanas de María Cano, también familiares suyos, quienes fueron muy importantes en la difusión de las ideas.
“Cuando murió Mercedes Márquez Cano, la mamá de Horacio Marino, Fidel Cano, el fundador del periódico El Espectador, escribió un obituario sobre ella diciendo que había sido escritora y publicado textos en Colombia y España. Esos escritos no los hemos encontrado. Ejemplos como esos muestran que todavía hay mucho trabajo por hacer”, asegura el investigador.
Un viaje al pasado
Quienes visiten el Centro de Artes podrán adentrarse en un recorrido histórico que empieza en una de las salas, donde se hace una narrativa fotográfica de la familia de Horacio Rodríguez y de personajes con quienes tuvieron afinidades intelectuales: Fidel Cano, Luis De Greiff, Pastor Restrepo, Gonzalo Gaviria y Emiliano Mejía.
En la segunda sala, la inclinación de la familia Rodríguez por la práctica del espiritismo sale a la luz, a través de libros, cartas, textos, fotografías e intervenciones de artistas contemporáneos alusivas a este tema, a lo que se suman secciones como Errores de laboratorio o presencias desencarnadas, donde se da cuenta del uso de técnicas y trucos empleados por los fotógrafos de la época para hacer ver como espíritus a las personas.
“Esta fue una experiencia que tuvo la familia Rodríguez Márquez en particular, conformada por Melitón Rodríguez Roldán y Mercedes Márquez Cano, quienes fueron practicantes, lectores y escritores de espiritismo, y estuvieron sancionados por esas prácticas. Entonces habernos encontrado ese capítulo nos motivó a investigar sobre el tema de tal manera que se pudiera comprender mejor la difusión de las ideas en particular, a través de estas creencias”, manifiesta el curador.
La riqueza de la obra fotográfica de Horacio Marino, donde se consideraron fotos del archivo de la Biblioteca Pública Piloto, se puede apreciar en la sala central, acompañada por documentos como la escritura de fundación de la Fotografía Rodríguez, donde se cuenta que él fue el precursor de esta sociedad, creada en 1891, denominada Rodríguez y Jaramillo, a la que su hermano Melitón Rodríguez dio continuidad.
“Todas las fotos tomadas por Fotografía Rodríguez, entre 1889 y 1900, suman cerca de 12 mil, de las que escogimos 200 que están en la sala central. Los negativos con esa fecha se le adjudicaron a Horacio Marino, aunque habían estado inicialmente asociados a su hermano Melitón, de manera imprecisa, porque Horacio era el principal fotógrafo en ese momento”, afirma el investigador.
Pero, además de EAFIT, la muestra se puede apreciar en otros siete espacios culturales de Medellín, al ser concebida como programa expositivo de ciudad. Uno de esos lugares es la Estación Medellín (centro de la ciudad), de la Fundación Ferrocarril de Antioquia, cuya exposición, curada por Luis Fernando González Escobar, se enfoca en mostrar el legado estético de Horacio Rodríguez, a través de la puesta en escena de artistas contemporáneos sobre las técnicas de construcción planteadas por él en El libro del constructor.
En el claustro de Comfama hay otra sala dedicada a la estética arquitectónica desarrollada con sus hijos a través de su oficina HM Rodríguez, fundada oficialmente en 1919 pero que existió hasta finales del siglo XX. Y en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia se muestra su papel como maestro de la Escuela de Minas; la Normal de Señoritas y de Varones, y la Escuela de Artes y Maquinaria, antes Escuela de Artes y Oficios.
La Biblioteca Pública Piloto fue el lugar escogido para dar cuenta de sus técnicas descritas en 18 lecciones sobre fotografía, libro publicado en 1897, en el que describe unas fórmulas para hacer diferentes clases de imágenes, y donde fueron invitados algunos fotógrafos contemporáneos para realizar ese tipo de técnicas.
La sala del Cementerio Museo San Pedro hace honor no solo a Horacio Rodríguez en su primer trabajo como tallador de lápidas, con su padre, sino a su círculo familiar, quienes se desempeñaron en lo que se conocía como una agencia de pompas fúnebres, donde había un lugar de socialización intelectual, visitado por pintores, fotógrafos, escritores y espiritistas.
Finalmente, en el Museo de Antioquia, se instaló una sala dedicada a Horacio Rodríguez como artista, pintor, dibujante, fotograbador e intelectual, y como pionero, junto a Luis de Greiff, padre del poeta León de Greiff, de la primera revista ilustrada en Medellín: Repertorio.
Además de esas siete salas, el programa expositivo incluye dos rutas que inician en la Plazuela de San Ignacio —el Paraninfo de la Universidad y el claustro de Comfama— cada una con un recorrido por 10 edificaciones construidas por la oficina de arquitectura HM Rodríguez e hijos, como el Palacio Egipcio, el edificio de Bellas Artes o el Palacio Nacional, con diálogos sobre cómo se hicieron, su técnica, y la función que cumplieron.