Ser razonable y ponerse en el lugar del otro, la argumentación según la edad de una persona, la importancia de esta teoría en la actualidad o profesores “conversos” que al pasar de una disciplina a otra avanzaron de un siglo a otro. Temas como estos surgieron de la conversación que dos profesores de EAFIT entablaron con dos de los asistentes al primer Congreso Iberoamericano de Argumentación —que se desarrolló en la Universidad en agosto de 2019— y en el que se trataron temas como lógica, retórica, dialéctica y otras líneas temáticas de la argumentación. Cristián Santibáñez y Hubert Marraud plasman en estos diálogos posturas interesantes sobre las tendencias, precisamente, de la argumentación que, como es ilustrado por parte de uno de los académicos, es el fenómeno más importante de la práctica humana.
Cristián Santibáñez, profesor asociado de la Universidad Católica de la San- tísima Concepción en Chile.
Foto: Róbinson Henao
Ponerse en el lugar del otro
Ser razonable es ponerse en el lugar del otro, tener una disposición a ser cooperativo con miras a resolver esa diferencia de opinión
De un lado está Cristián Santibáñez, profesor asociado de la Universidad Católica de la Santísima Concepción en Chile e investigador de teoría de la argumentación, y quien rescata la argumentación como el fenómeno más importante de la práctica humana y su utilidad para construir una ciudadanía más abierta. En esta conversación con Alejandro Vallejo pretende darle luces al público y abrirle su interés por la argumentación, y por los estudios del discurso y de la deliberación.
Algo que llama mucho la atención, leyendo sobre su ponencia, es el significado de ser razonable, ¿cómo se podría definir el ser razonable?
Lo primero que diría respecto a esa pregunta es que requiere, de la persona, la capacidad o la intención de ponerse en el lugar del otro o de la otra. Ser razonable significa, en términos generales, asumir o tener una disposición a cooperar en el marco de una diferencia de opinión, de una controversia. Si yo me encuentro con alguien con quien tengo una diferencia de opinión y estamos Ponerse en el lugar del otro genuinamente interesados en resolver esa diferencia, ser razonable en esa situación significa, por ejemplo, ser cooperativo a través del tipo de lenguaje que utilizo para que el otro entienda lo que yo quiero comunicar. Si yo uso un lenguaje intricado, estoy obstaculizando las posibilidades de resolver esa diferencia de opinión. Ser razonable es ponerse en el lugar del otro, tener una disposición a ser cooperativo con miras a resolver esa diferencia de opinión.
No utilizo la palabra racional, porque tiene un sentido más estricto o acotado que tiene que ver con estructurar el argumento de una forma en que la conclusión se deriva, necesariamente, de las premisas, pero eso es demasiado técnico y no siempre resulta ser así. Entonces la razonabilidad tiene que ver, primero, con estar abierto al otro, empatizar con el otro y de, genuinamente, querer resolver la diferencia de opinión; y, en segundo lugar, no ser intricado en el lenguaje, utilizar estrategias que el otro puede comprender y seguir para que todas las dudas que la otra persona tenga se puedan expresar. Muchas veces los conflictos en la sociedad no se pueden resolver porque las personas no tienen el tiempo y las posibilidades de expresar su punto de vista, o el que duda de ti no tiene la posibilidad de expresar totalmente las dudas que tiene de lo que tú piensas.
"Nosotros sabemos, cuando estamos discutiendo con alguien, que la otra persona ha dado un argumento lo suficientemente bueno y debemos ser honestos para admitir que tiene razón. El problema es que aquí no existe el hábito cultural para reconocer que el otro tenía razón", Cristián Santibáñez.
Con lo que afirma sobre ponerse en el lugar del otro, de entenderlo a través del lenguaje, quisiera que se refiriera a la conclusión a la que llega en cuanto a la argumentación según la edad, y es que no hay muchas diferencias en la argumentación entre personas jóvenes o con mayor edad.
Es decir, que se puede deliberar sin importar la diferencia de edad. Lo primero que hay que decir es que la argumentación, como cualquier fenómeno humano, es multidimensional. Como cualquier otra facultad, como hablar o narrar, por ejemplo, compromete desde fenómenos biológicos básicos como emociones, hasta cuestiones de carácter intencional. Como ocurre con cualquier otra competencia humana, en el crecimiento normal de una persona, las competencias se van desarrollando lentamente, como pasa con el lenguaje. Entonces, para acercarse adecuadamente a la argumentación es necesario distinguir tramos etarios. No es lo mismo el comienzo de la argumentación en un niño pequeño y el deterioro normal producto del envejecimiento que afecta todas las facultades.
Los resultados de la investigación empírica presentan que la facultad argumentativa en adultos mayores a partir de los 65 años de edad no es distinta a la de un adulto joven. Así que la calidad de la argumentación no mengua con el paso a la vejez, lo que sucede es que este paso genera en los adultos mayores una necesidad de ser selectivos, por lo que prefieren no argumentar todas las cosas a diferencia de nosotros que argumentamos en toda discusión. Ellos eligen con mayor cuidado la discusión a atender para evitar gastos de energía y cuando deciden participar del proceso argumentativo, la calidad de su argumentación es igual a la de un adulto joven.
Por lo tanto, la diferencia no se encuentra en la calidad sino en la autoprotección, que tiene que ver con la situación del cuerpo humano y su deterioro. Esta selección que hacen con la argumentación es similar a la selección de alimentos cuando se es viejo. Una analogía para ejemplificar: antes iba a todas las fiestas y bailaba bien, ahora voy a algunas fiestas, pero sigo bailando bien. Esto pasa con la argumentación: aún se argumenta bien, pero se argumenta menos.
¿Cuándo se debería terminar una discusión? Eso tiene que ver con la razonabilidad.
Eso tiene que ver con la razonabilidad. Nosotros sabemos, cuando estamos discutiendo con alguien, que la otra persona ha dado un argumento lo suficientemente bueno y debemos ser honestos para admitir que tiene razón. El problema es que aquí no existe el hábito cultural para reconocer que el otro tenía razón. Ahí juega un rol importante la educación, tenemos que educarnos en el hábito de cambiar nuestro punto de vista cuando recibimos buenas razones. Por eso es importante la argumentación. Porque cuando yo argumento bien, la persona que me escucha toma ese punto de vista como propio.
¿Por qué es importante la teoría de la argumentación?
La argumentación es, para mí, el fenómeno más importante de la práctica humana, porque involucra todas las dimensiones importantes de la actividad humana: biológicas, sociales, económica… Además, saber argumentar adecuadamente va a generar una mejor sociedad, mejores grupos, entendimiento más fluido, posibilidad de tomar decisiones más rápidas y una ciudadanía más abierta a la diferencia. Conocer la teoría de la argumentación es una forma de educarse en contra del dogmatismo, de la polarización social y de la dicotomía.
Hubert Marraud, doctor en Filosofía.
Foto: Róbinson Henao
De la lógica a la argumentación
Por su parte, Hubert Marraud, doctor en Filosofía, investigador de la teoría de la argumentación y quien se autodenomina converso, compartió su punto de vista con el profesor Julder Gómez, de la Escuela de Humanidades de EAFIT.
Profesor Marraud, quisiera preguntarle por su campo de estudios y su trayectoria…
Empiezo por describir el campo de estudios. La teoría de la argumentación es un campo emergente e interdisciplinar en el que confluyen muchas disciplinas distintas. Confluye, por un lado, la filosofía, y tanto la lógica como la epistemología, pero también la lingüística. En particular el análisis del discurso, la psicología del razonamiento, los estudios de comunicación…
Entonces es un campo que está presente en muchos estudios en el que se unen hilos o direcciones, y eso, en parte, hace que sea muy interesante y muy estimulante en el que podemos colaborar muchos con muchas perspectivas distintas. Y, por otro lado, hace que su reconocimiento institucional sea más difícil, porque está en todas partes y, a veces, pasa que al estar en todas partes, no está De la lógica a la argumentación exactamente en ninguna. Esto es un poco por lo que respecta a los estudios de argumentación que, como vemos, es un campo emergente que va creciendo en todas partes y, en particular ya que vengo con motivo de un Congreso de Argumentación en EAFIT, este es uno de los lugares en los que ha crecido notablemente la calidad de la producción.
En cuanto a mi trayectoria, que era la segunda parte, yo soy muy converso, entonces empecé dedicándome a dar lógica formal. Es decir, lógica matemática en una facultad de filosofía, lo que no siempre es fácil y provoca una gran 'mortandad' entre los estudiantes y, a partir de un momento, me planteé de qué manera lo que yo hacía podía ser útil en lo que estaba. Fue así como llegué a la teoría de la argumentación y, al descubrirla progresivamente, fui abandonando la lógica formal. Al principio creía que podía utilizarla para los estudios de argumentación, tomando una dirección más argumentativa, felizmente para mí. Ese cambio se produjo al pasar del siglo XX al siglo XXI, así que en el siglo XX me dedicaba a la lógica formal y en el siglo XXI me dedico a la teoría de la argumentación
Tomado de la intranet Entrenos de EAFIT
Es una manera eficiente de resolver problemas, de tomar decisiones en la realización de actividades colectivas, de sustentar teorías y de justificar respuestas. Se trata de la argumentación, aquella vía utilizada en la gran mayoría de profesiones o situaciones cotidianas, y que se motiva desde las aulas eafitenses para que los estudiantes adquieran una mayor habilidad con el pensamiento crítico, y desde las metodologías de la Universidad de los Niños para entender cómo se da el diálogo entre los investigadores y la comunidad. Su importancia en el mundo ha originado que muchos investigadores dediquen sus proyectos a estudiar los detalles más relevantes, y algunos de ellos fueron compartidos en el primer Congreso Iberoamericano de Argumentación que contó con la participación de expertos en este ámbito.
Desde EAFIT participaron Heiner José Mercado Percia, editor de la revista Co-herencia del Departamento de Humanidades; Sonia López Franco, Julder Alexander Gómez Posada y Paulina Yepes Villegas, profesores del Departamento de Humanidades; Daniel Mejía Saldarriaga, estudiante de la maestría en Estudios Humanísticos; Ana María Londoño Rivera, jefa de la Universidad de los Niños; y Elcy Maryory Yarce Vasco, analista de esta misma unidad, entre otros eafitenses. “Es un tema es muy pertinente en estos tiempos de deliberaciones polarizadoras, producto de situaciones políticas y cotidianas en nuestro país y otros lugares. Tiene un espíritu académico, pero también de interacción con los estudiosos de este tema desde diferentes orillas. De hecho, la argumentación se trató desde lo educativo, lo filosófico, lo cognitivo, lo jurídico, lo literario; en los medios de comunicación, en la política; desde la lógica, la historia, la retórica y la lingüística”, explicó Sonia López.
El objetivo, agregó, fue conocer, difundir, discutir y poner en común aquellos avances teóricos, analíticos y empíricos de los estudios de la argumentación.
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