Margarita Zuluaga Esquivel
Colaboradora
A comienzos de 1960, Medellín ya se comportaba como una gran urbe, con un desarrollo industrial acelerado y creciente, una clase media trabajadora y la cada vez más consolidada red de barrios más allá del centro.
Como una niña que llega a su adolescencia, Medellín se sintió grande y con necesidades más apremiantes. Una de estas vino de la mano de una solicitud de la Cepal que, por ese entonces, puso en marcha un plan de sustitución de importaciones, lo que significó el gran reto para el empresariado antioqueño. En esta ciudad que apenas sobrepasaba los quinientos mil habitantes había empresas grandes constituidas como Coltejer, Fatelares, Corona y Coltabaco, por mencionar algunas, pero existía un faltante: profesionales capacitados en el área de la administración.
Uno de los empresarios encargados de la tarea sugirió mirar otros modelos foráneos y alguien mencionó las
business schools de los Estados Unidos, especialmente el modelo de Syracuse University, y de ese modo comenzó a tomar fuerza la Escuela de Administración y Finanzas (EAF) de Medellín.
La memoria precisa y lúcida de Juan Rafael Cárdenas Gutiérrez (8 de noviembre de 1931-19 de octubre de 2020), quien fuera ejecutivo de Coltabaco para ese entonces y uno de los fundadores de EAFIT, lo lleva 60 años atrás, donde un grupo de empresarios se hacía la pregunta en cuestión: ¿Cómo hacemos para conseguir profesionales capacitados para administrar nuestras empresas? La reunión aprobó la creación de una escuela de administración y finanzas. El modelo más cercano era la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, con su programa de Ingeniería Administrativa. Sin embargo, estaba muy orientado hacia las matemáticas y lo que se quería era profesionales de corte más administrativo y financiero.
Uno de los empresarios encargados de la tarea sugirió mirar otros modelos foráneos y alguien mencionó las
business schools de los Estados Unidos, especialmente el modelo de Syracuse University, y de ese modo comenzó a tomar fuerza la Escuela de Administración y Finanzas (EAF) de Medellín.
“El profesor Bernard J. Hargadon, de Estados Unidos, ofreció la primera clase en inglés con traducción simultánea. Luego llegaron profesores de Syracuse University y un profesor de finanzas de la Universidad de Pensilvania; más tarde docentes de University of Georgia”, dice Julio Acosta Arango, exvicerrector general de EAFIT y quien hizo parte de la primera promoción de eafitenses.
El hecho es que como se explica en el libro
Universidad EAFIT 50 años, a la presencia de la Misión Syracuse (que señala el exvicerrector) se sumó Industrias Burlington y la Fundación Whirpool en esa década inicial, lo que, según el texto, da cuenta de la internacionalización de la Universidad desde aquella época, lo que significó la presencia de organizaciones internacionales, profesores extranjeros, ayudas financieras, dotación de la primera biblioteca y becas para docentes, como se especifica en este texto, autoría de Juan Carlos López Díez, docente de la Escuela de Administración y coordinador del grupo de Historia empresarial de la Institución.
En los primeros años de EAF se fue consolidando un pensum con ayuda de los estadounidenses y se fraguó la idea de agregar un Instituto Tecnológico (IT) a la Escuela. “Fabricato nos facilitó una casa en El Palo, entre Maracaibo y La Playa, pero llegó el momento en que los estudiantes no cabían. Así que construimos una nueva sede en el sur de la ciudad, donde pusimos unos bloques para aulas y otros para dormitorios de estudiantes de otras ciudades diferentes a Medellín”, rememora Juan Rafael Cárdenas.
Así que, desde sus inicios, EAFIT se proyectó como una universidad que brindaba oportunidades a estudiantes de todos lados. “Yo recuerdo que en mi época éramos muchos estudiantes de Pereira en el campus de Medellín. Uno podía encontrarse costeños, bogotanos o manizaleños por todas partes y había muchos que vivían en las residencias que tenía la Universidad”, cuenta Luis Fernando Botero, pereirano y graduado en julio de 1976 del pregrado en Administración de Negocios.
Precisamente, para la década del 70 se dio otro hecho relevante en ese camino de no ser solo una universidad local: la Misión Alemana y especialmente su aporte al pregrado en Ingeniería de Producción. Formación de profesores en este país, la asesoría para dicha carrera y la conformación de una unidad centralizada de laboratorios (que en 1981 empezaron a funcionar como Centro de Laboratorios) fueron parte de las características de este apoyo, también consignadas en el libro
Universidad EAFIT 50 años.
La internacionalización como tema medular
“La internacionalización es uno de los temas medulares hoy de la vida universitaria y uno de los ejes centrales de la vida académica. Una institución de educación superior que no esté incorporada en los procesos globales es una universidad que no tiene capacidad de respuesta”, sostiene Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, al referirse a por qué un proceso de esta índole es fundamental en las circunstancias que atraviesa el mundo, y más en las universidades, llamadas a establecer alianzas significativas.
“Una institución de educación superior que no esté incorporada en los procesos globales es una universidad que no tiene capacidad de respuesta”, Juan Luis Mejía.
Y si lo dice el Rector tiene mucho más sentido, pues por más que sus palabras apelen a la actualidad, el caso de EAFIT es diferente: acá la internacionalización ha sido una constante, propia de una universidad que, como lo explica el mismo Rector, no nació como una reacción sino como una iniciativa de carácter proactivo, y en esa línea ha buscado alimentarse del aporte de naciones desarrolladas.
Es claro, por ejemplo, lo sucedido con las misiones norteamericanas y alemanas en las décadas de los sesenta y los setenta, a lo que se suma que a comienzos de la década de los noventa se le dio vida a la hoy Oficina de Relaciones Internacionales (ORI), encargada de gestionar el proceso de internacionalización y desde donde se coordina la movilidad académica estudiantil y la cooperación internacional.
Con Purdue University, una institución estadounidense, existe una fuerte conexión que data de este siglo, más exactamente de esta década, y allí existe toda una agenda que incluye temas de ingeniería, tecnología, educación y ciencias, gracias a un trabajo colaborativo que involucra a docentes, investigadores y estudiantes tanto de EAFIT como de la institución norteamericana.
"Hoy somos una Universidad con proyección internacional. Y esa internacionalización la entendemos como un ecosistema que se constituye por normas, procesos y estructuras que permiten que integremos la dimensión internacional e intercultural con las funciones sustantivas de EAFIT. Esto se hace tangible en el aprendizaje que ofrecemos, en el acompañamiento a los públicos, en las alianzas, en las estrategias, y en la formación de personas con visión global y habilidades del siglo XXI", indica María Teresa Uribe Jaramillo, jefa de la Oficina de Relaciones Internacionales de la Institución.
Indicadores de la internalización
Número de convenios vigentes
| 270
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Número de países con convenios
| 35
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Número de estudiantes extranjeros: de más de 20 países llegan a EAFIT cada semestre para realizar un intercambio académico.
| Entre 120 y 280
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Número de eafitenses realizando intercambios o pasantías durante 2019
| 200
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Fuente: Oficina de Relaciones Internacionales de EAFIT
Tanto en Bogotá como en Pereira, la Universidad hace presencia con dos sedes en las que se ofrecen programas académicos y se estrechan lazos con ambas regiones.
Opinión
Catherine Márquez Marín, Instituto Confucio de Medellín*
La Universidad debe enfocarse más hacia su proceso de internacionalización con Asia. Así como el eje del poder mundial se está desplazando hacia ese continente, nosotros como Instituto consideramos que las relaciones con China son fundamentales al ser el gran protagonista por su creciente influencia en la política, la economía y la cultura mundial.
Latinoamérica ha estado históricamente vinculada con Europa y los Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a la educación. Sin embargo, es importante tener más intercambios siguiendo esta tendencia mundial, pues como lo diría Alvin Toffler, “los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, si no aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”. Ejemplos de esto abundan en Asia: la economía de Singapur, la coexistencia pacífica de diferentes culturas en Malasia, el desarrollo tecnológico de Corea del Sur, la reconstrucción y orden japonés, y el rápido desarrollo de China
Hoy más que nunca, entonces, hay que aprender de la historia de Asia: su sociedad, culturas, historia antigua y contemporánea, de sus idiomas y de las relaciones políticas. Aprender un idioma asiático es abrir la puerta a otra cultura, es descubrir otra forma de pensamiento, y es cruzar el puente para entender y conectarse con las nuevas dinámicas globales.
*El Instituto Confucio de Medellín es una alianza entre EAFIT, la Alcaldía y la Universidad de Antioquia para promover la lengua y la cultura china en la ciudad.
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*El Instituto Confucio de Medellín es una alianza entre EAFIT, la lcaldía y la Universidad de Antioquia para promover la lengua y la cultura china en la ciudad.
Un campus, un mundo
Además del español, el inglés sobresale en las conversaciones que sostienen estudiantes de aspecto caucásico, pero no faltan los que se expresan en alemán, francés, sueco, japonés, mandarín o coreano. La variedad de idiomas habla de la cantidad de estudiantes extranjeros que llegan a la Universidad. Para ser exactos son 280 estudiantes internacionales provenientes de 23 países y cerca de 80 eafitenses en el exterior cada semestre.
Cada uno de ellos es atraído por diferentes circunstancias. Por ejemplo, el alemán Alexander Marc Ohlrau, estudiante de Economía, vino porque “leí en internet que EAFIT es una de las mejores universidades de Latinoamérica para aprender
business”, en tanto que el mexicano Luis Felipe Treviño Hernández y la española Fátima Prera Mendy vinieron a EAFIT motivados no solamente por la oferta académica sino para conocer y poder vivir en una ciudad como Medellín.
Otros vivieron experiencias más plenas y encontraron amigos para toda la vida. Es el caso de la sueca Anna Cecilia Äng, quien vino a la Universidad a estudiar Negocios Internacionales. “Es una Universidad muy bonita en muchos sentidos. El campus es increíble, con áreas agradables, parques y un buen patio de comidas. La gente es realmente agradable, tanto profesores como estudiantes”, recuerda ya de regreso a su país.
Llegar a estudiar en EAFIT representa también conocer la ciudad y su cultura. Una de las actividades en la agenda para los estudiantes extranjeros consiste en recorrer a Medellín en bus a comienzo de cada semestre.
Esa posibilidad de ver dibujado el país en un espacio como lo es el campus eafitense es tal vez otro atractivo de la Universidad. “Apenas llegué sentí la calidad humana que transmite esta Universidad; todas las directivas, los profesores y los compañeros que conocimos estaban dispuestos a ayudarnos con todas nuestras dificultades que se presentaran en esta nueva etapa de nuestras vidas. Realmente, en EAFIT hay personas que buscan hacer de este un mundo mejor para todos”, dice con orgullo Édgar Galeano Díaz, del pregrado de Ingeniería Agronómica y proveniente del municipio de Quimbaya, en Quindío.
Voces desde Pereira y Bogotá
Pero así como se mira hacia otras latitudes, EAFIT tiene un eco que se extiende a toda la nación. En Bogotá y en Pereira la Universidad hace presencia con dos sedes en las que se ofrecen programas académicos y se estrechan lazos con ambas regiones. EAFIT Bogotá abrió sus puertas en 1989, mientras que EAFIT Pereira lo hizo en 1995.
En la capital de Risaralda, la Institución cuenta con una amplia oferta de especializaciones, maestrías, diplomados, cursos de extensión e idiomas, además apoya los sectores privado, público y social de esta zona del país, rango que se extiende al norte del Valle y a todo el Eje Cafetero, en un sector en constante crecimiento social y económico.
“Desde sus inicios EAFIT ha tenido una estrecha relación con el Eje Cafetero. Desde que comenzó sus labores vinieron estudiantes de Manizales, de Pereira y Armenia a estudiar en la Universidad. Ya a su regreso a sus ciudades, sobre todo los egresados de Pereira, hicieron una respetuosa solicitud a las directivas de la Universidad de entonces para que extendieran los programas de posgrado a esta capital. Comenzó así una relación que hoy es un orgullo para la Universidad”, anota Juan Luis Mejía. Es que aunque la sede se abrió oficialmente a mediado de la década del noventa, desde finales de los setenta se ofrecieron programas.
A su vez, Ana Tulia Gutiérrez Buitrago, directora de EAFIT Pereira, reconoce que el principal aporte que la Institución le ha hecho al Eje Cafetero ha sido su presencia. "Ha permitido que muchas personas hayan pasado por las aulas de una Universidad de alta calidad. Otro hecho relevante de EAFIT en esta región son sus graduados, quienes han egresado de sus programas de posgrado y han construido tejido empresarial. En realidad, lo que la Universidad ha logrado en esta región es construir sueños".
Para el caso de Bogotá, la Universidad cuenta con una oferta de posgrados, de cursos de Educación Permanente, y de consultorías y asesorías para el sector privado y público. De esta sede han egresado unos tres mil eafitenses que hoy transforman organizaciones, emprenden iniciativas propias y se siguen expandiendo a diversos sectores de la economía. Es pues un lugar que fortalece vínculos fundamentales con los sectores financiero, de educación y del posconflicto, espacios que tienen a su disposición todo el acervo investigativo de la Institución.
“Estar en el centro del país es muy importante. Inicialmente estar en Bogotá, en la capital de Colombia, hace que la Institución sea reconocida en el ámbito nacional, además que las más grandes decisiones de la nación se toman en esta ciudad y EAFIT quiere hacer parte de estas, influir y participar en proyectos que se desarrollan en los ministerios o en organizaciones internacionales. En conclusión, Bogotá nos permite aumentar nuestra capacidad de influencia”, indica Isabel Gutiérrez Ramírez, directora de EAFIT Bogotá. De igual manera, agrega que la sede permite aglutinar no solo a los estudiantes que se formaron allí, sino los que lo hicieron en Medellín o en Pereira, pero
hoy están radicados en la capital, por lo que es un espacio de encuentro y reafirma lazos.
También, en otras ciudades del país como Cali, Armenia, Popayán, Cartagena, Quibdó y Barrancabermeja se han ofrecido programas, así como en Guatemala y en Perú.
EAFIT nació en Medellín, pero desde un inicio abrió sus posibilidades académicas a los estudiantes de otros lugares y a muchos de sus docentes les ha dado la posibilidad de capacitarse en el exterior. No obstante, la capacidad de abrirse a otros escenarios locales e internacionales no se queda allí y se erige como un medio para alcanzar las metas de calidad y de impacto. Así mismo, de cara al futuro, con el Itinerario EAFIT 2030 como hoja de ruta, este proceso conecta las personas y las capacidades de la Institución con las oportunidades regionales, nacionales y globales para lograr una presencia activa en el país y en el mundo.